El Chango Spasiuk, el acordeonista más importante de la Argentina, dialogó con Oscar González Oro en la sección La Vida Misma de Tarde pero Temprano. "Yo me fasciné de entrada con el acordeón, con el lácar, los botones brillantes. Quería tocar el acordeón, estaba como desesperado. En Apóstoles había una profesora y allí empecé a aprender", contó el músico. "Cuando estás enamorado de la música, estás enamorado de la vida".
"El sonido del instrumernto son las dos manos juntas. No es ritmo y melodía, es todo lo que se logra con el instrumento. "Dejé las clases porque me querían seguir enseñando teoría y solfeo y yo estaba prendido fuego con el acordeón que me había regalado mi padre".
"Cuando yo tenía 12 años sabía que mi padre había comprado con dinero prestado el acordeón. Por eso es que los primeros dineros que gané con la música los destiné para devolverlo. El primer dinero lo hice en un casamiento. Hice más o menos un personal fest con los únicos tres temas que conocía ja ja. Juntaba ese dinerito y se lo daba a mi papá".
"La grabación de Tierra Colorada en el Colón fue muy intenso para mí. Una vara muy alta para mí. Llegó e el momento justo, porque mi música había madurado lo sufieciente y en una síntesis que con toda su fuerza se podía expresar en esa sala", agregó Spasiuk.
"Tengo una relación muy buena con la gente. No me siento famoso, siento que tengo una relación de mucho respeto y afecto con las personas", explicó el Chango. Y agregó: "Uno no es tan especial tampoco. Ni creo que el mundo necesite mi música. Estoy rodeado de gente que me ubica en un lugar más simple, meno importante. Hay que tener algo de egoísmo para hacerte oír en algunos espacios, pero más allá de eso, creo que la llevo bastante tranquilo".
Para el Chango la composición es algo sacrificado. "Se compone bien cuando tenés hambre, no sólo el físico, sino cuando uno tiene necesidad, cuando estás desesperado buscando eso que no es tan fácil de logra".
