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Graciela Borges: "Jorge Luis Borges me dio el apellido que mi padre me negó"
Domingo, 27 Octubre 2024 22:48

Graciela Borges: "Jorge Luis Borges me dio el apellido que mi padre me negó"

La reconocida actriz y diva más grande del cine argentino, abrió su corazón  en Íntimamente con Alejandra Rubio. Realizó un repaso minucioso de su vida y recordó con muchísimo cariño cuando, ante la prohibición de su padre que usara su apellido para ser actriz, el gran escritor Jorge Luis Borges le cedió el suyo y, a partir de ese momento, forjaron una gran relación hasta el día de su muerte: “Mi padre no quería que me dedicara a la actuación. Yo tome sus palabras muy enserio. Voy llorando a la casa del escritor Augusto Mario Delfino, yo era muy amiga de su hijo, y Borges dice: ‘¿Qué le pasa a esta chica?’ y le dicen: ‘Es una amiga de Marito, va a debutar en cine con Hugo del Carril, tiene 14 años y el papá no la deja usar el apellido’. Y Borges muy amoroso, como era él; porque parecía muy frio, pero era todo lo contrario, dijo: ‘Le presto mi nombre’. Porque Borges no decía mi apellido es Borges, decía mi nombre es Borges. Y, desde ahí, tome su nombre que lo llevo en el alma, más allá que adoro mi apellido y mis raíces. Ese hermoso acto de amor lo llevo muy atesorado dentro de mí. No solo por el acto de darme su nombre, sino por recordar el momento donde yo tan chiquita lloraba y él logró consolarme y, sin palabras, decirme que no tenía obstáculos para lograr lo que soñaba.” Relató la actriz, además de hablar de su triste infancia, la separación de sus padres, el complejo de su voz, el bullyng, su timidez, su carrera, el amor y el deseo de ejercer otra profesión, si volviera a nacer.

Adentrándose en su actualidad aseguró: "Sufro del síndrome de Burnout, un tipo especial de estrés relacionado con el trabajo. El síndrome de Burnout es conocido y padecido por varios actores. Significa algo así como ‘estar quemado’, a muchos nos pasa esto. Las dos últimas películas que filme, me costaron muchísimo. Las formas y la extensión de las jornadas de grabación ya no son como antes. Los directores ya no usan el viejo fílmico, que era carísimo y eso perjudica al actor. Hoy todo es digital y repetir las tomas mil veces no cuesta más dinero. Antes se preocupaban para que todo saliera perfecto en una o dos tomas a lo sumo, ahora ya no y eso es agotador. Tener que filmar y pensar ‘otra vez de noche’, ‘otra vez 17 horas de filmación’, ‘otra vez repetir letra’. Produce agotamiento laboral y mental, que no podes manejar. Es un tipo especial de estrés, un estado de agotamiento físico y emocional. Ya no quiero filmar. No te puedo decir que es para siempre. Las decisiones nunca son muy firmes, pero hoy estoy segura que sí, que es definitivo. Tuve películas donde hice muchos personajes diferentes, mucha cosa linda, premiada nacional e internacionalmente, pero cuando uno tiene una carrera tan especial se hace muy complicado elegir otra vez. Es raro que te llegue un guion que te guste, que no tengas idea de haberlo actuado antes. Que sea algo diferente, algo por conocer. Me gusta encontrarme con personajes que tenga que ir descubriendo, romperme la cabeza para saber cómo caminan o cómo hablan.”

 
Graciela Noemí Zabala, es su nombre verdadero. Nació el 10 de junio de 1941. No uso su nombre real por prohibición de su padre y el propio escritor Jorge Luis Borges le cedió el suyo para que comenzara su carrera artística a los 14 años. Se convirtió en una de las más grandes divas del cine argentino. Musa de Leonardo Favio, Leopoldo Torre Nilsson, Manuel Antín, Raúl de la Torre, entre tantos otros. A lo largo de su carrera realizó más de 60 filmes y gano los premios más importantes que una actriz puede aspirar; desde el Festival Internacional de cine de San Sebastián hasta el título de Ciudadana ilustre de la Ciudad de Bs As y así cuenta su historia y detalla sus primeros años de vida: “Nací en Buenos Aires, no en dolores, como dice el folklore. Durante muchos años mi padre, que fue un gran aviador, fue el director del aeroclub de Dolores y vivía en dolores. Mis hermanos nacieron y se criaron allí. Yo comencé a ir a Dolores recién cuando tenía 12 o 13 años, no antes. Es una ciudad que quiero mucho. Mi padre también estuvo trabajando un tiempo en Azul y la gente de Azul dice que nací allí, pero no es correcto. Nací acá en Buenos Aires. Mi padre y mi madre se separaron cuando yo tenía un año. Con mi madre vivíamos en una casa francesa muy grande a dos casas de cine Goumont. Los primeros recuerdos son los abrazos de mi madre y la voz de ella contándome que la primera palabra que dije en mi vida fue: ‘luz’. Caminando con mi padre y mi madre por la plaza del congreso, mirando la confitería de El Molino, vi la luz de sus astas y yo que fui muy tímida desde siempre y no hablaba claro nada, muy claramente dije: ‘Luz’. Esa palabra tan importante para mí.” Recordó Borges.
 
