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Adriana Aguirre: “Voy a empezar a vender contenido sobre mis pies”
Domingo, 20 Octubre 2024 22:28

Adriana Aguirre: “Voy a empezar a vender contenido sobre mis pies”

La reconocida actriz y una de las mejores vedetes que dio la Argentina, que tiene en su haber más de 80 obras de teatro, casi 20 películas, más de 30 programas de televisión, 53 años de carrera artística y quien sabe reinventarse, como pocas, abrió su corazón en Íntimamente con Alejandra Rubio. Habló en detalle de su infancia, sus comienzos, su historia y como a los 72 años quiere empezar a monetizar su cuerpo abriendo una Only fans, pero mostrando sus pies: “Voy a hacer Feet Finder, que es monetizar fotos de mis pies. La idea surgió porque muchas veces voy a hacerme los pies y las manos, subo una historia a mi Instagram, se me llena de ‘like’ y de gente pidiéndome que le mande fotos. Me escriben para que muestre más mis pies y dije: ‘¿Porque no?’. Muchos famosos lo hacen. Silvina Escudero, por ejemplo, está en esa página mostrando sus pies, ella siempre me dice: ‘hacelo, hacelo’  y lo voy a hacer, tengo muchas ganas. ¿Un desnudo total? ¡Jamás! No lo hice ni cuando me ofrecieren Play Boy por mucha plata, menos lo haría ahora.” Aseguró la actriz que actualmente reparte su tiempo en la promoción de la última película de Luis Ortega “El Jockey”, elogiadísima por la crítica nacional e internacional, su lanzamiento como cantante con el tema “Adrianaaa” junto al artista uruguayo Pochín Mirkin y el programa “El Run Run del espectáculo” por Crónica TV.

Adriana Beatriz Aguirre Nació en Santo Tomé, Santa Fe, el 16 de diciembre de 1951. Y así cuenta la primera etapa de su vida: “Tuve una infancia muy feliz con mis dos hermanos, mis padres, mis abuelos y mis primos. En un principio vivíamos todos juntos en una casa antigua en Rosario. A los ocho años empecé  gimnasia artística por recomendación del médico para enderezar mi columna y desde entonces nunca más abandoné. Llegue a los 14 años desde Rosario y continué aquí mis estudios Buenos Aires. De chica soñaba con ser artista, lo tenía decidido. Mi padre lo era, era artista plástico, pintaba cuadros con diferentes materiales y era un gran bohemio. Trabajaba en Remington Rand, era gerente y lo trasladaron a Buenos Aires. Yo tenía 14 años, mi hermana 13 y mi hermano era muy chiquitito. Fuimos a vivir a Villa Urquiza, que fue el barrio donde siempre vivieron mis padres. Hice el colegio secundario en José María Moreno y Rivadavia y como descubrí que quería ser actriz. A los 15 años comencé a estudiar a escondidas teatro con Nora Cullen, por un aviso que había salido en el diario, en la calle Sarmiento. A los 16 años me inscribí en abogacía en la UBA. Pero escondida seguía estudiando teatro con Guillermo Battaglia y Nora Cullen. Le pedía plata a mi papá para un café, las fotocopias de la facu o viajar y de ahí sacaba para cumplir mi sueño de estudiar teatro. Salía de la facultad, una vez por semana, y me iba a la calle Sarmiento a seguir con mis clases de teatro.”

 
 
