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Pablo Alarcón: “Pensé que no la contaba, pero acá estoy”
Sábado, 10 Agosto 2024 22:46

Pablo Alarcón: “Pensé que no la contaba, pero acá estoy”

El reconocido actor, director, dramaturgo, escenógrafo, titiritero y actor a la gorra, realizó un profundo recorrido por su vida  y su presente en íntimamente con Alejandra Rubio. Habló por primera vez luego de su reciente internación por neumonía bilateral, infección intrahospitalaria y una operación a corazón abierto en el IMAC. Agradeció las cadenas de oración, el cariño de la gente y contó en detalle cómo no se dejó vencer por el diagnóstico y las pocas probabilidades físicas de superar el cuadro, más allá que llegó a pensar que ahí se terminaba su vida: “Estoy muy bien. La pasé fea, pensé que no la contaba, pero acá estoy, en casa y recuperándome. Fueron tres meses muy duros de internación, bajé 11 kilos y perdí mucha masa muscular. Tuve miedo, pero puse todo de mí para salir adelante. En la internación Medité, escribí mucho y hasta idee una obra de dos personajes para hacer con Roly Serrano que también estaba internado en el IMAC. Trataba de no tener pensamientos negativos y llenarme de proyectos para poder seguir. Me decía: ‘No quiero que esto termine acá, quiero seguir’ y no bajé los brazos. Cuando me dieron el alta, el mismo día salí a caminar. Las piernas y las fuerzas no me daban, pero pongo la voluntad ante todo. Aunque aún no tengo la autorización del médico ya empecé a trabajar. Cuando me enfermé estaba grabando una serie de Disney y esperaron que saliera de la clínica para terminar mis escenas.” Contó emocionado el actor.

Pablo Alarcón ya se está recuperando en su casa, luego de sufrir una neumonía bilateral, una infección intrahospitalaria (que aún perdura) y de someterse a una cirugía a corazón abierto. Estuvo internado durante tres meses, pero la pesadilla tuvo un final feliz gracias a los médicos, su fuerza de voluntad y las cadenas de oración que sumaron fuerza en todo el país. Así cuenta el actor como empezó todo: “Quiero aclarar que no me enfermé por trabajar a la gorra. No tomé frío en la plaza. Estaba trabajando haciendo la segunda parte de ‘Barrabravas’ en Uruguay. Volví y un día estaba con mis perros y  me caí en la calle. Nunca en mi vida me había pasado. No me tropecé sino que estaba al lado de un árbol, me faltaron las fuerzas, me falto el aire y me dejé caer, sentado. Me socorrieron los vecinos, me sentaron sobre una maceta, recuperé fuerzas y regresé a casa; estaba a dos cuadras. Ahí me di cuenta de que era algo respiratorio, fui al médico, me dijeron que era una gripe fuerte y que hiciera reposo. Volví a casa y esa noche me sentí muy mal, llamé a una ambulancia, me llevaron al Hospital Tornú y me ahí atendieron muy bien. Me dijeron que tenía una neumonía bilateral, un tema complicado cardiaco y ahí me trasladaron al IMAC.  El Instituto Médico de Alta Complejidad  es una clínica que tiene la obra social de actores y es la que tengo; la elegí cuando me jubilé. Es una clínica buena y muy completa; ya había estado internado una vez ahí. Me dijeron que tenía un problema en el corazón. Tenía una válvula obstruida y necesitaba un by pass. Ahí me operaron. Pero primero tuvo que pasar la neumonía para poder operarme a corazón abierto y después se complicó con un virus intrahospitalario. Estuve internado tres meses. Yo pensé que me quedaba ahí. Fue complicado. La pasé jorobado. Los médicos siempre me dijeron la verdad y la verdad era muy dura. Cuando me dijeron que tenía una infección intrahospitalaria, no me podían operar y solo había que esperar si la medicación funcionara… No fue fácil… En muchas oportunidades pensé que no la pasaba, pero también estaba seguro que no me iba a entregar. Por suerte esto es algo más de lo mucho que me pasó en la vida. Nací con un kilo trecientos, me apuntaron con un fusil los de la AAA, me cagaron a patadas, me echaron, tuve enfermedades… Me han pasado cosas. Y, gracias a Dios, esta fue una más.”

