El dólar libre escala como una fiebre a la que ya no pueden bajar por un ratito ni con aspirinas. El termómetro pasó los 300 y el gobierno está sin reacción más allá de los slogans populistas gastados en los que no creen ni ellos mismos. La noción de que la plata pierde valor minuto a minuto es tan palpable que el escape de los pesos tiene paso de estampida. El gobierno que no puede sostener ni 24 horas la credibilidad sobre el ordenamiento fiscal que podría traer algo de calma, sigue emitiendo papelitos de colores, pero no llega ya ni a pagar las cuentas del subsidio de los colectivos. Rompieron hasta su propio sistema de miseria y dependencia. Y son tan contradictorios los mensajes que, con el descalabro de gastos y las metas del Fondo apretadas como zapato chico por estar al límite del incumplimiento, lo mejor que se les ocurre es proponer un salario universal que significa gastar más y más de lo que no hay. ¿Y si prueban generando trabajo?
Al país entrará este año una cifra record de entre 90 y 100 mil millones de dólares por exportaciones, pero así y todo, los maestros del desastre se las arreglan para que la incertidumbre y la ineficiencia provoquen la faltante de divisas. Total, el presidente culpa a los turistas.
Parece que no se acuerda cuando él mismo fustigaba al gobierno de Macri por la suba del dólar que valía entonces 40 pesos. Qué bien estábamos cuando estábamos mal, dirán en el barrio. Antes de apelar a argumentos fascistas para demonizar al que compra un dólar para proteger su dinero debería recordar qué bien explicaba Cristina en 2016 por qué ella misma había dolarizado sus ahorros.
Si ella no sabía que harían entonces con la economía, qué les queda hoy a los argentinos con el dólar %500 por ciento arriba de lo que lo recibieron y con la inflación desatada como urticaria amenazando con tres cifras anuales. Es curioso. En ese entonces, Cristina Kirchner sonó como una argentina más, aleccionada por tantas crisis en las que el ahorrista resulta estafado por un país inclumplidor serial con los de afuera y los de adentro. Ahora, en medio de este incendio, a ella, le preocupan otras cosas. Está tan desconectada de la realidad horrible que ellos mismos produjeron, que se quejan hasta quienes los votan. La actriz Malena Pichot, citó el tuit con el video contra la corte, con la frase “Volvé Cris”. Y sí, Cris está en otra cosa, pero en realidad siempre lo estuvo. Si le hubiera importado algo que no sea el fulbito para la tribuna al menos habrían construido el gasoducto para no tener que gastar miles de millones de dólares en importar gas o hubieran evitado sabotear de principio a fin la gestión económica de su propio presidente. Ahora, con la crisis en su hora más oscura, y la calle cargada de reclamos, a la señora Kirchner no se le ocurre mejor cosa que echarle nafta a un conflicto de poderes con la Corte Suprema. Para colmo se le suma el presidente, porque más arrastrado no se consigue, y en el camino, se va a la banquina de la Constitución pisoteando el articulo 109 que dice clarito que “en ningún caso el presidente puede ejercer funciones judiciales, o arrogarse el conocimiento de causas pendientes”. El telón de fondo es la desesperación de su jefa, a quien le prometió impunidad operada en forma personalizada. Pero imagínate, si no cumplió con la heladera llena de asado, va a conseguir que los tribunales archiven las causas de Cristina, que encima son muchas y graves. Pensar que hace apenas unos años decía que eran probos los jueces que defenestra.
Digamos las cosas claras: el Presidente y la Vicepresidente en estas horas dramáticas sólo se dedican a profundizar la ruina del país. Un duro comunicado de Juntos por el Cambio los hizo responsables del descalabro y denunció la posición delictiva y conspirativa de Cristina Kirchner en su embate a la Corte advirtiendo que pone en alerta al resto de las instituciones.
Desde la Justicia, las asociaciones de Abogados y de fiscales salieron al cruce formalmente reclamando respeto institucional y en el caso de los segundos advirtieron sobre “el sesgo amedrentador” de las máximas autoridades políticas. Y sí, mientras el país se incendia, Cristina y Alberto están realizando un apriete cuasi mafioso a la justicia para que la señora salga impune.
La nueva cantinela del kirchnerismo es que la justicia quiere proscribir a Cristina, pero por ahora los que muestran intolerancia son ellos, como los militantes universitarios que bloquearon una conferencia de Ricardo Lopez Murphy. Más antidemocrático no se consigue.
Quién puede esperar tranquilidad en el frente económico si las dos personas que están a cargo, o se sacan los ojos entre ellos, o abren nuevos frentes en vez de intentar enderezar el barco que acelera a la deriva. Hoy, ya ni siquiera parece garantizada la continuidad de la ministra de economía, y su permanencia parece sostenida sólo por el miedo a turbulencias aún mayores si sale eyectada. Los gobernadores le vaciaron la reunión, Cristina Kirchner, siempre mezquina, no le dio ni una palmadita en el hombro, y el dólar libre subió unos 60 pesos desde que asumió.
En el día del pico histórico de esa cotización, ninguna imagen mostró mejor el sentimiento generalizado del refugio que significa la moneda norteamericana, como lo que pasó en la localidad santafesina de Las Parejas, que fue noticia porque la gente hacia fila para buscar dólares en un basural, donde tiraron los muebles con ahorros escondidos de una anciana fallecida en días recientes. Las topadoras habían revuelto la tierra y varios afortunados encontraron uno o más billetes entre los desperdicios. Ninguno tuvo tanta suerte, sin embargo, como Luis Miguel, el empleado municipal que halló él solito un bolso completo con más de 20 mil dólares, al que se lo vio abrazado como si fuera la vieja. Generoso, decidió compartir algunos billetes con la cara rozagante de Benjamin Franklin con sus compañeros de la municipalidad. Otros de los inesperados buscadores del tesoro, fue una señora que apenas se hizo de un billetito de 100 y con la cara chica, pero que para ella era la chance de arreglar un poquito la casa. La imagen de personas desesperadas escarbando por un dólar en el basural, no requiere mayores explicaciones. O quizás basta con decir, que, con la cotización de estas horas, un solo billete de 100, vale casi casi tanto como la mínima que cobran los jubilados.
Como decía Cristina Kirchner, la verdad nadie sabe qué hará esta gente con la economía. Claro que ahora, “esta gente” son ellos, y se empeñan en estrellar la calesita todos los días y con todos nosotros adentro.