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Jorge Formento: "La vida me dio una nueva revancha"
Domingo, 15 Diciembre 2024 22:36

Jorge Formento: "La vida me dio una nueva revancha"

El reconocido locutor y animador abrió su corazón en Íntimamente con Alejandra Rubio. Habló de su historia, su niñez, sus comienzos y cómo encararía hoy su carrera si pudiese volver atrás: "Mientras mis hijos crecían yo me la pasé laburando. A la distancia sé que fue un mal negocio. Hubiese preferido tener una casa más chica y un auto más viejo, pero haber estado más tiempo con mis hijos, disfrutar más de ellos. Sylvia, mi ex, prácticamente crío a nuestros hijos mientras yo laburaba como un loco. Por eso siento que hoy ser abuelo es una revancha que me da la vida. Hoy reconozco que con mi ex nos llevamos genial, pero ella hizo mucho. Soy mejor ex marido que marido. En nuestro caso, nos conocemos desde que teníamos 19 años y nunca nos dejamos de querer. Las separaciones siempre son dolorosas, pero el tiempo lo cura todo. Ella sabe que si algún día necesita de mí, yo estaré incondicionalmente." Confesó Jorge Formento, que esta semana cumplió 40 años e la locución y aún sigue haciendo para eventos el clásico “Feliz Domingo”.

Aunque dejó de hacer el histórico programa en 1994, hasta el día de hoy sigue siendo recordado por aquellos domingos. Se define como un gran abuelo, como un pegajoso que abraza y besa mucho a los que quiere, como mejor ex marido que marido y como un hombre que está más orgulloso de lo que no hizo que de lo que hizo: “Hay algunas cosas que nunca dudé en no hacerlas por más que apretara el zapato. Citando al poeta uruguayo Mario Benedetti: ‘Uno no siempre puede hacer lo que quiere, pero sí puede no hacer lo que no quiere´ y de eso me siento orgulloso. En estos 40 años de carrera, si hago un balance y miro para atrás esto es de lo que me siento más orgulloso. De lo que me arrepiento es de haber priorizado, muchas veces, mi profesión a la vida. Sylvia, mi ex, prácticamente crío a nuestros hijos mientras yo laburaba como un loco. Por eso siento que hoy ser abuelo es una revancha que me da la vida. Mis hijos crecían y yo me la pasé laburando. Con el diario del lunes sé que fue un mal negocio. Hubiese preferido tener una casa más chica y un auto más viejo, pero haber estado más tiempo con mis hijos, disfrutar más de ellos. El abuelazgo es la revancha más maravillosa que me dio la vida. Mi primer hijo nació cuando yo tenía 26 años y de ahí en adelante no paré de laburar… Mientras crecían mis hijos, yo me la pasaba trabajando, incluso, los fines de semana. Reconozco que estuve un poco ausente, prácticamente los crio la madre. Mi nieta me devuelve esa posibilidad de conectarme con la niñez y me encuentra con un poco más de sabiduría adquirida en el camino."

 
Jorge se recibió de locutor en el COSAL, en diciembre de 1984, y está festejando sus 40 años con la profesión: “Hace exactamente 40 años me recibía de locutor nacional. No imaginaba por entonces que este oficio iba a ser tan generoso conmigo. Soy un eterno agradecido a todos los que me enseñaron a trabajar: a mis profesores, mis compañeros, mis colegas, mis camarógrafos, mis operadores de radio, mis productores, mis amigos periodistas, mis directores de cámara, mis sonidistas, los organizadores de eventos que me contrataron, etc. Agradezco a todos los que me dieron trabajo y supieron minimizar mis falencias y potenciar mis habilidades. Soy un afortunado en poder vivir de lo que me gusta y me hace feliz. Es maravilloso recibir el cariño del público, de la gente… El reeditar Feliz Domingo para evento o fiestas privadas, me hacen trabajar con la nostalgia, con los recuerdos...  Los chicos jóvenes, que no conocieron el programa, se enganchan enseguida. Lo que hacemos es revivir algunas de las ‘prendas’ que hicieron famosas al programa, como el ‘Yo sé’, y también el ‘ping pong’ de preguntas y respuestas, y el cofre de la felicidad, que en estos casos no se regala un viaje a Bariloche para todo el curso más dos acompañantes (como en el programa), sino caramelos, golosinas o algún obsequio que quiera poner el que contrata.
 
