Rodolfo Francisco Marabotto es su nombre verdadero. Es actor, director, escenógrafo, titiritero, galán, aventurero, hombre comprometido con sus ideas. Amó la actuación desde que un circo llegó a su pueblo y algo en él cambió. Comenzó en cine con Luis Sandrini. En televisión, en La Nena, con Marilina Ross y Joe Rigoli. En teatro con Pepe Cibrián. Fue protagonista de éxitos televisivos como Rosa de lejos, Regalo del cielo o Alta Comedia. Hizo "mil” trabajos en la tele, el teatro y el cine. En pleno éxito, tuvo que irse de Argentina perseguido por el gobierno militar y empezar una nueva vida, después de haber salvado su vida de milagro. Vivió en Italia, un poco en Holanda, otro tanto en Puerto Rico y también en Nueva York. Aquí la historia del actor.
Dos Falcon verdes estacionaron frente al edificio de Moreno y Matheu, donde vivía. Rodolfo Marabotto presiente que lo van a "chupar". Sube corriendo al cuarto piso junto a su mujer (la actriz Mónica Jouvet, quien murió en 1981), pero alguien se adelanta; media docena de militares se adueñan del lugar. Corre 1976. Algunos revuelven el departamento, otros le apuntan con una Ithaca: “-¿Usted es Marabotto? (Pregunta uno empujándome la sien). -‘¿Pero ésta no es la hija de la gorda?’ (Por Nelly Beltrán). Dijo otro. -Yo soy Pablo Alarcón (le contesté). –‘¿El actor? ¿Usted es el de la telenovela de las tres? Mi mujer siempre lo ve’ (Y ahí, quien iba a matarme, terminó pidiéndome un autógrafo, bajó el arma y se fue). Mi carrera me salvó la vida. Literalmente." Relata Pablo Alarcón, impresionado todavía por el recuerdo. “Les dije que posiblemente hubiera una confusión, porque ahí habían matado a un primo mío. -‘Ah, puede ser’, contestó y se fueron. A la semana viajamos a Italia. Cambiamos de vida y de país".
Pablo Alarcón había dejado de militar en la Juventud Peronista. El único pecado, que casi termina con su vida, fue filmar una película dirigida, producida, actuada por él a modo de denuncia y tener ya dos primos desaparecidos.
“Me perseguían porque había producido un corto que hablaba de la tortura. Una vez había visto por la calle a un muchacho que se había escapado de algún lado, y estaba como ido y con mucho miedo. Y me había imaginado que lo habían torturado. Traté de hacer una peli sobre ese hecho. Volqué ahí mi mirada que era inocente, pero firme. Después vinieron a verme de Montoneros y del ERP, porque querían financiarlo y no quise".
Cuenta que estrenó el cortometraje en la Universidad de Roma “con mucho miedo, te confieso. Cuando nos volvimos, en el ‘79, agarré el original y lo quemé en casa. Ya no milito más, pero la ideología sigue intacta”.
Su vida está repleta de anécdotas, vivencias y una sorprendente historia familiar: “Nací en una familia típica de emigrantes – cuenta Alarcón -. Familia de españoles e italianos. Familia de italianos por parte de mi padre y mi madre gallega incierta. Incierta porque yo soy de Pellegrini, pero mi abuela nació en la época de los malones y los indios. En 9 De Julio, los indios pasaban, rompían, robaban, destruían… y todas las familias se protegían en las casas de material de el pueblo. Los que pudieron se escondieron en una casa de la familia Tisera. Y cuando salieron, que ya habían pasado los indios, en la puerta de esta familia habían dejado un canasto con una criatura. Esa criatura era mi abuela Dominga. Abuela que creció sin saber sus orígenes porque nadie la reclamó. Fue criada por esa familia muy generosamente. La mandaron a la escuela y cuando cumplió 17 años pasó mi abuelo que era gallego, herrero, que estaba haciendo el tren y se enamoró de esta chica. Se casó y la llevó a Pellegrini y allí formó su familia. Mi padre por otro lado, vivía en bragado, era viajante. Vendía radios, baterías… vendía lo que podía, era comerciante. Pasó por Pellegrini, vio a mi madre, que era mujer hermosa, y se enamoró perdidamente. Viajaba constantemente a verla. Se casó y formo su familia. Ahí nací yo y mis 4 hermanos. Yo el menor de los cuatro.”
