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Viernes, 11 Agosto 2023 15:31

"Malditos"

Volvé a escuchar el comentario editorial de Cristina Pérez en Cristina Sin Vueltas

La de Juan Carlos era una historia de redención a puro sacrificio. En la villa de Lugano vivía de chico, pero con enormes esfuerzos había logrado recibirse de médico en la UBA. Su hermana cuenta que dormía en los armarios porque no tenía plata para volver de las prácticas y comía lo que podía. Tenía cuatro trabajos. Como jefe de la guardia del Hospital Ramón Carrillo en Tres de Febrero, era de los que durante la pandemia no dormían por atender enfermos. Había salvado a muchos vecinos, pero también a ladrones baleados en el Fuerte Apache. Lo hacía feliz salvar vidas. Acababa de ser nombrado jefe de quirófano y en la última charla con su hermana habían hablado del crimen de Morena. Eso lo tenía indignado y ella le contó que de ahora en más no dejaría salir solo a su hijo de 14.

Pero la historia de superación y compromiso del médico Juan Carlos Cruz, iba a tener su hora fatal en 19 segundos, y en la puerta de su casa. Uno de los lugares más peligrosos para cualquier habitante del desolado conurbano. Allí, no contentos con robarle el auto, lo fusilaron de un tiro en la cabeza. Toda una vida en 19 segundos. A las 16:59 una cámara de supuesta seguridad registró inútilmente la escena irreversible en una calle de Morón abandonada por la ley. A Cruz, que vivía para salvar vidas, lo mataron como si su vida no importara.

Enluta a la Argentina la muerte por goteo de los buenos, los inocentes y los justos. Una niña, un médico y un profesor en sólo 48 horas. Que no les importe tu vida, a los que malogran la propia entre droga y delito no es el peor de los contrasentidos. Que no la valore el estado que deserta de su deber de protegerte, es pecado, es infamia, es complicidad.

En las calles del conurbano impera la delincuencia. En ese imperio del mal vaciado de justicia, tiemblan las rodillas cuando aparece una moto, se anuda la garganta al esperar el colectivo, se cierra el pecho de de miedo al entrar o salir de la casa. Es tan fácil salir a robar y a matar, como es difícil salir a trabajar o estudiar. Los buenos están presos, los malos están libres. No es que de igual el bien y el mal. El mal recibe premio y el bien ni justicia.

El clamor para que combatan el delito, no es una consigna de la derecha, es el grito y la exigencia de millones de ciudadanos comunes con libertad condicionada, con la vida condicionada, que sobreviven amenazados por la ruleta asesina en que se ha convertido la existencia en territorio bonaerense. A los que tanto hablan de derechos, que el estado te garantice la seguridad es un derecho.  

“Nos matan los sueños”, dijo la hermana del doctor Juan Carlos Cruz. Su sueño era el de enseñar para dejar su legado a futuros médicos. ¿Cuánto bien perdemos por tanto mal? Maldita Inseguridad. Malditos. Es urgente que declaren la emergencia en seguridad. Rosario está cada vez más cerca.