Una mujer, con el coraje cívico bien puesto, hizo retirar al evasor y antisemita Alberto Samid de un restaurante, mientras le recordaba que estaba violando la prisión domiciliaria. Fue en las últimas horas, cuando todavía no se habían apagado los ecos de la indignación social por la imagen de Ginés González García tomándose un vinito, a las puertas del verano, en Madrid, España.
Milagro Sala, quien se encuentra detenida en una casa particular por delitos de violencia y corrupción, pagó 30 mil pesos a un grupo de personas para que atacaran a las fuerzas de seguridad, en la provincia de Jujuy. La justicia ahora estudia si debería regresar a un establecimiento penitenciario después del escándalo.
Todavía se recuerda con indignación la clase magistral que Amado Boudou, condenado por haberse robado la máquina de hacer billetes, dio para la Facultad de Comunicación Social de la Universidad de Buenos Aires. Cristóbal López, el empresario del juego procesado por evasión fraudulenta, se la pasa amenazando a periodistas, en forma personal, mientras es intimado por la AFIP a pagar una deuda de más de 500 millones de pesos, y al mismo tiempo discute en sede judicial otra deuda, que en su momento fue calculada en casi mil millones de dólares.
La propia vicepresidenta de la Nación sigue procesada en media docena de causas de corrupción y lavado de dinero, pero se da el lujo de conducir a un gobierno que administra la pandemia y la economía de manera autoritaria, y, además, sumamente ineficaz.
Cuando todavía no se sabe si después de la segunda ola de COVID irrumpirá la tercera, debido a la velocidad de propagación de la nueva variante delta, los niveles de descontento social crecen de una manera exponencial. En especial en la provincia de Buenos Aires, donde la pobreza y la desesperanza están alcanzando límites insoportables.
En este contexto, la principal fuerza de la oposición no se puede dar el lujo de andar peleando por los cargos como si la Argentina fuera Dinamarca. Sus dirigentes tienen que ofrecer algo más que la mera exhibición de la lucha por el poder. No unos sí y otros no: todos. Si es verdad que estamos a siete diputados de convertirnos en Venezuela, serán considerados los responsables de haberlo permitido.