Luisa Carmen Russo, más conocida como Luisa Albinoni, nació en el Hospital Álvarez, creció en el barrio de Villa Urquiza y estudió en el colegio de monjas Emilia Mountier de Pirán. Aprendió desde chica canto de manos de su padre, quien alcanzó a grabar un disco antes de renunciar a esa vocación. Fue la superestrella de Boca en la campaña publicitaria Club Atlético Boca Juniors.
De chica, su vocación era actuar: “En el vestíbulo, un lugar que nadie usaba en la casa, había un gran espejo; frente a ese espejo yo me pasaba horas imitando a Mirtha Legrand, a Pinky; miraba para un costado, hacia caras… hacia escenas dramáticas y lloraba sin parar. Jugaba a la tele. Eran imágenes tan fuertes, tan importantes que yo las imitaba. Soñaba con ser como ellas".
Acerca de su infancia la actriz, recordó: “vivíamos con mi papá y mi mamá en una casa hermosa. Tengo hermosos recuerdos. Fue una época maravillosa. Éramos una familia feliz. Mi papá, mi mamá, mi hermanita yo. Mi papá era ebanista de muebles. Cantaba muy bien, le gustaba el tango. Él era el que me llevaba a las peñas folclóricas a cantar. Quiso que estudiara bombo, guitarra, todas esas cosas que a él le encantaban. Pero el nunca se subió a un escenario. Mi mamá era ama de casa. Era el timón, era el motor que alentaba a mi papá para que fuera al frente en todo. Mi papá era un dulce, un romántico, un sonador… Ambos se me fueron muy jóvenes. No los vi viejitos. Los dos eran como novios. Toda la fuerza y el motor era mi mamá, una tana con mucha polenta. Mi papá portugués, pero mucho más dulce, más tierno, No importaba si alguien le había hecho una mala pasada, el volvía a creer. Tenían un carácter totalmente diferente. Mi mamá, como yo decía, era una mamá en colores. Pelirroja, de ojos del color del tiempo. Mi papá un divino de pelo oscuro, siempre lo conocí con canas, de piel blanca y ojos marrones claros como mi hermana y yo. Eran muy dulces, los dos eran como novios siempre. El la llamaba desde teléfonos público y le cantaba, para la primavera le regalaba flores…un matrimonio con mucho amor, con una historia de amor maravillosa. Mi mamá tenía 19 años, la internaron para operarla de apendicitis y se complicó. Estuvo muy mal a punto de morirse y quedó internada por mucho tiempo. El destino quiso que fuera en la misma habitación que estaba mi abuela, la mamá de mi papá, que se llamaba Luisa y era genovesa; las dos hablaban el mismo idioma. Una de mis tías le había gustado mi papa y le cuenta a mi mama lo buen mozo que era su hijo y una vez que mi mami mejoró ya lo empezó a ver con otros ojos y allí surgió el amor. Estuvo cinco meses internada y esa fue la oportunidad para que comenzaran su historia. Fueron muy felices, fuimos muy felices. Mi papá era muy gracioso, tenía mucho humor. Le lavaba los platos a mi madre y le hacía personajes, era un loco lindo. Cuando venía de la fábrica nosotras lo agarrábamos, lo maquillábamos, le poníamos aros, le hacíamos de todo pobre viejo y él se dejaba, era un divino. Y mi mamá era un sol, ella cantaba todo el día, bailaba, era una niña más. Unos padres y una infancia maravillosa. De los dos heredé el amor al arte. A los dos les encantaba cantar. A mi mamá le encantaba la pintura, ella dibujaba y cantaba muy bien. Y de mi papá heredé el humor y el ser payasa. Era un bohemio, un loco lindo. Cuando yo decidí seguir esta profesión, mi mamá no quería saber nada, tenía miedo de este ambiente y mi papá, que era un soñador, fue quien me apoyó y empujó en esta carrera. El me llevaba a todos lados y me cuidaba".
Continuando con el recuerdo de su infancia, Luisa relato:“Yo era terrible desde chiquita, a los nueve meses caminaba y hablaba un idioma extraño entre castellano y genovés. A penas pude me subía a los techos, hacía desastres. Un día hasta me escape del jardín infantes y las monjas desesperadas me buscaron por todos lados. Fui Terrible, pero con una infancia muy feliz".
En cuantos a sus inicios en el mundo del espectáculo la actriz recordó: “Empecé mi carrera a los 13 años como modelo, era un palito, pesaba 46 kilos. Hice desfiles y mi papá me llevaba siempre, era nuestro momento. El era mi ídolo, lo más grande que tuve. El modelo de hombre que nunca voy a encontrar. Una imagen que me acompañó el resto de mi vida".
“Seguí mi vida, terminé la secundaria, empecé a trabajar para ayudar en mi casa y quise darle la alegría a mi papá de tener un título universitario. Quise ser médico. Hice el ingreso a medicina y lo pase, pero las practicas eran a la mañana y a la tarde y en casa se necesitaba trabajar. Así que me fui a estudiar derecho. Estudiaba de noche, salía a las ocho de trabajar y entraba a nueve y media a la UBA y paralelamente estudiaba teatro. Ahí conocí a quien fue mi primer marido, director de televisión, quien me dijo: ‘queres ser actriz, bueno estudia’ y fue el mejor consejo que me pudo dar.”
Siguiendo con su carrera artística. Estudió teatro con Roberto Durán, canto con Nicolás Amato, vocalización y foniatría con Susana Naidich, danza jazz con Cecilia Gesualdo y Noemí Coelho y Danza Moderna con Freddy Romero y Ana Itelman.
