El argumento del enojo de Cristina por las expresiones en off de un funcionario que no daba la cara quedó desmantelado. Matias Kulfas no sólo había acusado en On a los funcionarios de la vicepresidenta por la licitación del gasoducto Nestor Kirchner, también los acusó en forma documentada en su renuncia oficial.
¿Qué debería haber hecho un gobierno serio ante una afirmación que puede implicar la comisión de un delito? El propio presidente debería haberse puesto al frente de garantizar una investigación transparente y a disposición de la justicia; y eventualmente ofrecer explicaciones técnicas con los funcionarios del área para no dejar dudas de probidad. Pero no. Luego de saludar al ya ex ministro que había sido uno de sus hombres más fieles, y que se fue con aplausos de la gente de su cartera y llamando “amigo” al presidente, Alberto Fernandez, hizo rechazar y desmentir su renuncia por la portavoz oficial. El presidente eligió quedarse en la línea de complicidad. Proteger lo que sea que haya pasado. Asociarse a los que quedan en la mira por un ilícito si así se probara. No actúan como un gobierno, actúan como una banda. Ante eso estamos.
Inmediatamente después de que se conoció el tenor de la renuncia, y en base al encuentro entre el saliente funcionario y el mandatario, se había llegado a especular, con un respaldo tácito del presidente a la avanzada de Kulfas. Otra ilusoria intención que quedó para la lista de amagues de independencia que muy cándidamente muchos siguen esperando de Fernandez. Si no respalda a los propios cuando son sus escuderos menos lo hará cuando se marchan.
El gobierno nacional rechazó las acusaciones de Kulfas y el presidente retuiteó a su vocera informando la posición oficial, como si un rato antes no le hubiera dado la mano a su ministro.
El problema de los albertistas es que Alberto siempre termina siendo cristinista. Otros idos por la lapicera a control remoto de Cristina incluyen a la socia de toda la vida del mandatario, Marcela Losardo, y a hombres de su más estrecho círculo, como su vocero Juan Pablo Biondi, o Santiago Cafiero quien ocupaba la jefatura de gabinete. No es la gratitud ni la valentía lo que un albertista recibe a cambio. Esa sensación de quedarse solos en medio de la batalla la vivieron varias veces gobernadores y legisladores además de los funcionarios. ¿Quién puede jugarse por un presidente que no se juega por sí mismo? Atrás quedan las expresiones envalentonadas de Martin Guzmán cuando decía que gobernarán con los que estén alineados...
Claramente, gobiernan con los alineados, a Cristina. El resto terminan alienados. Y ahora, en Economía, las balas pican cerca.
La otra cuestión tiene que ver con algo muy evidente ¿Cómo puede ser tan difícil hacer un gasoducto que conviene por donde se lo mire? Cuesta apenas un poco más de lo que se gasta en un solo mes por importaciones de gas y solucionaría problemas graves ¿Lo quieren hacer realmente? ¿O en realidad quieren demorarlo? ¿No será que les conviene seguir importando gas? ¿Por qué razones si las importaciones cuestan un dineral que sólo desangra las reservas del Banco Central? Las respuestas a estas preguntas remiten al corazón de las tinieblas. Pero esta controvertida decisión política también aparece consignada en la propia denuncia de Kulfas. Y eso apunta al núcleo del comando cristinista en el sector energético. Primero Kulfas refiere haber elaborado el Plan Gas 2020 para ahorrar divisas y aumentar la producción pero agrega que aparecieron voces críticas que paradójicamente consideraban “caro un precio que estaba por debajo de los niveles históricos del gas importado”. Kulfas está confirmando que prefirieron seguir pagando la costosa importación y arroja un haz de luz a un área que ni el Presidente se atreve a mirar. ¿Lo hará la justicia?
Es curioso, Cristina basó la argumentación de su defensa legal ante causas de corrupción, afirmando que existió lawfare, o persecución política orquestada desde la justicia. Esta vez, la eventual corrupción queda expuesta por un funcionario de su propio gobierno. ¿Qué dirán ahora? ¿Será un extraño caso de lawfare auto infligido? Ayer fue Máximo Kirchner quien reconoció el daño que deviene del episodio
La interna ha dejado la degradación expuesta en la superficie. Pero también ha herido lo que parecía ser el último intento de rumbo propio del presidente. Alberto Fernandez encarará la cumbre de las Américas con una soledad política que él mismo supo construir. Lo que queda de su mandato está sumido en una bruma peor que la que cubre hoy Buenos Aires. Y esa incertidumbre se paga en cada intersticio de la vida nacional. Afirman que hizo prevalecer la unidad, cuando decidió echar a Kulfas. Al escándalo por el gasoducto sin embargo, lo inició Cristina el mismo día que la licitación se había publicado en el boletín oficial. Increíble. Lo dejó muerto antes de nacer.
Mientras tanto, en el país, la crisis energética tiene otras caras como las escuelas sin gas o 19 provincias sin gasoil en plena cosecha. Difícil, difícil que sigan diciendo “primero la gente”, cuando la única prioridad parece ser la interna. La interna y vaya a saber qué intereses inconfesables.