La actriz ícono de la revista argentina que trabajó en infinidad de películas e innumerables obras de teatro, cuenta con 53 años de carrera artística y trabajo en toda Latinoamérica y EE.UU, cuenta así su propia historia: “Un día bajando las escalinatas de la facultad me sacan una foto que cambio mi vida. Yo tenía una pollerita de jean y una musculosa, cuando me di cuenta que me habían sacado una foto fui a a encarar con mi carácter al fotógrafo, que estaba con una cámara profesional, y le digo: ‘¿Usted quien es parapara sacarme una foto sin mi permiso?’. Ahí se presentó y me digo: ‘Yo soy Carlos Vidal, el director fotográfico de la revista Clarín de los domingos. ’Yo le pregunté: ‘¿Y porque me saca una foto?’ y el me contesto: ‘Porque usted es la modelo ideal para estar en la tapa de la revista de Clarín. Si  cruzamos ahí enfrente que hay un puesto de flores, y de diarios y revistas, le puedo hacer más fotos. Por ahí tenemos suerte y podemos salir en la tapa de la revista de Clarín.’ Yo le contesto: ‘¿Yo?’ ni se me cruzaba por la cabeza ser modelo. Él insistió y me dijo que yo tenía todo el aspecto para ser modelo. Acepté, dije: ‘total no pierdo nada’. Estaba en un lugar público, lleno de gente y nada podía pasarme. No me iba a secuestrar. Cruzamos Figueroa Alcorta y me sacó un montón de fotos. Me dio su tarjeta y nos despedimos. Para mi papá era religión leer el Clarín los domingos. Paso el primer domingo y no salió, el segundo y nada, el tercero mi viejo empezó a los gritos: ‘¿Qué hacen tus fotos en el diario? ¿Qué es esto? ¿Me podes explicar?’. Yo era la hija que estaba estudiando el CBC de abogacía, la que iba a ser abogada, su sueño más grande, lo que el más quería en la vida. Había salido en la tapa. Yo no le había contado a nadie. Después de los gritos de mi papá, le conté toda la historia. Puso el grito en el cielo y diciéndome que lo mío era la abogacía, me dijo que esa fuera la última vez. Yo le dije que se quedara tranquilo que iba a seguir estudiando y volvió la paz. Sin que me viera mi papá llamé a Carlos Vidal, el fotógrafo, para agradecerle. Y él me dijo que yo tenía que ser modelo y que se ofrecía voluntariamente a hacerme un álbum de fotos y que yo me tenía que comprometer a llevarlo a las agencias de publicidad. Y eso a cambio que hiciera más fotos para otra tapa, porque había gustado mucho. Ahí empezó todo, me fui a recorrer agencia por agencia dejándole mis datos y una foto y comenzaron enseguida a llamarme al teléfono de línea. Por su puesto, yo no le había contado nada a mi papá. Y el teléfono empezó a sonar y no paraba. Empecé a salir en todos lados, hasta en televisión. Y a mis viejos, cuando empecé a salir en televisión, les explique que era un trabajo, que estaba ganando muy bien y que no se preocuparan que no iba a dejar la facultad. Empecé a trabajar como modelo y empecé a tener un éxito tremendo. Me puse de moda y llegué a tener hasta diez publicidades a la vez, entre gráfica y tv.” Aseguró la ex vedette.
 
 
Continuando cronológicamente con su historia, Adriana relató: “Ese mismo año, en un desfile, me entero que estaban haciendo un casting para hacer de la novia de Palito Ortega en una película. En esa película Palito Ortega trabajaba con Libertad Lamarque, que había venido de México. Cuando fui había una cola tremenda, de más de una cuadra y media, para hacer el mismo papel que yo quería. Finalmente quedamos solo dos elegidas y luego yo fui la novia de Palito y debuté en cine, nada más y nada menos que con “La sonrisa de mamá”. Ahí comenzó mi carrera en cine y comencé a hacer un montón de películas. La segunda fue con Sandro en “El deseo de vivir”, donde hacía de una de sus amigas. Éramos cuatro amigos, dos mujeres y dos varones y yo era una de ellas junto a Norma Zebre. Estaba feliz, era mi segunda película y ya tenía un mejor cartel. Mi carrera estaba en ascenso. Y ahí el director me dice: ‘Es que a usted Adriana la cámara la ama’ palabras que nunca olvidé. Me llamaron para otra película, otra película… hice 17. Trabaje hasta con Thelma Viral y Nora Carpena en ‘Las procesadas’. Hice muchísimo cine: El picnic de los Campanelli,  Siempre fuimos compañeros, Rolando Rivas, taxista, Encuentros cercanos con señoras de cualquier tipo. Mi primer protagónico fue en Gran Valor en la Facultad de Medicina, junto a Juan Carlos Calabró. Después llegó Tiburón, Delfín y Mojarrita, las películas con Olmedo, Porcel, Moria... Trabajé con los más grandes: Juan Carlos Calabró, Alberto Olmedo, Jorge Porcel, José Marrone, Juan Carlos Altavista, Don Pelele, Tristán, Mario Sapag, Osvaldo Pacheco, Alfredo Barbieri, Dringue Farías, Eddie Pequenino, Rodolfo Zapata, Adolfo Stray, Nito Artaza, Pedrito Rico y Jorge Corona son solo algunos. Soy una privilegiada.”
 
