Lo que explica al kirchnerismo y en lo que Cristina tiene especial agudeza es en identificar las múltiples rutas del dinero. Cajas: fondos a disposición y fondos por venir, relato para hoy y plata para mañana. Porque como ella misma dijo, “cuando hay plata el amor te lo dejo para otro momento”
Como plata no hay, primero Cristina dejó en claro que es culpa del que no usa la lapicera, no de ella. Pero además de despegarse buscó un culpable para la inflación, presionó para profundizar el cepo a las importaciones, y desató un tembladeral con una avanzada por el poder en el gerenciamiento de la pobreza: busca quedarse con el control de las cajas para planes sacándolos de manos de las organizaciones sociales.
Hace tiempo que la crisis profunda del peronismo es que ya no es el partido de los trabajadores sino la administración de los pobres que se suman por miles día a día al paso de la inflación. Durante años al kirchnerismo no sólo no le molestó, sino que construyó su poder en base a los movimientos sociales para debilitar a los intendentes y controlar la calle. Fue de hecho este gobierno, el que multiplicó los planes y la asistencia como nunca antes en presupuesto y número de beneficiarios. Sólo en el caso de Potenciar Trabajo, pasaron de setecientos mil a un millón trescientos mil. Pero desde hace tiempo Cristina Kirchner advierte que esos sectores se han vuelto demasiado poderosos en el territorio donde ella debe replegarse cuando se vaya del poder: la provincia de Buenos Aires. Desde hace tiempo los movimientos sociales saben que La Cámpora y los intendentes acechan por retomar el manejo de los planes y no es casualidad que se hayan convertido en los principales aliados de Alberto Fernandez, en medio de su flaca construcción de poder. Montada en los datos de baja de la desocupación y en lo impopular de los piquetes, que trastornan a la gente, Cristina busca retomar el control de los planes desde el estado, y ahora recordó que el peronismo es laburo.
Sin embargo, el peronismo fue gobierno en 16 de los últimos 20 años en que los programas sociales se multiplicaron alcanzando 141 en total, pasando de 800 mil beneficiarios en 2001 a unos 12 millones en la actualidad. ¿Y el laburo?
No es que ahora los planes le sorprendan a Cristina Kirchner pero cuando no queden cajas, hay que recuperar el control de los millonarios fondos de ayuda social. Cristina se despegó también de los líderes de movimientos sociales y dijo que eso no es peronismo.
Para algunos líderes sociales el discurso representa una traición. Dicen que cuando ella presentaba planes sociales durante sus presidencias decía cosas opuestas a las de hoy. Otros la acusaron de tomar banderas de la derecha. “Cerrabas los ojos y parecía Carolina Stanley”, dijeron con ironía. Y también apuntaron al fondo de la cuestión. “La gente de los barrios –dicen- sabe que ella es tan responsable como el presidente de las políticas que se implementan”.
Y entre las cuestiones de las que Cristina se despega abiertamente está la inflación. A pesar de que el gobierno de los Fernandez, de ella también, multiplicó el gasto, afirma que este proceso “ultrainflacionario” es culpa de Macri.
Ni la emisión descontrolada, ni el plan platita, ni la millonada que se gasta en importaciones, ni el festival de subsidios. Para Cristina nada de eso causa inflación. Es Macri, la deuda y los empresarios. Los festivales son otros. Tres veces denunció la existencia de un festival de importaciones.
Y le marcó la cancha a Daniel Scioli dejando en claro que es el ministerio de producción el que administra el comercio exterior.
Toda una prueba al experto en equilibrios al que le recomendó no agachar la cabeza.
Cristina Kirchner se anticipó así al inicio de una semana en la que el gobierno debe enfrentar la delicada situación que implica la falta de dólares, el laberinto de la segmentación tarifaria, la creciente desconfianza de los mercados, y una inflación sin tregua.
Hay una serie llamada Game of Thrones, donde casi en todas las temporadas la gran advertencia es que está llegando el invierno. Hacia el final de la historia, el tiempo de las definiciones llega con la temida estación, como pasa exactamente hoy: “El invierno está aquí” y todo lo que se ve en el horizonte es escasez. Por eso hay que tomar el control de lo que quede. Como dice Cristina, se trata de plata, no de amor y si a alguien no le gusta, a ella le importa un pito.