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Ariel Tarico: ”Soy mi peor crítico”
Martes, 29 Septiembre 2020 16:38

Ariel Tarico: ”Soy mi peor crítico”

Su vovación por el humor llega a través de su padre. "Todo empezó con mi viejo, fanático de la locución y el humor gráfico. Era un locutor y humorista nato. Le gustaba mucho seguir a los cómicos, los imitadores. De vez en cuando presentaba algún que otro festival en Santa Fe y laburaba en un local de venta de zapatos. Cada tanto despuntaba el vicio y hacía alguna publicidad, y en casa hacía imitaciones. Con él veíamos programas de humor, como los de Juan Carlos Mesa o Juan Carlos Altavista. Era muy fans de los humoristas", recuerda.

Tiene 36 años, es actor, humorista, dibujante, locutor y hace más de 20 años imitador en radio y televisión. Vive del humor pero, como muchos humoristas, se ríe poco. Es su mayor crítico, no le gusta escucharse. Perdió a su padre muy chico, quien le marco el camino y le dio las herramientas para manejarse en la vida. Llegó de Santa Fe tras sus sueños y no paró hasta lograrlos. Ganador de varios Martin Fierro. Hoy su voz clona más de 100 personajes que lo hicieron famoso y lo ayudan a sobrellevar su timidez.

Nació y se crió en barrio Sur, en la ciudad de Santa Fe, donde aún vive su mamá Silvia, y gran parte de su familia: “Mi mamá es mi fan N1, me escucha en todos lados, no se pierde lugar donde estoy. Soy hijo único, mi mamá perdió un embarazo y, pese a ser muy chico, tengo el recuerdo de ese momento. Y mi viejo murió cuando yo tenía 6 años. Mamá se quedó solita conmigo, y a esa edad, yo ya tenía conciencia de lo que es la vida y la muerte. Mamá se las rebuscó tejiendo para afuera, y después fue docente. Éramos una clase media baja que no desbarrancaba del todo porque no había inflación”.

“De mi viejo tengo los mejores recuerdos. Tengo muy marcada la etapa que uno más admira a su padre. Cuando ves a tu viejo como un súper héroe. No tuve la posibilidad de pelearme con él o enfrentarlo. No pasé por esa etapa. Veo las peleas y cambio de opiniones entre padres e hijos y siento que eso me falto. Me quedó siempre como una versión ideal de mi viejo. Con el tiempo me encontré con muchos amigos de su infancia y me contaban cosas maravillosas de él. Le gustaba imitar y jugábamos en mi habitación, él imitaba a Julio Marviz y su famoso: ‘Aquiiiiiiiiiiiií Cooooosquiiiiiiiín, capital nacional de el folklore’ y ahí me presentaba, yo cantaba y mi vieja nos aplaudía. Con el tiempo fui al programa de Julio Marviz y me agradeció que contara esta anécdota. En ese momento pensé en mi viejo y lo orgulloso que estaría de ese momento".

 

Tras la muerte de su padre, Taricó asegura: “El arte me permitía descargar. Creo que eso me salvó la vida. Las témperas, los colores me salvaban. Si miro me infancia, me veo dibujando todo el tiempo. Todavía hoy me siento caricaturista. Me acuerdo de ir caminando y quedar fascinado en un kiosco con la tapa de la revista Humor titulada ‘Los Pimpimenem’. Épocas de Carlos y Zulema separados. Desde entonces mi tía Nora me traía cada número. Yo empecé dibujando, haciendo caricaturas o copiando dibujos de Fontanarrosa. El dibujo perdió la magia, cuando ya en el colegio tenía que hacer realismo, figuras humanas o copiar el modelo vivo. Yo era más autodidacta. Me gustaba ser libre para dibujar. En aquella época el que estaba siempre presente en mis dibujos era Menem y eso que mi familia tendía al voto radical. También copiaba a Nito Artaza y ya,desde chico, me ponía patillas para hacer reír a mi famili".

Fue alumno de la escuela Dante Alighieri y Beleno, ámbitos que contribuyeron al contacto fluido con el arte y el teatro. Comenzó a estudiar locución en el Instituto Superior Nº12, que está adherido al ISER, y terminó la carrera en Buenos Aires. “Sentía que tenía que hacer la carrera por respeto profesional y para educar la voz”, apuntó.

