Claudio María Domínguez nació en Buenos Aires un 13 de agosto. Nació con una memoria privilegiada, en una familia de pocos recursos económicos. Tuvo una infancia dolorosa, con un padre bohemio, casi ausente, y una madre demasiado exigente, que lo llevaron a ser quien es hoy. Un ser humano por demás resiliente que tiene más de 8 millones de seguidores en las redes sociales; 18 libros editados, más de 4 millones vendidos, 6.000.000 de ejemplares de su revista. Y, sobretodo una vida feliz.
Su infancia no fue fácil, la presión empezó en su propia familia, puertas adentro de su casa: “En mi casa éramos muy, muy pobres. Mi casa estaba llena de libros, pero no teníamos para comer. A los tres años ya empezaron a darme una formación para la cultura, ya sabía leer y escribir y pedía más. A los seis ,6 idiomas. Había una especie de desesperación, de pensar: si este pibe descuella en el plano cultural puede modificar el destino de la familia. Mi viejo conocía a Alejandro Romay y buscaba contactos, mi vieja me llevaba a castings en televisión. Tenían la certeza que yo sería su salvación.” Recuerda hoy Claudio.
Y como pensaba su familia, fue su salvación. Se hizo conocido a nivel masivo, desde los 9 años de edad, por participar y ganar, dos veces seguidas, el ansiado premio de un millón de pesos en el ciclo televisivo “Odol pregunta”, contestando sobre mitología griega y “la Iliada” y “La Odisea”. Convirtiéndose en un fenómeno extraordinario con ratings históricos, nunca más igualados en la televisión argentina y así lo relata: “Insistí mucho para entrar a Odol pregunta. Yo veía el programa y desde los seis años, llamaba yo mismo e insistía, obviamente no me tenían en cuenta, pero yo insistí hasta que me dieron la oportunidad. No tenía dudas que iba a ganar y gané. Contesté sobre mitología griega, que a mí me fascinaba, mi objetivo era ganar para sacar a mi padre de la cárcel. Mi papá estaba preso por dar cheques sin fondos. Incluso el canal me adelantó dinero para que mi padre pudiese estar en la final del programa. Gané un millón de pesos y eso le dio gran alivio a la familia.”
Rememorando aquellos tiempos de fama, Claudio recordó:“La masividad no era lo más agradable para mí, pero fue mi salida. No fue fácil a los 9 años ser el súper pibe, el niño prodigio, el hijo que toda madre quería tener, ser objeto de admiración y odios. Sufrí bullying y nunca volví a tener una vida pública normal”. Aseguró Claudio.
La vida de Claudio María Domínguez impacta por su dureza, refiriéndose a sus padres, contó:”Mi papá fue un bohemio que se ausentaba y mi mamá una mujer que me exigía de más. Nunca sabíamos dónde estaba papá, ni él se preocupaba por hacérnoslo saber. Mamá lo buscaba durante muchas madrugadas en los cafés de Av. de Mayo, perdido entre los poemas y el ajedrez. Un día papá se cansó y fue apareciendo cada vez menos en nuestras vidas. Lo único que recuerdo entre ellos era deterioro, nada parecido a la ternura, ni la empatía”.
Cuando el conductor tenía 11 años, en medio de una prueba de matemáticas, le avisaron que su padre, al que adoraba pese a todo, había muerto: “Vivió poco y esa sería mi gran recriminación. En aquel tiempo lo ví muy pocas veces, nunca convivía con nosotros por la obvia incapacidad de relacionarse con mi mamá. Me hubiera gustado tener otro vinculo, más charlas, poder disfrutarlo más.” Detalló Claudio.
Durante el velorio, vio que un líquido se escapaba de entre los labios del cadáver. Pensó que su padre estaba vivo y antes de que cerraran el cajón, metió una nota que decía: “Volvé pronto”. Pese a su corta edad, no era la primera muerte que sufría. Cuatro años antes, uno de sus amigos de la escuela había fallecido en un accidente. Al notar la furia de su nieto, su abuela materna le habló de la reencarnación, idea que lo alivió y no dejó de acompañarlo hasta estos días: “Mis abuelos eran más inteligentes, más humanos que mis padres; ellos veían en mí algo más que un producto. Los he amado muchísimo. La verdad es que preferí la ausencia de mi padre a la presencia de mi madre. Ninguno era el malo; sólo eran dos personas unidas en su ignorancia".