Jorge Formento Nació el 10 de agosto de 1961, en el barrio de San Telmo. Fue preceptor y Criado en una casa de inquilinato de San Telmo, propiedad de su abuelo, creció entre tres hermanos y "decenas de tíos y abuelos postizos". Su madre, española de Lalin, Pontevedra, era costurera, y su padre, un empleado del rubro licitaciones. La radio sonaba a toda hora, pero su vocación no era clara. "Cada vez que me preguntaban qué quería ser de grande, contestaba 'el 9 de Boca', o 'jubilado', porque estaba todo el día entre personas mayores". Se recibió de locutor nacional en diciembre de 1984, cuando tenía solo 23 años. Quiso ser jugador de Boca. No lo consiguió pero sí logró que como locutor lo escuchara todo el estadio. Y también logró, como hincha, que en más de una ocasión no lo pudiera escuchar nadie porque se quedó disfónico gritando por su equipo. Algo así le pasó en diciembre de 1992, cuando siendo el acompañante de Silvio Soldán en la conducción de Feliz Domingo, se escapó del estudio de Canal 9 donde el programa salía en vivo para ir a la Bombonera: ese día, Boca salió campeón luego de 11 años: “Le pregunté a Silvio (Soldán) si me podía bancar con algunas prendas (segmentos del programa) que faltaban y me dijo que sí. Después hablé con los productores, Osvaldo Gago y Gustavo González, y me dijeron que sí. Por suerte eran todos hinchas de Boca jajaja así que me entendieron. La condición era que no se enterara Alejandro Romay. Romay, que era el dueño del canal, nunca se enteró, o al menos nunca me lo hizo saber. Me fui del canal impecable: peinado, de traje y maquillado. Llegué a la cancha con lo justo. Me grite todo y me quede sin voz de tantos gritos y emoción.” Recordó Formento.
 
“De adolescentes trabajé en una concesionaria de autos usados y fui preceptor de un colegio mientras estudiaba locución.  Elegí esta profesión porque, a través de un conocido, un día conocí al gran Antonio Carrizo y me dijo ‘tenés buena voz, pibe, pero tenés que pulirla’. Y decidí estudiar. Meterme en el COSAL. Mi primera conexión con la radio fue como oyente. En mi casa había un combinado y me acuerdo de que todos nos reuníamos alrededor del aparato para pasar los discos, escuchar las noticias o un partido de fútbol. La radio es mágica, hablás a un receptor imaginario y a veces lo lográs de tal forma que el que te escucha siente que le hablás exclusivamente a él. Es maravilloso.  Yo trabajaba como preceptor del Nacional 7 de San Telmo en doble turno cuando comencé la carrera de locutor. Mi tío Luis Ángel, que escribía en La Razón, me desalentó en la idea de ser periodista deportivo y me animó remarcando la potencia de mi voz. El primer trabajo en el rubro lo consiguí en 1984, en Radio Buenos Aires, cuando me ofrecí ante el jefe de locutores. Era 28 de diciembre y cuando me llamaron para hacer la suplencia, creí que era una broma del día de los inocentes. Me dijeron: ‘Empezás el 31 a la noche. Ese día debutas, aunque te va a escuchar solamente tu familia.’”
 
Luego de su paso por Radio El Mundo y Splendid, entendió que era en la televisión en donde un locutor podía obtener mejores ingresos. La primera mano se la dio el locutor al que admiraba, Juan Alberto Badía. Era 1986, Marcelo Tinelli se acababa de casar con Soledad Aquino y lo convocó para ese reemplazo en Badía y compañía: "Tengo los mejores recuerdos de Juan Alberto. Recuerdo que él no me necesitaba, pero lo que quería era mostrarme. Así de generoso era Juan. Me mandó a buscar la pilcha a una casa de trajes y di mi primer paso en un vivo. Un día de 1987 me presenté en Canal 9 y me puse a disposición como locutor de cabina. Me citaron para el día siguiente y me hicieron una prueba de cámara junto a Claudio Rigoli. Así llegó Nuevediario a mi vida, un curso magistral de producción y realización, que duró solo nueve meses. Yo era cronista y Claudio Rígoli y Silvia Fernández Barrio, los conductores. No me sentía cómodo en ese tipo de experiencia periodística. Me gustaba más la conducción, la locución. El 16 de enero de 1988, me mandaron a cubrir el alzamiento carapintada en Monte Caseros, Corrientes. Era empleado de Nuevediario y ya tenía procesadísima la decisión: no más actualidad pesada, lo mío era exclusivamente la locución y animación. Así, cuando Aldo Rico se rindió, pegué la vuelta y presenté mi renuncia al noticiero. Les dije a Alejandro Romay: ‘Yo quiero ser feliz, no periodista’. Y me compré un taxi. Vendí un Daihatsu y me compré un taxi Ford Falcon. Tenía la escuela de mi abuelo, que había sido taxista. Yo tenía un bebé de tres meses y Romay intentó retenerme. Trató por todos los medios de que no me fuera. Yo seguí haciendo cosas en el canal y en un acto de rebeldía hablé con el gerente de recursos humanos y le dije: ‘No quiero un noticiero. Yo quiero algo como Seis para triunfar o Feliz domingo’. Él me contestó: '¿Te bancarías un Feliz domingo?'. Enseguida cubrí el especial de casamiento de Susana Giménez y en enero de 1989 empecé por un mes reemplazando a Soldán, porque se había tomado vacaciones. ‘Te quedás’, me dijeron después, y lo hice hasta el final, 1994. Silvio (Soldán) es un fenómeno, un caballero y, como compañero, fue el mejor. Le tengo un gran cariño y creo que él a mí también. Estuve seis años en Feliz Domingo, seis temporadas, y fue una gran escuela para mí.”
 
