Cambiaron mucho las cosas para Carlos Carrascosa en los últimos 15 años. En la madrugada del jueves 12 de julio de 2007, el viudo de María Marta García Belsunce fue condenado por el encubrimiento del crimen de su esposa en la misma sala de audiencias ubicada en el entrepiso de los Tribunales de San Isidro. En el medio, Casación modificó ese fallo y lo condenó a perpetua por el homicidio. Pasó varios años preso, hasta que la causa dio un vuelco y en 2018 fue absuelto. Hoy volvió a esa sala, pero ahora como testigo y particular damnificado.
El miércoles 11 de julio de 2007, Carrascosa llegó al edificio de la calle Ituzaingó vestido con camisa rosa, pantalón pinzado, saco azul y mocasines. Llevaba el pelo prolijamente cortado y lucía bigotes. Fue una jornada extensa y agotadora en la que el viudo comió chicles y pastillas Tic Tac, besó más de una vez un crucifijo e intercambió algunas palabras con sus abogados.
La lectura de la sentencia llevaba ya siete horas cuando, a pedido de las partes, el Tribunal Oral Nº 6 de San Isidro decidió interrumpir los fundamentos del fallo y pasar directamente al veredicto. Así, cerca de la 1 de la mañana ya del jueves, Carrascosa escuchó su condena: cinco años y medio de prisión por encubrir el crimen de su esposa. De inmediato, los jueces ordenaron su detención. En medio de los gritos de sus familiares y la conmoción generalizada de otros presentes, los abogados hicieron un último intento para evitar que fuera preso, pero el tribunal no modificó su postura.
Carrascosa firmó el acta, se abrazó con algunos amigos que lloraron en su hombro, salió de la sala de audiencias esposado y partió de los tribunales rumbo a la DDI de San Isidro. El clima estaba tenso. "¡Hijo de puta! ¡cagón! ¡Estás loco!, ¿qué hiciste?", le gritaron al fiscal Diego Molina Pico allegados de Carrascosa. Fue en la vereda de los tribunales, por lo que el fiscal tuvo que dejar el edificio con custodia policial.
Ese día Nicolás Pachelo siguió en vivo la audiencia por televisión desde el despacho de su abogado Roberto Ribas.
Hoy todo fue distinto. El viudo llegó a los tribunales poco antes de las 10:30. Atravesó el hall de ingreso en medio de una maraña de periodistas y el único sobresalto que tuvo fue cuando una mujer le gritó “Belsunce asesino”. A diferencia de la prolijidad que mostró en 2007, esta vez se presentó menos formal, con la barba crecida, campera azul, camisa celeste a rayas, un jean ancho y zapatillas Adidas negras. Esta vez el que entró esposado fue Pachelo.
La audiencia comenzó a las 11 en punto. La sala estaba colmada. En el lugar reservado para el público se ubicaron las dos mujeres que hicieron el blog en su defensa, María Luján Falsetti y Jorgelina Fernández, junto con Horacio García Belsunce, uno de los hijos de Pichi Taylor y otros amigos.
Antes de que el fiscal Patricio Ferrari comenzara con las preguntas el viudo lo interrumpió y pidió la palabra: “Hace 20 años que estoy esperando este momento de ser particular damnificado y estar frente al asesino de mi mujer”.
El viudo empezó su relato recordando cómo conoció a María Marta, cómo llegaron al Carmel -curiosamente porque sufrieron un violento asalto en una quinta y optaron por la seguridad de un country- y luego describió su carácter y la relación que mantuvieron. Con su cuerpo ladeado hacia la derecha, voz pausada y tono campechano, a veces alejándose del micrófono, se adentró en el relato de los meses previos al crimen de María Marta, su rutina y el secuestro del perro Tom.