“Después de Odol, la exigencia en mi casa fue peor, siempre tenía que ser el mejor. Cuando murió papa todo se agudizó con mi madre y a los casi doce años, me fui de mi casa. Tuve que ver a un juez que me independizara para viajar por el mundo, porque mi madre no me dejaba. El Juez me autorizó, previo conseguirme una pareja de tutores. Luego me compre mi propio departamento".
Y de niño prodigio pasó a joven brillante. Comenzó su carrera periodística. Trabajó en distintos ciclos de televisión. Viajó por el mundo, entre sus 13 y 30 años, entrevistando a grandes personalidades de las artes, la política, el deporte, como García Márquez, Paul Mc Cartney, Frank Sinatra, Barbra Streisand, Meryl Streep, Francis Coppola, Robert De Niro, Bob Fosse, Liza Minnelli, Maia Plissetskaia, Baryshnikov, Claude Lelouch, Bernardo Bertolucci, Vittorio Gassman, Belmondo, Alain Delon, Catherine Deneuve, Jane Fonda, El Dr. Favaloro, Ernesto Sabato, Bioy Casares, Celine Dion.
“Cuando acompañe a Favaloro a un congreso de cirugía cardíaca y vascular que presidió en Boston, aproveche para comprar VHS porno y traerlos escondidos en la valija. Después me convertí en distribuidor cinematográfico, y comencé a titular películas.” Uno de sus hallazgos fue haber bautizado “Déjala morir adentro” a un filme que se llamaba Querida Julia. Gracias al cambio de titulo fue un gran éxito de recaudación.
A los 30, con una vida envidiable, sintió angustia existencial y así lo cuenta: “Me había aburrido de conseguir todo lo que el mundo me pedía que tuviera. Había conocido las mieles dudosas del éxito exterior. ¿Qué iba a buscar? ¿Más medallas de oro, más guitita, más viajes? Empecé a sentir una gran carencia emocional. Hasta gritaba y lloraba arrodillado, cuando estaba solo . Ya no quería nada de afuera. Había llegado a lo que en la India llaman la noche oscura del alma”.
Y a los 33 años dejó de lado el mundo “frívolo” del espectáculo para entrevistar y aprender al lado de grandes seres espirituales como el papa Juan Pablo II, el Dalai Lama, la Madre Teresa, Sai Baba, Amma, y otros difusores y autores de la talla de Paulo Coelho, Deepak Chopra, Trigueirinho, y Louise hay. Ya había encontrado, su misión en la vida.
Nunca se casó, aunque dos grandes amores lo marcaron. Marisa, con la que tuvo dos hijos (ahora médicos) y Eliana, con la que tiene dos nenas chicas, Amma y Devi. Ser padre fue un gran desafío, lo más importante fue no repetir la historia: “Nunca volqué sobre mis hijos las exigencias que yo había tenido. Traté y trato de darles las herramientas necesarias y la mayor libertad posible. Lo más importante en la vida es poder ser feliz”.
Pasó por muchas pero, desde muy pequeño, logró sobreponerse a todo y hoy, haciendo un recorrido por su vida, asegura: “Miro mi vida hacia atrás y no me da tristeza, ni pena, sino ternura y alegría de ver como sobreviví a todo eso. Estoy eternamente agradecido a cada instante de la vida que viví. Todo me dejó una enseñanza. Hoy se lo que es el perdón, la aceptación y el no guardar rencor por el pasado. Lo que no pude vivir con mi padre ya está y a mi madre aprendí a comprenderla y no esperar de ella lo que no puede dar. Con el tiempo aprendí a crear mi propio destino y mi felicidad".
Su vida, su inspiradora historia completa, en su propia voz, aquí en íntimamente con Alejandra Rubio.