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"La insoportable levedad de Alberto Fernandez: traiciona un poco a unos, un poco a otros y mantiene descontentos a todos"
Miércoles, 27 Abril 2022 10:33

"La insoportable levedad de Alberto Fernandez: traiciona un poco a unos, un poco a otros y mantiene descontentos a todos"

Volvé a escuchar el comentario editorial de hoy de Cristina Pérez.

La sociedad hace bien en desconfiar. En estos días lo que parece caracterizar a la política es la espera de la próxima traición y no la consolidación de la confianza, ni entre pares ni con la gente, que se desayuna día a día con sospechosos plumajes tornasolados. Veremos qué se gesta en la efervescencia de tantas infidelidades en danza. 
 
Dentro del gobierno, el presidente se ha convertido en un caso paradójico: para mantenerse a flote, traiciona un poco a unos, un poco a otros y mantiene descontentos a todos. Había convencido a los suyos de que por fin se pondría firme con el kirchnerismo duro, hasta tal punto, que el ministro de economía salió desafiante en uno de los medios oficialistas a advertir con sus suaves modos que gobernarían con los que estuvieran alineados. Y el que no le guste a otra cosa. Mística milagrera de semana santa. Pasaron las Pascuas y volvieron las ascuas: en vez de avanzar sobre las áreas controladas por la Cámpora que le son refractarias a Guzman, y lo dejan por momentos pintado, el presidente compartió con ellos sendos anuncios dejando en off side y pagando, a su ministro y a su propia mesa chica. Pronto no le quedarán ni los cinco amigos con los que La Cámpora dice que gobierna. 
 
Alberto Fernandez quiso suturar la herida con la escenificación de los anuncios del “plan platita 2” al lado del cascoteado ministro. Fue como contentarlo con unos caramelos luego de haberlo dejado totalmente vulnerable, a tiro de ataque y jugando solo en el frente, cuando él decidió una vez más, recular en chancletas. El acto siguiente era cantando: “A Guzmán no lo votó nadie”, lanzó Andrés, el “Cuervo”, Larroque, fulminante, y redoblando la ofensiva encarnizada en la que van por todo. 
 
El kirchnerismo ha decidido que las elecciones pasadas las perdieron el presidente y su ministro de economía. Que es su plan económico el que la gente vetó, que ellos no tienen nada que ver, y con ese bagaje argumental buscan la limpieza étnica dentro del gobierno. Actúan como si no ocuparan el 70 % de los cargos y la ejecución presupuestaria. Tienen cargos pero no se hacen cargo de la derrota aunque Cristina y Máximo ostenten las imágenes por el piso y una negativa record. Eso no les importa. 
 
Para avanzar adentro y romper la última línea de flotación tienen un aliado en el propio presidente, que en sus amagues ya destruyó la confianza de los suyos. Primero traicionó a la sociedad que lo creyó moderado, y con la que incumplió sus promesas. Luego traicionó a quienes pasaron más de dos años de mandato pidiéndole algo de dignidad. Ahora ya ninguno piensa que eso puede llegar a pasar. O se contentan con la flaca ambición de permanecer flotando. Para ellos el poder se ha convertido en un estar, no en un ser, y menos en un hacer. 
La ofensiva contra Martín Guzman por parte del kirchnerismo es la ofensiva contra el esbozo de un plan económico que es el acuerdo con el Fondo. Ahora se entiende por qué Alberto Fernandez nunca quiso tener un plan económico: no tenía permiso. La mera posibilidad de trazar un plan estaba condenada antes de nacer. Entonces mejor andar a tientas antes que dejar en evidencia su carencia existencial que no es otra cosa que la carencia de poder. 
 
Para el presidente, el mero hecho de permanecer se ha convertido en la única sustancia de su poder. Y permanecer no es gobernar. Condena a la misma insustancialidad a su ministro de economía que dependiente de sí mismo, convierte en desafíos esas burocráticas y aburridas reuniones en Washington en las que avisa que el acuerdo con el Fondo mantiene las metas originales y toma te con Kristalina. Los muchachos cristinistas se ponen que trinan. El edulcorante de la ayuda social con los bonos para paliar la inflación no hizo mella en su ferocidad. En los preparativos para la primera revisión del organismo de crédito, la ofensiva se ha vuelto descarnada. 
¿Soltará el presidente a Guzmán? Puede pasar que el mandatario, ya acostumbrado a las humillaciones, ejerza su única fortaleza para mantenerlo en el cargo: no hacer nada. El problema es que será lo mismo que podrá hacer cuando el ministro intente de nuevo la osadía de avanzar con algo de sus propuestas. El presidente tampoco hará nada. Kristalina deberá preparar mucho te.
 
 La insoportable levedad de Alberto Fernandez no sólo consuma desilusión entre los suyos y rabia entre los cristinistas, también recae sobre una sociedad que en medio del vértigo de la crisis, transita como si no existiera un gobierno, a tientas y abandonada, mientras el costo de vida vuela por el aire.
 Aunque Cristina Kirchner quiera disimularlo, este fue y sigue siendo su experimento. Ahora, disimula y se contenta con el asedio, a la justicia y a su propio presidente. En lo primero le va la vida, en lo segundo le va el futuro. Convencer a su núcleo duro de que luchan contra el Fondo desde adentro, que no permitirán que nada cambie y que están a tiro de agazaparse en los últimos reductos de resistencia de Alberto Fernandez. Para dividir a la oposición ya cuentan con el cuño de Javier Milei. Y el sentido de la coherencia nunca fue algo que les importara. Como ya no pueden ofrecer confianza, ni heladera llena, ofrecen religión para sus fanáticos reclamando medidas para las que no hay plata. Total, aunque ellos saben que eso no es posible, los contentan con las baratijas del griterío. A eso ha llegado el cristinismo. A sus fieles sólo tienen para ofrecerles, retórica inflamada y que los fieles también actúen como si no fueran gobierno. Mímicas de populismo, para lo que se ha convertido en mera decadencia y voracidad. 
 

Por esto último, por esa vena de la voracidad, que no es broma y siempre está lista para el zarpazo, es que el propio presidente no puede bajar la guardia aunque esté acostumbrado al ninguneo. Sólo lo salva que el congreso tenga más bancas de la oposición que pueden poner los frenos de los que él es incapaz. Ahora se entiende, el perdimos ganando. La dignidad no es un tema importante para el que sólo busca donde esconderse. La cuestión es seguir ahí, en la covacha de un gobierno que siempre está por empezar. Si su tropa debe sufrir humillaciones que no se queje, fíjense qué bien le sale a él, que ya ni se da cuenta.