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"Massa de la euforia a la ansiedad, debe demostrar que no solo llegó para ganar tiempo: ¿Podrá?"
Viernes, 05 Agosto 2022 10:19

"Massa de la euforia a la ansiedad, debe demostrar que no solo llegó para ganar tiempo: ¿Podrá?"

Volvé a escuchar el comentario editorial de hoy de Cristina Pérez.

Las primeras 24 horas de Sergio Massa muestran cuán rápido puede envejecer un novel ministro de economía en la crisis argentina. Temprano comenzaron los mercados a convertir la euforia de Sergio en pura ansiedad.

Se queda corto para ser un plan de estabilización”, fue el veredicto de JP Morgan. “Las medidas son decepcionantes y no constituyen un plan global”, afirmó Goldman Sachs.

Tanto afuera como adentro, la banca empezó a hacer lo que sabe, eso de lo que vive: cuentas. “Analizamos que no llega. Tiene que hacer ajustes en otras líneas”, respondía un alto analista de la banca local. “Aunque los ajustes son más fuertes en tarifas no da para cumplir las metas del 2,5% para el déficit primario que pide el Fondo”, agragaba. En sólo horas, el propio ministerio de Economía corregiría esa previsión, modificando las metas a 3,2% en apenas 24 horas desde sus anuncios. Corta vida para las promesas.

La inercia contra cualquier ajuste está en la matriz del gobierno y no demoró en hacerse sentir. El tiempo es veloz como dice la canción, y en la Argentina, más.

Lo que los expertos notaban no difería mucho de lo que notó sin cálculos ni expertise la gente en la calle: el único ajuste fuerte venía por el lado de las tarifas, del ciudadano común. De bajar los gastos del estado ni hablar. Y la indefinición en las otras medidas desnuda algo que no terminó internamente: la guerra sin cuartel por los recursos que quedan.

La zozobra que impregnó a la cartera económica por la fugaz luna de miel, que casi no tuvo ni noche de bodas, empezó con el tibio recibimiento de los mercados y siguió con las desconfiadas evaluaciones de todos los sectores. La oposición también exigió un plan de estabilización inmediato y la CGT a pesar de los pedidos del nuevo ministro no bajó la marcha del 17 además de poner un grito en el cielo contra un bono de suma fija para los trabajadores porque simplemente baja la fuerza de sus negociaciones paritarias. Habrá notado Sergio Massa que la espuma desciende rápido cuando la malaria es grande.

Cuando entraba la tarde del primer día en la silla eléctrica de una economía en crisis buscó mostrar reacción. Hubo un tuit de agradecimiento externo que fue en realidad un mensaje interno. Al agradecerle la reunión al titular del BID Mauricio Claver Carone, Massa puso en la mesa por si alguien lo había olvidado que, sin él, el BID les había negado el crédito y esa plata no entraba. Dicen los que saben que este contacto fue la llave maestra que destrabó su entrada al gobierno y terminó eyectando a Gustavo Beliz, porque puso a Alberto Fernandez en la encerrona de perder las últimas líneas de financiamiento que le quedan a un deudor agónico como Argentina.

La noche llegó con definiciones que denotaban prisa en el atardecer de un día agitado. Y no es para menos. Los que le contaron las costillas al no plan de Massa, no compraron sus palabras rimbombantes sino que leyeron en la falta de medidas contundentes, la continuidad de la interna, y más un intento de ganar tiempo que de hacer un ajuste real. En las promesas sobre revisiones de planes sociales, los resultados recién se verían dentro de un año, en caso de existir, por ejemplo. Y una sutileza no menor. ¿Cómo puede ser que no anunciaron aún, formalmente el canje voluntario de bonos y ya dicen tener un 60% de adhesión? ¿Significa que les avisaron a unos y a otros no? Errores que no cometería ni el vendedor de las últimas gangas de un bazar en liquidación. En fin.

En busca de ofrecer solidez, el ministerio que dirige Sergio Massa intentó calmar otra inquietud anticipando que anunciarían hoy el nombre del viceministro de su cartera. El dato no es menor porque si el ministro no es un técnico, el vice debe salvar esa contingencia. Despierta suspicacias que quien, como Massa, decía estar avalado por economistas de fuste, de pronto, no haya podido convencer a ninguno de poner el cuerpo o dar la cara y la firma en su equipo.

Otras señales y otras pujas tienen que ver con las definiciones sobre un área crítica, la de energía. El anticipo de que no seguiría en su cargo el secretario Dario Martinez, no pudo llegar a la superficie sin el temblor sordo de otra pelea. Si el cristinismo imponía a uno de los Federicos, que le hicieron la vida imposible a Guzmán en ese sillón, el mensaje será complejo.

Otras complejidades vienen por el lado de las negociaciones más importantes. Las que tienen que ver con los dólares, mientras el Banco Central sigue perdiendo reservas sin poder reponerlas, estando ya bien por debajo de los 2 mil millones de disponibilidad. También la noche, trajo a la costa, una circular que anticipaba el marco de acción para el llamado “dólar soja”. Sin embargo, a la par de los contactos con la mesa de enlace, llegaron noticias de nuevas hostilidades y renovados aprietes. El flamante secretario del área les pidió que digan a quién votan y la reunión con los líderes del sector terminó postergándose una semana. Pero lo peor vino por otro lado. La diputada Marcela Campagnoli denunció que numerosos productores y referentes del agro comenzaron a sufrir embargos de la AFIP en más de 250 cuentas a pesar de no tener deuda alguna. La AFIP es un área que conservó Cristina Fernandez en su órbita. Aprietes, persecución y venganza no parecen ser buenos compañeros de la supuesta intención de consenso y diálogo del nuevo ministro. Qué rápido envejece lo joven cuando las viejas prácticas desnudan que hay cosas que no cambian.

El apuro de Massa no es tonto. Como explica un alto ejecutivo de la banca local, “a medida que gastas las balas de plata los tiempos que dará el mercado serán cada vez más cortos.

Tienen que mostrar contundencia en ejecución. Si pasan una o dos semanas y no hay señales empezara a cundir la sospecha”.

La sospecha nunca se detuvo en la dinámica política del gobierno. Hay que observar cómo fue esta dinámica interna entre la gestión económica y su principal controller, que es Cristina Kirchner, en estos casi tres años. El ministerio de Guzmán fue un ministerio bloqueado al punto tal que para lograr el acuerdo con el Fondo necesitó los votos de la oposición en el Congreso. Esa inercia no desapareció y el pacto de Cristina Kirchner con Sergio Massa no se librará de su marca personal e impiadosa. Ella sabe que el juego de Massa excede las ambiciones de un ministerio. Y él sabe que ella sabe. Una coalición que ha sido en este sentido más bien una colisión, tiene un desafío casi psicológico en estas horas. ¿Podrán detener ese vicio de destruirse a sí mismos, aunque sea por un rato? Una fuente asegura: “el problema de la señora es que ella busca tanto despegarse del gobierno para no quedar pegada en el ajuste que se lo cree y empieza a patearle en contra. Cuando reacciona a que su presión fue excesiva y también la perjudica, pasan cosas como la salida de Guzmán que adelantó la crisis y así estamos.”

¿Podrá Cristina ceder a su tentación de control y venganza? En el campo desde anoche sienten que no.

Más que nunca, si quiere que la crisis no se lo lleve puesto, Massa va a necesitar su cintura de ula ula, como dice su suegra Moria, al explicar su don político. Sino, que le pregunte a Alberto, a ver cómo le fue.