Su infancia fue en el campo:”En Pellegrini, cuando yo nací se había quemado la usina. No había luz y hasta los 5 0 6 anos míos, nos alumbrábamos con lámparas de querosene y sol de noche. Por supuesto no había cine y, por supuesto, no había radio. La radio era muy limitada. La onda no llegaba hasta mi pueblo. Llegaba solo los días nublados, porque había plafón. Cuando se inauguró el primer cine, iba todos los días. No me perdía ni una sola película. Veía dos o tres por día y lo veía a Don Luis Sandrini. Imagínate cuando ya en Bs.As, tuve la oportunidad de hacer mi primer película y con él. Fue tocar el cielo con las manos”, recordó.
“Cuando era niño, me imaginaba un mundo a partir de las cosas que tenía a mano. Tuve una niñez simple, con mi gallinero, mi caballito, Turbio, que era mi amigo... Yo me divertía con poco, me inventaba mis historias y decía que de grande iba a ser bombero, pero un día llegó un circo y me acerqué a ver cómo armaban la carpa y convertí en su ‘Che pibe’. Les iba a hacer los mandados y un día me preguntaron dónde podían conseguir muebles a cambio de entradas. Fui a casa y, sin decirle nada a mi madre, les llevé a escondidas una mesa ratona y dos sillas. Tendría 6 ó 7 años. Me dieron cuatro entradas, y me dejaron ir gratis los tres días que estuvieron. Cuando descubrí ese ambiente dije ‘Yo quiero hacer esto’. Me dio un sentido en la vida. Al otro día, con mi hermano, armé un teatrito en casa. Y ahí comenzaron mis sueños”. Rememora el actor.
Pero mas allá que en su familia directa no había artistas, Pablo relata: “Mi padre amaba la música y como en mi pueblo no había bandas. Entonces le dio a mi hermano armando un bandoneón, a mi hermano Néstor un violín, a mi hermana Dolly un piano y a mí, como era el menor, también me mando a estudiar piano. Ya a mis 12 años, un verano aburrido, me fui al club del pueblo y, entusiasmado porque había muchas chicas, me metí a formar parte de la comisión de arte escénico y de ahí no pare. Y estoy convencido que hoy soy actor, porque había chicas”. Asegura riéndose.
A 60 años de aquel momento, recuerda: “Cuando cumplí los 13 nos instalamos en General Pacheco. Ahí empecé a participar en obras de teatro, pero cuando podía, porque enseguida entré a trabajar a una fábrica de autos. Y ya "llevaba el pan" a casa .Y entre los 16 y los 20 pasé a una fundición. En ese tiempo tuve bastante actividad sindical... Yo venía de una familia con mucha militancia, con ideología clara, vinculada con la izquierda. Siempre supe lo que pasaba en el país, nunca me fue ajena la realidad”, se sincera el hombre que en el ‘75 se fue exiliado a Italia.
En referencia a sus comienzos, comenta: “Fui obrero de los 13 a los 20. Trabajé mucho y no pude terminar el secundario. A los 20, cuando me salvé de la colimba, dije ‘No trabajo más en la fábrica, me voy a la capital a probar suerte como actor’. Me alojé en una pensión y me las arreglaba como podía. Llegue un viernes y el lunes ya estaba trabajando. ¿Sabes que hacía? Me compraba una revistita de espectáculos y veía quién era el productor de tal o cual programa y cuando entraba a un canal decía ‘Buen día, me citó Fulano de tal’. Y ahí intentaba pasar. Como no me daba resultado, un día alguien se olvido un libreto en el barcito de la esquina de canal 9 y con el libreto bajo el brazo, intente nuevamente y entré. Un caradura. Así recorrí varios canales Pero me dió resultado. Era otra época y otros tiempos”.
Si bien su fuerte fueron las telenovelas, también se probó en otros géneros y se ganó un lugar en el teatro y el cine.
Con varios Alta Comedia en su haber, con Rosa de lejos y Nuestra galleguita entre sus muchas telenovelas, Rodolfo Marabotto se convirtió en Pablo Alarcón. Un actor que tuvo muchos éxitos y que pasó muchas: Su primer mujer falleció en un accidente automovilístico, Comenzó la vida de cero en varios países, después del exilio. Es padre de dos hijas -que tuvo con la actriz Claribel Medina, a quien conoció mientras vivía en Puerto Rico-. En su vida trabajo de todo: de albañil, pintor de casas, vendedor ambulante, artesano…Un hombre que no sabe lo que es bajar los brazos. Un estudiante eterno. Cada año se propone hacer un curso diferente: hizo escultura, máscaras en arcilla, arco y flecha, cine, fotografía, guión, dramaturgia, literatura, alimentación consciente, yoga, Tai Chi, religiones comparadas, semiología y todo lo referente al teatro que se puedan imaginar. Un hombre con una vida Intensa y mil anécdotas para contar.
Su vida y su historia completa, los golpes y alegrías de su vida, en su propia voz, aquí en Íntimamente con Alejandra Rubio.