Nahuel Pennisi no estudió música. La aprendió escuchando canciones, preguntando. En su familia el amor, la pobreza y la música sobraban. “La intuición para mí es todo, incluso más que el oído”, comenta mientras relata:" Mis padres son músicos y en casa siempre había música e instrumentos. Con cuatro anos ellos me dieron un bajo, que como era muy grande para mí, lo ponían sobre la cama para que no se me cayera. Aprendí a tocar "jugando". Por ese modo de aprendizaje, autodidacta, Nahuel toca desde siempre con la guitarra acostada sobre sus piernas, un modo que según él mismo contó lo obligó "a desarrollar una técnica propia.
Una noche, ladrones entraron a su casa y le robaron todo. También el instrumento que era casi un extensión de su cuerpo. La tristeza fue tan grande que decidió no tocar más ninguna música, ni tener el anhelo de otro regalo igual. Pero Fabiana, su madre, lo sorprendió una mañana del día del niño y una guitarra criolla que una amiga de la familia le obsequió. Tenía 9 años y volvió a sonreír gracias a la música.
Quien descubrió su ceguera fue su abuelo y, junto a sus padres, le ensenó que esa condición jamás sería un impedimento en su vida. Le ensenaron a vivir sin miedo, a correr atrás de una pelota. A asumir su realidad. “Recuerdo un día volví del colegio llorando, le dije: ‘En el colegio los chicos me dicen ciego’ y mi abuelo, lejos de compadecerse de mí, me dijo: ‘Si sos ciego!!! Cuál es el problema?’. Parece duró, pero fue muy tan real. Una buena forma de prepararme para el mundo. Hoy te puedo decir que para mí ser flaco, ser rengo, ser gordo o no ver es lo mismo; es solo una característica que existe y que tenemos, pero nada más. Aprendí a verlo así. Siempre quise que me conozcan por lo que hago y no por lo que soy. Lo bueno, es que llegue a lograrlo”
Sus padres comenzaron a cantar en la iglesia Santa Lucía que pertenece al Movimiento de la Palabra de Dios y lo sumaron para que cantara con ellos. “Creo en Dios. Tengo fe. Mi vínculo con Dios es personal. Es inimaginable. Dios está en las personas, en Mercedes Sosa, en Camarón, en Spinetta. Porque como Dios, no los conocí, pero están en mi”, dice Nahuel.
Las peñas de Varela le dieron las primeras experiencias con el público. Llegaba el hecho artístico como una manera de comunicarse. Pero quería más y decidió empezar a tocar en la calle: “Cuando estaba en segundo año del secundario empecé a tocar en la calle por unas ganas de tocar hacia toda la gente, compartir lo que me gusta con todos, y sentía que el escenario era la calle. Empecé en Lomas (de Zamora), después pasé por Quilmes, cerca ahí, de Varela, y después llegué a Florida. La idea era compartir lo que hacía y, al mismo tiempo, era una fuente de trabajo. Iba dos veces por semana. Cantaba sin amplificación. Tenía que cantar fuerte para que me escuchasen.” Recuerda el cantante de aquellos momentos frente a la Galería Jardín, donde su abuela Marisa lo acompañaba, como en muchas de sus travesuras, pero esta vez en lo que forjaría su profesión.
Continuando con el relato, Nahuel asegura: “Tenía 16 años ,era muy chico y tenía muchas ambiciones. Estaba convencido de que la música era importante para mí y desde que arranqué en la calle entendí que era mi vocación. Mi vieja medio que no lo imaginaba, aunque yo varias veces le venía diciendo. Ella no se imaginaba que me fuera a animar. Un día fui al fondo de mi casa, donde estaban ellos descansando, y les dije que me iba a tocar con mi abuela, que siempre fue muy cómplice, y ellos no lo podían creer. Mi padre tuvo una reacción diferente, pero porque él es quizás más seguro, nos permite golpearnos y si tenemos que aprender algo nos invita a vivir todas las experiencias posibles, no evitarlas. De todas formas, desde ese día ellos se quedaron tranquilos porque supieron que el día que no estuvieran yo podría hacer algo para vivir. Me iba a saber defender en la vida. Buscar , no solo como sobrevivir, sino como ingeniármelas para lograr lo que me propusiera y ser feliz".
Luego ganó un Pre Cosquín con una canción en homenaje al Chango Nieto y la televisión no fue indiferente. La gente empezó a ver a ese chico ciego que tocaba la guitarra de una manera rara, gustaba. Un día Luis Salinas le dijo: “Che, venite a tocar conmigo”, y ahí arrancó su mundo profesional y un reconocimiento de los grandes de nuestra música, que no esperaba: “Nunca lo imaginé. Pero tampoco no lo busqué ni lo esperé. Recuerdo como si fuera hoy cuando les dije a mis viejos que quería tocar en la calle, que tenía ganas de disfrutar las cosas sencillas a través de la música. El cantar en Las Vegas, en la gala de los Grammy, y recordar a los músicos de mis comienzos, fue algo que me emocionó hasta las lágrimas. La vida me sorprende día a día. Yo solo quería cantar, ser feliz con la música, esa era toda mi expectativa. Todo lo que vino después es yapa. Agradezco que la vida me sorprenda".
Y la vida lo sorprendió superando todos sus sueños. Hoy tiene una hermosa familia, es padre y está a punto de sacar un nuevo material. Aquel chiquito que empezó tocando un bajo como juego, hoy se convirtió en un músico que pisa los escenarios del mundo y emociona con sus canciones.
Su vida y su historia completa, en su propia voz, aquí en Íntimamente con Alejandra Rubio.
Miércoles, 14 Octubre 2020 15:25
Nahuel Pennisi: De cantar a la gorra, a los escenarios del mundo
Es guitarrista, compositor, autodidacta y uno de los cantantes más ascendentes de nuestro país. Ser ciego de nacimiento, para el público ya es anecdótico. Pasó de cantar a la gorra, a ser artista de la SONY, revelación en Cosquín, ganar el premio Gardel, cantar y ser nominado a los premios Grammy, grabar un disco en Los Ángeles, emocionar hasta las lágrimas al cantar el Himno Nacional antes del partido de la selección Argentina y mucho más. Un artista que no tiene techo y sabe disfrutar el camino.
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