A los 60, en plena pandemia, fue voluntario de la vacuna de Pfizer. Cuando todo era incertidumbre, él optó por ser voluntario, por poner su cuerpo para ayudar a otros: “Es así, me postule como voluntario. La segunda dosis me la aplicaron el 28 de septiembre. Días después me llamaron para hacerme un análisis de sangre y bueno, formo parte de los 4500 argentinos que en el Hospital Militar probaron esa vacuna. Las ganas de ayudar me impulsaron a tomar la decisión: Tengo hijos, tengo una nieta, me parece que no podíamos dormir pensando en que nuestros afectos más cercanos pudieran contraer esta enfermedad. Y yo quedarme en mi casa mirando la tele, con un trabajo que me permitía realizarlo desde casa, sin necesidades básicas insatisfechas, ahí dije: '¿De qué forma puedo ayudar?' Bueno, allá fui a poner el brazo. La cuestión fue tratar de encontrar entre todos una solución a esta pesadilla y no me arrepiento.” 
 
Ser la voz de la Bombonera fue un sueño cumplido: “Es un sueño cumplido. Para mí no es un trabajo y por eso no acepto que me paguen. No le puedo cobrar a Boca porque Boca es mi casa, es mi vieja. Los Formento siempre fuimos muy futboleros. Yo tenía 5 años e iba de la mano de mi viejo a la Bombonera. Cierro los ojos y me acuerdo de estar en los brazos de mamá en la platea de socios. Boca salía campeón y nos íbamos todos a caminar por La Boca… La pizzería regalaba pizzas, la parrilla te regalaba chorizos, el pueblo estaba contento. Hoy estoy viviendo a pocas cuadras de la cancha y todo es un recuerdo. Camino por las calles y me encuentro con el pibe que fui.”
 
 
Jorge Formento se recibió de locutor hace 40 años y su gran salto a la popularidad lo dio entre 1989 y 1994, cuando acompañó a Silvio Soldán en la conducción de Feliz Domingo. Estuvo seis años en Feliz Domingo, en donde descubrió que la popularidad que daba la televisión no tenía comparación con ninguna de sus otras actividades. Desde ahí, el locutor que acompañaba a Silvio Soldán en aquel programa ómnibus de entretenimientos, se hizo un nombre pero por sobre todo, una cara. Porque antes, como todo locutor, era esencialmente una voz. Con el correr de los años, fue conductor en diferentes ciclos de TV, siempre vinculados al entretenimiento, poniéndole el cuerpo y la garganta a su trabajo. Y así la vida de Formento se desplegó por un sinfín de lugares, incluyendo su mayor sueño: una cabina en la Bombonera, desde donde se convirtió en el locutor del club en los partidos. “La voz del estadio”, como suele denominarse históricamente en el fútbol a los que ocupan ese rol: “Tengo una voz amable. No estoy peleado con ella, pero no es que me encante mi voz. La mía fue una carrera milagrosa. ¿Quién iba a decir que este pibe de San Telmo sin vocación iba a llegar a esto? Subo a un bondi y a veces no me quieren cobrar. Claro que no dejo que sea así. O llamo a un cerrajero y me dice: 'No, dejá, esto va por todo lo que me hiciste divertir.'” Concluyó el animador.