María Eugenia Flórez, es su nombre verdadero. Su nombre artístico lo eligió su marido en honor a la virgen de Fátima. Es actriz, humorista, imitadora, bailarina, vedette, cantante y conductora. Su familia, en principio, no apoyó su camino y hasta quedó de “patitas en la calle” para ir atrás de sus sueños.
Nació en Olivos y allí vivió durante toda su infancia hasta la secundaria. Jugó al hockey desde los 6 a los 14 años. Su padre fue arquitecto y su madre profesora de geografía. Tiene una hermana dos años mayor: “Mis padres estuvieron juntos hasta mis 9 años, después se separaron, me dolió y me costó sobrellevarlo, pero los dos estuvieron siempre muy presente en mi vida. Los dos me formaron, de ellos heredé la capacidad de trabajo. El deporte me dio disciplina y me ayudó a saber compartir en grupo. Querían federarme, pero yo preferí volcarme a lo artístico. A los 15 empecé a prepararme, nunca quise ser una improvisada. Empecé a estudiar baile, canto, actuación y volcarme de lleno a formarme para esta profesión. Comencé estudiando actuación con Doria y hasta fui a Cuba a tomar seminarios de baile preparándome con todo porque sabia que, en algún momento, la oportunidad la iba a tener y quería estar preparada".
Fátima sabía que el camino sería duro y estaba dispuesta a atravesarlo, pero en su casa la decisión que fuese artista fue muy mal tomada: “A mis padres no les cayó nada bien la decisión. Me dejaban elegirla, pero como hobby, no como una carrera. Me decían: ‘Te vas a morir de hambre’. ‘No vas a conseguir trabajo’… Para ellos el panorama era muy negativo, pero yo siempre fui rebelde, siempre traté de escuchar mi corazón y seguir con lo que yo sentía y creía que era correcto. Siendo muy chica, decidí jugármela y empezar de abajo, aunque no tuviera ningún apoyo. Al poco tiempo hasta me tuve que ir de casa por esta elección. ‘Si querés seguir con lo artístico, afuera’ me dijeron jajaja. Me pusieron las maletas en la puerta y hoy con el tiempo los agradezco. Si te dan todo servido en la mano no valoras lo que cuesta todo. Cuando trabajas al filo, uno se esfuerza más. Decís: ‘O consigo algo o no como’. No hay opción".
De chica hablaba poco. Era muy introvertida. Durante la escuela primaria realizaba imitaciones de sus maestros y profesores, particularmente de la maestra de 5.º grado Norma Kauffman, pero no pensaba que su destino sería la imitación. La primera imitación que hizo en su vida fue la de Xuxa. "Tenía 5 o 6 años. Me presenté a un casting y gané. Me llevé una muñeca. La Admiraba tanto que iba siempre a su programa. Tengo mil fotos con ella. Ya me conocía de tanto que iba. Tengo hermosos recuerdos, incluso un VHS de cuando fui a jugar. Con los anos, mi marido, para un cumpleaños, me regaló un saludo de ella desde Brasil y se acordaba de mi. Fue emocionante." Recuerda Fátima acerca de sus comienzos.
Una etapa por demás difícil en su vida fue su paso por la anorexia: “La anorexia fue mi etapa más dolorosa. Más difícil. Tenía el sueño de ser artista y a mi familia no le cuadraba. Gracias a Dios, no duró mucho. Un año de reclusión. Fue a los 16 años. Me veía en el espejo y no veía la realidad. Mentía, no comía. Mis padres no entendían. Era raro. Dejé hockey. Empecé con problemas hormonales. Los médicos se dieron cuenta de que no me estaba alimentando. De lo malo me recupero rápido. Llegué a pesar 40 y tantos. Ya tenía esta altura y los huesos grandes. No llegué a un nivel extremo. Gracias a Dios nunca más tuve problemas. Me encanta comer bien y la buena comida. En ese momento tenía la autoestima como un felpudo. Me empecé a acercar cada vez más a la iglesia. A leer la Biblia y a quererme más y eso me ayudo muchísimo. Hoy como mucho. Cuando hago teatro, pierdo 3 o 4 kilos por semana y tengo que comer grandes cantidades para mantenerme en peso. Nunca más pase por aquella locura", se sinceró la actriz.
Fátima empezó su carrera profesional a los 17 años formando parte como bailarina y asistente de coreografías de distintas obras dirigidas por Pepe Cibrián Campoy, tales como “El Jorobado de París”, “Drácula” y “El Rey David”: “Trabajar con Pepe fue tocar el cielo con las manos. Mi primer logro grande. No podía creerlo poder estudiar con él, 7hs por día de canto, baile y actuación al lado de el más grande .A la tercer clase me puso de asistente de coreografía. Era como un sueño, el propio Pepe Cibrián había puesto los ojos en mí y me aprobaba. Trabaje dos años con él y tengo los mejores recuerdos, siempre lo admire muchísimo. Aprendí mucho, sobretodo que esta profesión no es ‘soplar y hacer botellas’, que hay que prepararse y duro. Que hay que tener disciplina y responsabilidad”.
A los 19 años se tuvo que ir de su casa y a los de 20, viajó a Perú para participar de un programa de TV, y fue allí donde se puso de novio con su actual marido y primer novio Norberto Marcos, quien descubrió su don como imitadora y la bautizó como Fátima: “Mi marido, ni bien me conoció me cambio el nombre. Desde los 20 soy Fátima no solamente arriba del escenario, hasta mi familia dejo de llamarme María Eugenia y me dicen Fátima. La familia de mi marido siempre tuvieron santería y el es muy devoto de la Virgen de Lourdes y Fátima. Con Flórez pega mejor Fátima y yo lo acepte enseguida, me encantó”.
En cuanto a su historia de amor, la actriz asegura: “Con Norberto nos reencontramos en Perú y fue muy fuerte la conexión que tuvimos. Soy una afortunada en haberlo conocido. El fue mi primer hombre y hoy sigo muy enamorada. Hemos pasado momentos muy difíciles, pero eso también nos unió. En la profesión decían: ‘Fátima no va a llegar a nada por el marido. La cuida mucho, está muy atrás’. Hoy con orgullo puedo decir que se equivocaron".
La humorista que se hizo un lugar en el escenario a fuerza de mucho trabajo y talento, asegura: "Luché mucho por tener mi lugar, había prejuicios con el humor y la mujer. Muchos me recomendaron dedicarme a otro rubro, me decían que las mujeres no hacían reír, “apostá al cuerpo”. A la mujer siempre se la utilizó como remate de chiste. Luché mucho por tener mi lugar. Tuve que remar mucho. Pero seguí adelante, era mi misión. Los imitadores ,históricamente, en nuestro país fueron hombres. Yo no sabía si por ser mujer me iban a dar bolilla. Yo misma tenía prejuicios por ser mujer. En los últimos años hemos crecido mucho como sociedad y eso se traduce en lo artístico, aunque aún falta mucho – continua la artista -.sola tuve que hacerme camino. Yo soy una remadora, peleadora, batalladora… Siento que a veces, por ser mujer, se me castiga un poco y se me exige mucho más. Pero nada me desanima”.
Miércoles, 07 Octubre 2020 19:33
Fátima Flórez: “La anorexia fue mi etapa más dolorosa”
La diva de las mil caras, indiscutideblemente la mejor imitadora de la Argentina repasó su vida: Su infancia, el inicio de su carrera, su paso por la anorexia y lo difícil que es ser humorista mujer en un mundo machista.
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