Continuando con su relato, Graciela aseguró: “Mi padre era aviador. Muy bohemio, buenmozo. No tenía mucho dinero. Mi madre era rarísima, muy refinada. Cuando yo era chica viajaba con ella a lugares insólitos. Tuve la infancia más triste del mundo. Una infancia muy sola. Vivía con mi madre. Mis hermanos por parte de mi padre nacieron mucho después. A mi madre le costó mucho separarse de él. Luego se enfermó y yo fui a vivir con mi padre. Hasta ahí me crié en una soledad absoluta. Por eso los libros fueron maravillosos en mi vida, podía soñar, transportarme a esas historias. Mi padre, años después de separarse, se casó con una mujer maravillosa, de la que tengo recuerdos increíbles. Era una mujer divina y yo tuve una relación con ella preciosa. Aunque esto ya prescribió, la relación con mi padre no fue lo mismo, no fue buena para nada. No quería que fuera actriz y me dijo que si lo hacía no utilizara su apellido. Yo lo teme muy enserio. Voy a la casa del escritor Augusto Mario Delfino, yo era muy amiga de su hijo Marito, y muchos domingos iba ahí a comer Borges y me cedió su nombre en un gran acto de amor. Yo tenía solo 14 años y mis lágrimas lo conmovieron. Era gente que yo admiraba mucho, porque siempre leí desde chiquita. A mí la lectura me salvó. Una amiga de mi padre, Adelina Vamonte, me enseñó a leer uniendo letras desde muy chica, después mi padre se casó con ella y tuvo a mis dos hermanitos. Comencé a leer a los cuatro años. Empezar a leer y a descubrir la lectura me ayudó con mi soledad, yo era una chica sin hermanos, estaba como desesperada, muy sola y la lectura me ayudó muchísimo. Me dio otra dimensión del mundo y de la vida. Tuve la suerte de relacionarme con grandes escritores. A Borges lo seguí viendo hasta su muerte, siempre estuve muy presente en su vida y fui muy cercana con María Kodama, la quise mucho. Tuve el honor de tenerlos en esta vida. Hasta sus últimos días, Borges, me decía: ‘Sigue honrando mi nombre? Le sigue haciendo honor?’. Él estaba feliz que yo lo llevara. Me han pasado cosas maravillosas en la vida, cosas mágicas. Hugo Del Carril bailó en mi cumpleaños de 15, Pablo Picasso me regaló un dibujo en una servilleta ("¡Me lo lavaron! Por suerte quedaron las fotos"). He vivido tanto y cosas tan bellas, que no me canso de agradecer cada día.” Afirmó la actriz que también vivió momentos inolvidables con Adolfo Bioy Casares y Silvina Ocampo.
 
También los viajes y los festivales, me dieron la posibilidad de conocer mucha gente maravillosa. Seres que quedan grabados en tu vida para siempre, que son maestrías en tu vida. Como conocí a Gabriel García Márquez, un ser maravilloso, y muchos más. Hay una frase que me gusta mucho que dice: ‘mis únicos lujos son las relaciones humanas’ y yo he tenido grandes relaciones de las que me he nutrido muchísimo. Cuando yo era chica iba a casa de escritores, por casualidad, como de Rafael Alberti, que yo era amiga de su hija Aitana, y estaba Gazman que recitaba y Celia, la madre del Che Guevara y Hormiguita Del Carril, la mujer de Neruda. Era muy rico todo eso. Esa gente que hace circular en uno la sangre y las ideas. En ese tiempo era muy chica, pero con el tiempo me fui dando cuenta lo importante que fueron esas conversaciones para mí.”
 
