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Viernes, 16 Junio 2023 15:55

No imponer una candidatura única adelanta la debilidad de Cristina

No es que Cristina Kirchner cedió a que haya internas presidenciales en el peronismo por primera vez después de 35 años, no es que cedió, es que no pudo evitarlo.

Las presiones contra la candidatura de Daniel Scioli habían sido leoninas: un 40% de votos para entrar en las listas y desde el puesto número 10.

 

Contra Scioli y contra el presidente que era el principal impulsor de las primarias en el peronismo y que se había atrevido a decir que buscaba la democratización del partido y el fin de los personalismos.  

 

 

Sí. En otras palabras, Alberto le dijo una y otra vez a Cristina que con ella el partido no tenía democracia. No había posibilidad de que a Cristina Kirchner esto le pareciera una buena idea. Ella que se había bajado tres veces de la candidatura en medio de un operativo clamor que incluyó estudios de televisión y acto en Plaza de Mayo, lo que buscaba era lo de siempre: ordenar el espacio a su voluntad. ¿Cómo alguien se atrevía a desafiarla? Por eso ayer, desde Santa Cruz, replegada en su casa matriz, dejó ver su enojo con los oponentes internos a los que acusó de amenazar con ir al partido judicial.

 

Toda esta discusión de que si hay paso candidatura única, la responsabilidad es gobernar… menor conflictividad posible, esa es mi idea, pero es mi idea.

 

 

Otra cosa de la que la vicepresidenta no se privó es de tomar distancia de un gobierno del que ella es definitivamente la autora intelectual: el gobierno de Alberto Fernandez que es un fracaso al que ella le quiere sacar la firma. Pero Cristina dice que los que fallaron fueron otros, y volvió a apuntarle a Martin Guzman.

 

Cristina no logró imponer una candidatura única en el peronismo y esto expone su debilidad. Y encima fue vencida en la pulseada por la persona a la que más desprecia: el presidente que ella puso a dedo y ahora le dice que los personalismos están mal. En términos políticos la derrotó un fantasma que hace un año no gobierna ni el gobierno que comparten.

La furia en el comunicado del PJ bonaerense presidido por Máximo Kirchner que hablaba de vanidades y cartel ya anticipaba la impotencia. Hasta Scioli que nunca se le había rebelado, la desafiaba esta vez con su insistencia en ser candidato presidencial. Vaya paradoja hubiera sido que el mismo espacio que llora la proscripción de su líder terminara proscribiendo a otro candidato.

La contradicción aparecía por todos lados. Pero qué quiere decir que Cristina no haya podido, como quería, asegurar un candidato único. Quiere decir algo que pocos se atreven a nombrar. Que aún antes de una elección donde se ponga en juego su hegemonía Cristina perdió la capacidad de imponer su voluntad. Ella no pudo ordenar la interna de su partido. Lo que acaba de pasar, es que Cristina perdió aún antes de perder en las PASO. Es la derrota interna que ella quería evitar. Por eso, ahora puede pasar cualquier cosa.

Primero intentarán evitar a toda costa que Scioli sea candidato en los días que quedan de aquí al 24 del cierre de listas. En el entorno del embajador en Brasil esperan que sigan intentando modificar el reglamento para complicar su participación.

Ahora, si eso es inevitable, Cristina estará obligada a ganar la interna, ya no sólo para mantenerse en el poder nacional, lo que parece dificilísimo, o para conservar la provincia de Buenos Aires, sino para mantener la hegemonía de la facción kirchnerista dentro del peronismo. ¿Las bases votarán a quien ordene Cristina o votarán contra La Cámpora que es lo que ofrece Cristina? ¿Dónde quedará Massa en ese armado? ¿Tendrá que subir a Kicillof al ticket presidencial?

¿Quien iba a decir que justo ahora, cuando está vaciado de poder en su propio gobierno, el presidente le iba a pulsear a la vice por la lapicera? Igual, no es Alberto Fernandez, el que le tuerce el brazo a Cristina, o el que debilita su posición, es el desastre de este gobierno, que es también su gobierno aunque no quiera hacerse cargo.

 

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