“Desgraciadamente perdí a mis padres muy jóvenes. Mi papa tenía 56 años cuando partió yo me quede a cargo de la casa y la familia. El siempre me decía de chica: ‘si algún día me pasa algo, vos tenes que cuidar a tu mamá y a tu hermanita. Yo siempre te voy a estar ayudando desde una estrella’ y aun hoy siento su ayuda y su presencia. El no pudo verme triunfar, mi mamá sí. Aunque me hubiese gustado que hubiera vivido conmigo mi época de oro".
A principio de 1980 Albinoni tuvo su gran oportunidad en cine y televisión con personajes cómicos y sexys. Su gran belleza la llevó rápidamente al cine con películas junto a grandes humoristas como Alberto Olmedo, Jorge Porcel, Susana Gimenez, Javier Portales, entre tantos otros. Trabajó con Juan Carlos Altavista, Tato Bores, Jose Marrone, Juan Carlos Mesa, Gerardo y Hugo sofovich, entre tantos.
Se hizo famosa por el entrañable personaje de “Hola, mami”, en La Peluquería de Don Mateo, la repetida frase de su personaje en el programa “Operación ja ja”, que revolucionó la televisión de la época.
Sin embargo, algunos dolores oscurecían el día a día, ese que se aleja de las alegrías impuestas del espectáculo: "Tuve un bebé a los 19 años, un varoncito, que murió ni bien nació. Calculá que yo tendría que tener un hijo de casi 50 años. Luego perdí dos embarazos más, pero no habían llegado a la instancia del parto como en aquella oportunidad. Fue muy doloroso. Pero, a pesar de todo, siempre tuve la ilusión de ser mamá". Reveló Luisa con la voz quebrada.
“Yo era muy feliz. Había logrado consolidarme en mi trabajo y tenía una familia maravillosa, pero me faltaba ser mamá”. En lo laboral, desde muy joven había conseguido todo: popularidad, buen pasar económico y personajes que se instalaron rápidamente en el inconsciente colectivo. Un privilegio de pocos.
La actriz jamás claudicó en su deseo más profundo. Lo intentó una y otra vez durante años. Así se sucedieron embarazos naturales y tratamientos invasivos. Pero los resultados no eran los esperados. Décadas de esperanzas y nuevas frustraciones. Un sube y baja constante. "Tengo sangre del grupo B negativo, y ese fue uno de los inconvenientes con respecto a la pérdida de mis embarazos", explicó.
“Cuando a los 52 años pierdo mi último embarazo, mi pareja me propuso que hiciera un tratamiento de fertilización asistida. Pero por mi problema físico, no estaba apto para eso y entonces le propongo la adopción. Llevábamos 10 años de pareja, pero no fue bien recibida la idea y eso devino en que nos vayamos separando de a poco.” Continuo con el emotivo relato.
“Entonces empecé un largo camino de trámites y mucha burocracia para poder lograrlo -continuó relatando la artista-. Las adopciones monoparentales toman más tiempo. Era todo más dificultoso. Todo mi proceso llevó casi nueve años. Viajaba por todo el país con carpetas diferenciadas, porque no todas las provincias tenían los mismos requisitos. Pero, cuando se quiere ser mamá, no hay trabas. Me tenía que presentar todos los años para renovar mi deseo, mis intenciones, y demostrar que no estaba arrepentida de mi decisión. Me alejé de mi trabajo, viajaba mucho.”
“En todo ese tiempo he visto de todo. He visto cómo se comercializaban chicos, cómo se les ponía precio por el color de la piel. Me ofrecían criaturas por el color de ojos. Terrible. Muchísimas veces hasta me ofrecieron venderme bebes! Por eso me anoté en los organismos oficiales para que todo sea claro y sin lucro de por medio", relató horrorizada.
“El que fuese actriz, me hizo tener a mi misma, muchos prejuicios. Me corte el pelo, ya no me maquillaba ni me pintaba las uñas de rojo. Hice todo para agradar, para que no piensen cosas raras. Es duro. Te hacen una carpeta donde te investigan a fondo. Te hacen estudios psicológicos intensos, analizan cómo es tu familia, cómo es tu casa. Te sentís como invadido, como si fueras un delincuente".
“Fueron años muy duros hasta que Verónica, mi hija, llegó a mi vida. Yo era madrina del hogar en el que ella estaba. El juez decretó el abandono y me llamó. No podía creerlo, la conocí cuando tenía dos añitos. Hacía siete que iba a ese hogar a colaborar, pero no sabía que iba a ser mi hija. Ella estaba allí con sus hermanitos. Tres ya habían sido adoptados y quedaba uno solo. En principio Vero vino con su hermanito. Lo intentamos pero, desgraciadamente no prosperó la convivencia, el nene no se adaptó. El no me quería como mamá, me quería como Luisa, su madrina. Así que volvimos a la granja. Vero tenía pánico de quedarse nuevamente allí. Fijate la diferencia entre uno y otro. Su Señoría habló con los dos para ver qué había sucedido. Yo creo que el nene, en el fondo, lo que quiso era ver dónde iba a vivir su hermana. Pero esta situación llevó a que nuevamente la Justicia tuviera que investigarme, armar nuevas carpetas. Pasaron tres años más hasta darme la guarda”, relató Luisa sobre los obstáculos para convertirse en mamá.
Tuvo una relación de seis años con el humorista Jorge Porcel, su gran amor. Durante el 2009 hubo un fuerte rumor de romance secreto con el ex presidente Carlos Menem con quien tiene una amistad de varios años. Pero sin dudas, el amor más grande, fue el más esperado, por el que más luchó, el que la convirtió en madre… el de su querida Vero, que cumplió el gran sueño de Luisa de ser madre.
Una hermosa historia de amor y perseverancia. Donde el no bajar los brazos triunfó ante todas las adversidades.
Su vida y su historia completa, en su propia voz, aquí en Íntimamente con Alejandra Rubio.