A 10 años del inicio de la aventura. Su primera imitación la hizo durante un acto en la escuela primaria, cuando logró hacer al personaje de Quico. El que también dirigió. En la secundaria, más de una profesora debió sobrellevar las imitaciones que las tenían como protagonistas; mientras que los campamentos de la escuela Dante Alighieri, los talleres y encuentros de teatro estudiantil le permitieron comenzar con su pasión. “De chico siempre supe que iba a vivir de esta profesión.” Fue su declaración más contundente. Jamás dudó que el humor y el dibujo serían su profesión.

A los 14 recorría las redacciones con su carpetita de caricaturas. El día que murió la Madre Teresa de Calcuta publicó su primera creación. Siendo alumno secundario pudo comenzar a trabajar en LT 10 .Una broma telefónica me abrió las puertas al primer trabajo. Llamó a LT10 de Santa Fe, se hizo pasar por el conductor del ciclo, Rogelio Alaniz, fue sensación y durante cinco años se convirtió en el imitador de la AM. Haciendo imitaciones, donde estuvo cinco años.

En 2004 Tarico desembarcó en Buenos Aires. Llegó recomendado por el columnista de espectáculos de Héctor Larrea, Jorge Vacaro, que también era corresponsal de LT 10. En las salidas, empezó a escuchar sus imitaciones y lo sugirió para un casting, lo que le posibilitó comenzar a hacer colaboraciones en algunos programas de Radio Rivadavia. “ Te sale bien, pibe. Tu futuro está acá. Fijate cómo podes ingeniártelas para quedarte en Buenos Aires”, recomendó “Hetitor”. Así, de las colaboraciones en Rapidísimo pasó a Mitre, gracias a un aviso de Clarín. “Importante radio busca humorista, decía el aviso. Armé un CD. El rubro todavía no había explotado. Después de varias reuniones, empecé con Néstor Ibarra”, se emociona.

Locutor recibido en Éter, trabajo con los más destacados conductores: Hector Larrea, Nestor Ibarra, Magdalena Ruiz Guiñazú, Santo Biasiatti, Dady Brieva, Juan Alberto Mateyko, Jorge Lanata y Chiche Gelblung entre tantos otros. Acompañó a Roberto Pettinato y a Guido Kaczka en La 100. Junto a Nelson Castro nació la parodia Nelson K que se trasladó a la pantalla. “Me imaginé un Nelson lado B, peronista, barrabrava, hasta hincha de Colón, todo mi delirio. Pero funcionó”, explica. También tuvo ciclo propio en El Mundo.

“En cuanto a cómo armo los personajes. No tengo un método de trabajo. Le pego a un tono y lo voy practicando. A veces me divierto y me tiento, pero no me consumo. (Se ríe). No me gusto. Soy mi peor crítico. No me gusta verme, cuando hay material grabado evito mirarme".

“Vivo las imitaciones como almas prestadas. En cada uno hay pedacitos de mí, pero no soy ninguno. Recuerdo dos frases de cuando estudiaba teatro: Ana María Giunta me decía, “nosotros hacemos como que. No estamos llorando, hacemos que lloramos”. Y Ernesto Claudio nos advertía: “Puedo ser el peor criminal en el escenario, pero bajo y puedo comer en Pipo con todos”.

Muchos lo notan demasiado serio en las entrevistas y en la vida, a lo que el humorista agregó: “Trabajo de esto, pero no soy gracioso. El humor es un laburo y también un mecanismo de defensa por la timidez. Yo, como varios humoristas, soy muy tímido, parco y me considero un gran observador. Para mí el humor es un mecanismo de salvación y siempre me ayudó a encontrarle el lado positivo a la vida. En mis peores momentos, cuando ya no tenía a mi padre. El humor me salvó.", admite.

La radio y la televisión son mundos conocidos para Tarico. En cambio, siente que aún tiene asignaturas pendientes. “En teatro, todavía me falta hacer una comedia musical o un personaje dramático, aunque siempre prefiero ir por el lado del humor y de la sátira. Mi gran sueño sería tener mi propio programa de humor, como los hubo en la época de oro de la radio. Es mi gran asignatura pendiente". Concluye el humorista.

En cuanto a su vida personal, Ariel está casado desde hace 10 años, es papá de Camila y Lisandro, en ocasiones es más niño que sus hijos. Más allá de todo lo logrado es consciente de que el camino que eligió es muy largo, que gran parte de la historia recién comienza ,pese a todo lo logrado.

Su vida y su historia completa, en su propia voz, aquí en Íntimamente con Alejandra Rubio.