La corrupción es aliada de la oscuridad. Debe ser difícil de entender para quienes arrojaron sospechas sobre el fiscal Diego Luciani, que el hombre del ministerio público haya decidido responder en forma oral porque como él explica, “no tengo nada que ocultar y por eso se lo digo a todo el mundo”. Y por eso lo adelantó en la propia audiencia.
El cambio, el país que sigue el juicio oral y público contra Cristina Kirchner lo que también ve es que ella, en vez de explicar su inocencia ante el abrumador caudal probatorio, elige atacar a quien la investiga.
La acusada se convierte en acusadora en una maniobra política que desnuda su impotencia por no haber logrado lo mismo que en los juicios en los que consiguió algo descabellado: el sobreseimiento antes de que se realicen.
La sorpresa en la fiscalía pasaba menos por la sustancia de la foto del equipo de fútbol -que remarcaban es anterior al proceso-, que por una cuestión técnica fundamental. Aseguran que directamente no existe la causal de recusación por vínculo amistoso entre el fiscal y el juez.
¿Procedieron con una recusación que sabían de antemano que iba a ser rechazada? La embestida kirchnerista mezcla una vieja metodología política y la impotencia ante un proceso que, sin embargo, no se detiene. El método es descalificar a quien acusa, ensuciarlo, para quitarle legitimidad. Por lo demás, es como si se prepararan para un revés. El propio ministro de justicia Martin Soria fue quien en declaraciones televisas sorprendió al salir a arrojar desconfianza anticipada sobre la decisión de los jueces diciendo que seguro ya estaban siendo apretados por Macri para rechazar la acusación.
Quien de su boca sí expresó alguna vez que había que apretar a los jueces, en un diálogo con Oscar Parrili fue la actual vicepresidenta.
La provocación de Soria, parece anticipar la siguiente fase de la misma táctica: luego de intentar ensuciar al fiscal y al juez, embarrar también el resultado adverso, que aún no se produjo.
Seguramente la recusación seguirá su curso en tribunales, pero incluso en la hipótesis de su aceptación, no detendrá un proceso que ha concitado tal atención que unas 20 mil personas se conectaron sólo ayer para seguirlo en vivo por el streaming de tribunales. A eso se suma quienes lo ven por los diversos medios periodísticos. El sol no se puede tapar con la mano como se tapan los negociados cuando hay poder. Muchos oyentes llaman a esta radio, pidiendo un Nunca Más para la corrupción.
La causa Vialidad es fundamental en el conjunto de investigaciones que constituyen lo que se llama “causa madre”, aunque vayan por separado. Están englobadas bajo la causa número 15.734/08 “Kirchner, Néstor y otros sobre asociación ilícita”. Y al mismo tiempo que se produce el alegato que acusa al poder ejecutivo nacional y los funcionarios de su órbita avanza, avanza la investigación de Vialidad 2, que hace foco en el poder provincial.
Allí, los fiscales Gerardo Pollicita e Ignacio Mahiques consideran que “para que la maniobra pudiera desarrollarse y extenderse en el tiempo conforme había sido planificada por los ex titulares del Poder Ejecutivo Nacional, fue necesario que la matriz de corrupción instaurada en la administración pública central, se replicara en el ámbito provincial, en donde los ex gobernadores de Santa Cruz y los funcionarios de las distintas carteras de la administración pública provincial durante el período de 2003 a 2015 contribuyeron –por acción u omisión- en el plan criminal destinado a la sustracción de fondos públicos a través de la asignación y falta de control de obras viales al Grupo Baez”. Esto está citado textual del expediente y por esto piden la indagatoria de Sergio Acevedo, Carlos Sancho y Daniel Peralta los ex gobernadores a quienes además de imputarlos les inhibieron los bienes.
El plan criminal que afirman los fiscales, “se decantaba desde la Cúspide del Poder Ejecutivo”, es en el que Cristina Kirchner está acusada de ser jefa de una asociación ilícita.
El lunes 20 sería el día D, para la acusación. El fiscal Diego Luciani, designado en su puesto por Cristina Kirchner cuando era presidenta, bajo la órbita de la procuradora Alejandra Gils Carbó, concluirá su alegato. Sí, a Luciani lo designó la señora, aunque esto no suelen ser recordado con la misma fruición que los partidos de fútbol. Ese día, el lunes 20, se produciría el pedido de pena dando paso a los alegatos de las defensas y finalmente dejando al tribunal en condiciones de dar sentencia.
El tiempo apremia para Cristina Kirchner y no sólo en el ámbito judicial. La gravedad de la crisis arroja por estas horas una contorsión que los mercados no terminan de creer: el gobierno que hizo un dogma de la emisión sin control escalando el proceso inflacionario, busca producir un ajuste. El drama acarrea todos los aditamentos de las tristemente frecuentes crisis argentinas. Se espera el lúgubre índice de una inflación desbocada pisando los 8 puntos y el 7,7% que arrojó la marca en la ciudad anticipa el mal trago. Al contexto no le falta nada. También, reapareció en televisión el propio Domingo Cavallo, autor del único plan que estabilizó precios fuertemente en 70 años, la Convertibilidad. Cavallo predijo que si el gobierno no reacciona con medidas más contundentes podría ocurrir una fuertísima devaluación que es lo que dicen querer evitar.
Domingo Cavallo afirmó que el gran problema es que el trío que gobierna no tiene una orientación clara en materia económica sino que suscriben a lo que llamó “una economía a contramano”. Sobre las oscilaciones de Sergio Massa concluyó en que duda de la seriedad de su pensamiento.
Pero lo conminó a hacer algo que de resultados en términos de inflación para evitar que todo termine mal.
¿Serán capaces de reaccionar a tiempo? Esa es la gran pregunta. El problema es que la batería de medidas que según Cavallo funcionaría incluyen bajar retenciones, restablecer reglas de juego para las inversiones u otras bondades del mercado. Recetas que, para Cristina, utilizando una palabra que ella usa, apestan. Y lo que no hay que olvidar en esta historia es que, aunque el mascarón de proa sea Sergio Tomás Massa, como se vio con las designaciones en la segunda línea de energía o en la tardanza para nombrar un viceministro, no es lo que Massa dijo que hará. Es lo que Cristina lo dejará hacer. En algunas cuestiones no cambió nada en el poder. Sólo el fusible.