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Martes, 28 Mayo 2024 12:29

"Una salida bajo sospecha de espionaje y la necesidad de sumar densidad política"

Volvé a escuchar el comentario editorial de Cristina Pérez en Cristina Sin Vueltas.

Antes de viajar a conocer al creador de Facebook, Milei le puso “No me gusta” a su jefe de Gabinete. Fue exactamente antes de volar hacia San Francisco que el agónico proceso que terminó con la salida de Nicolas Posse tuvo finalmente conclusión.

Que los decretos oficializando el cambio hayan sido tan inmediatos muestra que el presidente estaba ya decidido.

“Nicolas creyó que, como tantas veces, a Milei se le iba a pasar el enojo”, dice alguien que conoce la relación de amistad y trabajo que los unió por dos décadas. Pero algo grave habría ocurrido esta vez. Y los gestos duros del presidente durante el fin de semana revelaron que la discordia difícilmente tendría vuelta atrás. Ni en el Tedeum ni en Cordoba, el presidente lo había saludado, como sí estrechaba manos, daba abrazos y hacía gestos a otros ministros. Posse sobreactuó normalidad, confiado en que alguna gestión empresaria, o diplomática lo salvaría. Hubo de las dos. Pero la herida es honda.

Fuentes del gobierno del exclusivo círculo presidencial confirman que hubo espionaje contra los miembros del gabinete. Incluida Karina. Al menos dos ministros notaron raras coincidencias con información que procedía de conversaciones ocurridas en su intimidad. Al menos uno había tomado recaudos con controles por eventuales micrófonos y al menos dos se habían negado a usar los teléfonos encriptados ofrecidos por el propio Posse.

No es extraño que entre las primeras medidas el nuevo jefe de Gabinete anunciara que la AFI pasa a Presidencia. Y que junto a los decretos que aceptaban la renuncia de Posse y promovían a Guillermo Francos, se conociera el que descabezaba la Agencia Federal de Inteligencia en manos de un hombre de Posse, Silvestre Sivori.

Pero no era lo único. La elección de Guillermo Francos explica las carencias de Nicolás Posse. Un hombre de los negocios que desde el principio le puso condiciones al presidente: no hablar con los periodistas y no hablar. ¿Cómo hacer política sin hablar siendo un Jefe de Gabinete? Francos suma una densidad política que al gobierno le hacía falta y su locuacidad para reconocer campechanamente las cuestiones más sensibles marca la diferencia:

La ajenidad de Posse, como si fuera un controller, pero no alguien que ponía el cuerpo, le quitaban al presidente más que un fusible. Le quitaban coordinación y gestión. Posse intentó desde un principio controlar los ministerios, más que coordinarlos, ponerles cuña más que respaldarlos, y designar personas que le respondieran a él en lugares clave. Tomó bajo su órbita Inteligencia. Designó a los jefes policiales y militares. Y avanzó hacia las cajas de empresas públicas. Hoy el nuevo Jefe de Gabinete habló de descentralizar todo lo que acumulaba en su poder Nicolas Posse.

Pero además, Posse incumplió órdenes de austeridad como la de no subirse los sueldos. El presidente nunca digirió ese sapo.

¿Qué hubiera pasado si Macri echaba a Marcos Peña para reorientar su gobierno? Milei hizo lo que Macri no se animó a hacer. Lo que generalmente ningún presidente hace, por temor a que lo lean como un acto de debilidad: desprenderse de un funcionario neurálgico. Y aceptar una carencia, como en este caso la falta de política. En Francos, tiene precisamente eso. Más política.

Guillermo Francos se convierte así en un super ministro político ya que mantiene bajo su control la cartera de Interior devenida en secretaria. Al parecer más por una cuestión de organigrama y para hacerle espacio al nuevo ministerio de reforma del estado, o desregulación de la economía o de modernización que encabezará Federico Sturzzenegger, el hombre que diseñó el ambicioso plan de reformas que el gobierno incluyó en el mega DNU y la Ley Bases.

Todo ocurre en medio de las gestiones de última hora para lograr dictamen de la Ley que resulta clave para mostrar gobernabilidad y sobre todo para tener herramientas de gestión para desmantelar regulaciones y reactivar la economía.

El trámite implacable del Presidente, con los funcionarios que a su criterio no funcionan queda también como una advertencia para el resto del gabinete en cuanto a la permanente evaluación de resultados y el pragmatismo por sobre las relaciones personales.

Hay algo que hasta el final resultó sorprendente en el caso de Posse. Nunca pareció asimilar que, a pesar de la amistad, el presidente no era un par, sino, el presidente. Algo de esto también puede interpretarse de los dichos de Francos.