 
“El éxito fue tal que ya había abandonado la facultad de Derecho, sin que mi papá lo supiera todavía. Seguía trabajando como modelo, tenía diez comerciales al aire, estaba filmando películas… y, a través de un representante me llama Carlos A. Petit, el zar de la revista porteña. Se mudaba de El Nacional al Lola Membrives y me quería de vedette para su nueva revista que se iba a llamar ‘El gran cambio’ donde iban a debutar los chicos uruguayos de Hiperhumor (Ricardo Espalter, Eduardo D'Ángelo, Enrique Almada, Berugo Carámbula, Andrés Redondo…), el éxito de Canal 9. Cuando me ofrecieron hacer la revista conmigo, yo le pregunté: ‘¿Qué es la revista?’ Realmente no tenía idea lo que era, nunca había visto una. Yo veía teatro. Alfredo Alcón, el San Martin… Y me dijo: ‘No sigamos hablando más. Si usted no sabe lo que es una revista y lo que significa ser primera vedette, le voy a regalar dos entradas para que vaya al teatro y vea de qué se trataba. Las entradas eran para ver a Nelida Lobato, imagínate cuando la vi, quedé hipnotizada. Ella bailaba muy bien y hacia muchos trucos acrobáticos con bailarines, tenía un cuerpo espectacular y era buenísima. Cuando la vi, dije: ‘Yo hago gimnasia artística que es muy parecido desde siempre, con la diferencia que lo hago sola.’ Salí del teatro al otro día fui a verlo a Don Carlos A Petit, acepte y a los 20 años debuté en la revista. Fue a verme mi padre, el día del debut, cuando vio el vestuario y lo que hacía, los trucos acrobáticos que hacía con los bailarines, el sketch, la escalera que bajaba de escalera última en el final con vestuario y plumas de Francia… Cerró el asiento, se paró, se subió en cima y aplaudió más que de pie. Estaba muy orgulloso y entendió que lo mio ya no era la abogacía. Mi carrera siguió y realicé durante 49 años teatro de revistas, hasta que un accidente arriba del escenario de La Campana, terminó con mi carrera de vedette.”
 
 
"Me hubiese gustado celebrar los 50 años de vedette arriba del escenario, pero no fue posible. Toda mi vida mantuve mi cuerpo y el entrenamiento como para hacerlo, pero el accidente me lo impidió. Yo podría estar trabajando tranquilamente como vedette, brillando por mi físico y por mis condiciones para la acrobacia. Podría mostrar algo que las últimas generaciones ni han visto en una vedette. Yo no quería colgar las plumas, pero el accidente me impidió seguir bailando. Finalmente, después de varios años, llegamos a un mal acuerdo económico con el empresario, pero yo tenía que terminar con el tema por mi salud. Yo estaba muy mal y me ayudó mucho mi terapeuta Samanta Domínguez (@samantadominguezok), ella fue la que me dijo que en un año iba a estar caminando normalmente y en 2024 iba a poder volver a bailar. Me dio mucha fuerza, junto a ella hicimos registros akáshicos avanzados, una técnica poco conocida tal vez para mucha gente, que a mí me ayudó muchísimo. El Dr Alberto Ferriols, también me ayudó muchísimo. Él me opero los glúteos por el accidente y me operó la pierna. Este año estoy planeando la segunda operación de la pierna para retirar lo que queda. Y por supuesto fue fundamental la ayuda y el apoyo de Ricardo García. Nunca me dejó sola, ahí dije: ‘Este hombre no será más mí marido, pero sé que va a estar conmigo el resto de mi vida. 
 