De pequeña fue criada para ser “perfectita” y eso la marcó. Empezó a estudiar declamación a los 6 años, y luego continuó estudiando actuación en el teatro infantil Labarden. Sus compañeras se reían de su voz. Y fue con su voz y las palabras de otros que se animó a contactarse con los demás. El tiempo la transformó en la gran dama del cine argentino, la de la belleza eterna y la voz ronca inconfundible: “A los 6 años yo era una chica muy muy tímida. Estaba en el colegio y las monjas eran muy bravas. Era muy severo todo. Y como yo, parece ser que tenía una voz con un color difícil, muy diferente a la de las otras chicas que tenían una voz muy finita, se reían mucho de mí. Detesté mucho mi voz y la padecí tanto cuando era chica. Yo era tan flaquita, pálida, tímida y con esta voz ronca. La poesía ha sido muy importante en mi vida desde siempre. De chica iba a un colegio de monjas irlandesas y las demás niñas se burlaban de mi voz. Como era casi muda, una amiga de madre le dijo que había unas clases de declamación para ese problema, que parecía que socializaba mucho a chicas con ese problema. Y ahí mi mamá me mandó estudiar declamación con una profesora que daba clases a niñas con problemas de contacto social. Cuando recité mi primer poema en público pensé que me iba a morir de pánico. Creí que el mundo se venía sobre mí y no iba a sobrevivir, pero pasó una cosa mágica: Recité y me di cuenta que me resultaba más fácil mirar y contactarme con los demás con las palabras de otros y mi vida cambió. Después, como lo hice bien, me empezaron a poner en las obras, luego a protagonizarlas… Quizás por eso luego decidí ser actriz."
 
 
Si bien confesó que su padre no tomó muy bien su carrera, la actriz recordó que a pesar de todo pudo limar asperezas antes de su muerte: "Siempre que hacía un film pensaba: ‘¿Este lo verá mi papá?’. Cuando murió, estaba yendo yo de viaje a Dolores y le dije a la enfermera 'Decile que yo lo quiero con todo el corazón'. Él lo escuchó y me dijo 'decile que la quiero con todo el alma’. Fue una conversación hermosa y esa fue la última vez que lo oí hablar. Pero bueno, hubo happy end." Concluyó emocionada.
 
Graciela siguió su carrera ascendente. Se casó a los 20 años con el corredor de automovilismo Juan Manuel Bordeu, con quien tuvo a su único hijo: Juan Cruz Bordeu. Fue pareja del director de cine Raúl de la Torre y del arquero de fútbol Marcos Gutiérrez. Cuando vivía en Londres, tuvo un affaire con el músico británico Paul McCartney, de la banda The Beatles. Se trató con Jean Paul Belmondo, Paul Newman, Catherine Denueve, Roman Polansky, Roger Vadin, Jean Cocteau… Fue la musa de Leopoldo Torre Nilson —Fin de fiesta; Piel de verano— y luego de Raúl de la Torre, para quienes protagonizó algunos de los más importantes filmes de estos realizadores fundamentales del cine nacional. Trabajó con directores como Leonardo Favio, Manuel Antín, Mario Soffici, Lucas Demare, Fernando Ayala, Luis Saslavsky, Alejandro Doria, Ricardo Wullicher, Javier Torre, Lucrecia Martel, Luis Ortega, Daniel Burman y Juan José Campanella, entre otros.
 
La Borges aseguró que no tiene cuentas pendientes. Tuvo una vida intensa. Es reservada con su vida privada, no le gusta hablar de sus amores, pero confiesa: “Me casé con Juan Manuel (Bordeau); perdí tres chicos, uno se trató de un embarazo extrauterino, fue un proceso muy difícil. Fuimos muy felices el tiempo que lo fuimos, luego decidimos separarnos y seguimos siendo amigos hasta el último momento de su vida. Los hijos de Juan Manuel son como hijos para mí también y, por otra parte, soy muy amiga de su última mujer, la adoro y festejamos cumpleaños juntas”. Actitud que la pinta de cuerpo entero.
 
Graciela afirma, sin ruegos ni lamentaciones: “Estoy recorriendo mi vida, como lo hice siempre, sin ningún tipo de quejas; cuando fui chica, tuve tuberculosis; me enfermé mucho filmando ‘Zafra’, a los 16 años, y ese tipo de cosas las pude sobrellevar. Yo creo que el destino está como deber ser; no tengo dudas que esta vida es buena y le estoy agradecida, y dejo de lado aquellas cosas que son profundamente dolorosas. Hay un señor muy sabio que una vez me dijo que yo tenía un ojo izquierdo que olvidaba rápidamente todo lo malo y debe de ser cierto, porque no tengo ningún resentimiento, más allá de que haya tenido una infancia muy difícil; aunque soy consciente de que esa etapa ya proscribió y todo está en orden divino”.
 
La ganadora del Festival Internacional de cine de San Sebastián, el Festival Internacional de Cine de Cartagena, el Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano de La Habana, el Festival de Cine de Bogotá, varios Cóndor de Plata y Premios Konex y hasta el título de Ciudadana ilustre de la Ciudad de Bs As, para muchos la gran diva de nuestro cine, asegura: “No soy una diva, soy una actriz que ha trabajado duro desde muy chica. Lo de diva, nada más alejado de mí. Si naciera de nuevo, no sé si elegiría volver a ser actriz a pesar de todo lo bien que me fue. Tengo una espléndida carrera, pero quizás sería escritora o pintora." Concluyó diciendo.