 
En 2018 Adriana participó de la obra de José María Muscari Extinguidas con cuatro años de éxito (de cuyo detrás de escena hay también un film, “La vida sin brillos”, que cuenta con entrevistas a cada una de las artistas). La obra proponía una exposición personal e íntima de Beatriz Salomón, Patricia Dal, Adriana Aguirre, Noemí Alan, Silvia Peyrou, Sandra Smith, Pata Villanueva, Naanim Timoyko, Edda Bustamante y Divina Gloria; mujeres de ese gran mundo de las plumas que evocaban su pasado y conversaban sobre aquello que las conmovía y las movilizaba. Además, cada una tenía un monólogo profundo sobre algún aspecto de su vida, o sobre un momento que hubiera calado particularmente hondo. El monólogo de Adriana Aguirre era sobre maternidad. El dolor más grande de su vida. La imposibilidad de ser madre, pese a miles de intentos, tratamientos, operaciones y hasta el intentar adoptar: “la verdad que el gran deseo de mi vida es haber sido madre, y no tuve esa posibilidad, Dios no me la dio. Probé mucho, intenté, hice tratamientos de fertilidad para quedar embarazada, no existía congelar óvulos como ahora, eran tratamientos con hormonas, tres hice, muy cruentos, muy difíciles, en los que engordaba unos 12 kilos, pasaba de ser flaca, que es lo que soy, a súper gordita, iba de un lado para el otro y hacía cualquier sacrificio para ser madre, no se me dio, no pudo ser y tuve que asumir que no era lo que Dios quería para mí. Haberlo hablado cada noche en Extinguida, hizo que Muscari me enseñara a hablar del tema sin llorar. Que hasta ese momento no había podido. Al principio no quise hacerlo. Es un tema que me hace llorar y sufrir mucho. Pero él nos enseñó a todas como no llorar en la obra. Y gracias a él aprendí a hablarlo sin llorar. A veces no lo logro, pero la mayoría del tiempo sí. Sé que hablándolo quizás pueda ayudar a otras mujeres que están pasando lo mismo y aconsejarlas que sigan adelante porque la vida continúa. Yo busqué hasta último momento y cuando decidí adoptar ya era tarde, ya era grande. Pensé que puedo darle yo de la vida 10 años más… No me pareció justo para la criatura. No se dejen estar en buscar la adopción. Yo aún no lo he superado, es un dolor muy grande, pero año a año y con terapia lo voy asumiendo mejor. Me ofrecieron hasta comprar chicos varias veces y, por supuesto no acepté. Dentro de la ley todo, fuera de la ley nada. Preferí aguantar mi dolor” Aseveró conmovida Adriana.
 
 
Con respecto a su vida en pareja y su gran amor, la Aguirre aseguró: “Ricardo García fue el amor de mi vida. Logré entender y perdonar que él cometió una locura. Entender que somos humanos y esas cosas suceden. Hoy somos familia, hace 30 años que nos conocemos y estuvimos 28 años casados, a mí me gusta llamarlo mi compañero de vida. Porque siempre que lo necesito para alguna cuestión, ya sea para resolver un problema económico o bancario, lo llamo a él. Es mi compañero, en el accidente gravísimo que me tocó vivir, él estuvo al lado mío ayudándome y llevándome para todos lados. Y eso se lo agradezco muchísimo y de por vida. No somos pareja, porque pareja significa hacer el amor y tener sexo. Nosotros tenemos otro tipo de relación. Vivimos juntos, compartimos el departamento de Buenos Aires, a veces también compartimos el departamento de Mar del Plata, pero tenemos cuartos muy separados uno del otro. Solemos cenar juntos, él a veces sale, hace su vida y yo la mía, somos verdaderos compañeros de vida y eso es lo más importante  para nosotros. Algo se rompió y ya no podemos seguir siendo pareja, pero somos familia. Nos une el cariño, nos une el espanto, nos une el amor filial, el amor de familia. Sé que ni él me va a abandonar a mí, ni yo lo voy a abandonar a él.”
 
 
Adriana Aguirre es un ícono de la revista argentina. Es actriz, ex vedette, acróbata y conductora. Siempre se destacó por su facilidad para la acrobacia, trabajó en cine con los más grandes capocómicos, encabezó más de ochenta obras de teatro, cine y televisión. Siempre supo ayornarse y adaptarse a las nuevas modas y tecnologías. En el último tiempo cobró gran notoriedad en los medios de comunicación nacionales e internacionales por su participación en el videoclip “Paga Dios” de Ca7riel y Paco Amoroso y por su fuerte actividad en las redes sociales (@adrianaaguirre_ok). Tambien participó en «A nadie le importa» - Junto al artista uruguayo Pochin Mirkin y acaba de lanzar juntos: «Adrianaaa» un tema dedicado a ella, que la lanza como cantante. Actualmente forma parte del personal permanente en el programa “el Run Run del espectáculo” que se emite por Crónica TV y tiene el orgullo de haber participado en la última película de Luis Ortega “El Jockey”, elogiadísima por la crítica nacional e internacional, favorita de los Festivales Internacionales, que va camino a participar de los Premios Oscars.