 
“Cuando salí y vine a casa, que es un PH y para poder subir las escaleras mi hija tuvo que empujarme porque no tenía fuerzas. Me senté un rato y a las dos horas quise salir. Dije: ‘Yo no me voy a quedar acá sentado sin hacer nada’. Mi hija no quería, pero yo tenía ganas de dar una vuelta y tomar un café. Bajar fue fácil, caminé dos cuadras, tomé un cafecito, volví y no podía subir la escalera. Por suerte me ayudó José, un vecino albañil, que vive al lado de casa. Hace años que vivo en Chacarita, los vecinos me conocen todos y casi hicieron una fiesta cuando volví; salían de sus casas a saludarme, fue maravilloso. Vivo solo y no sabía cómo me iba a arreglar, pensaba en cómo acostarme, por ejemplo. Porque te abren el esternón con una sierra y te lo atan con alambre después. El médico Adriano Malusardi se portó muy bien, venía a verme, conversaba, se sentaba al lado de mi cama. Un tipo bárbaro. Ahora salgo a caminar todos los días una hora, hago los ejercicios que me recomendó el médico y estoy tratando de recuperar peso por que perdí 11 kilos en la internación. Todavía estoy con antibióticos porque aún hay resabios de la infección intrahospitalaria.” Aseguró Alarcón.
 
“Estuve tres meses en la cama sin moverme, cuando me dieron el alta no podía caminar, estaba muy débil. Me caí dos veces. Tuve dos accidentes serios en la calle. En el último, el día que salí a grabar para Disney me tropecé y pegué con el pecho de lleno en el cordón de la vereda. Todavía no puedo toser del dolor, es una operación muy dura y los huesos aún se tienen que unir. Lo bueno es que acá estoy y con muchas ganas de seguir. Puse lo mejor de mí para que este no fuera el final. No me dejé caer. Medité todos los días, escribí sobre mi vida y hasta redacté una obra de dos personajes para interpretarla junto a Roly Serrano que estaba internado en el IMAC en el piso de abajo donde estaba yo y hablábamos por teléfono todos los días… La obra trata de dos actores viejos y malhumorados que tienen un choque automovilístico, los internan en una misma clínica y se pelean todo el tiempo. Es desopilante y ojalá podamos hacerla. Sigo como siempre soñando y pergeñando cosas. Entre ellas “Pan y circo. Poco pan y mucho circo”, una comedia musical sobre la situación política del país. El musical es de tres o cuatro personajes, tiene colaboración del monologuista de Jorge Lanata y Jorge Guinzburg y ya estoy preparando la gira. Todavía no tengo el alta para trabajar, pero son detalles… Jajaja. La gente de Disney se portó muy bien conmigo. Tenía que grabar unas escenas para una miniserie para ellos y justo me enfermé. Pospusieron todas mis escenas, grabaron todo y quedó lo mío para el final. A penas salí de la clínica quise hacerlas y ayer terminé. Es una miniserie buenísima donde trabajan la China Suarez y Carlos Belloso, entre un gran elenco.” Contó el querido actor, que pese a estar cara a cara con la muerte, no deja de pensar en su trabajo y como continuar.
 
Rodolfo Francisco Marabotto es su nombre verdadero. Es actor, director, escenógrafo, titiritero, galán, aventurero, hombre comprometido con sus ideas. Amó la actuación desde que un circo llegó a su pueblo y algo en él cambió. Comenzó en cine con Luis Sandrini. En televisión, en La Nena, con Marilina Ross y Joe Rigoli. En teatro con Pepe Cibrián. Fue protagonista de éxitos televisivos como Rosa de lejos, Regalo del cielo o Alta Comedia. Hizo "mil” trabajos en la tele, el teatro y el cine. En pleno éxito, tuvo que irse de Argentina perseguido por el gobierno militar y empezar una nueva vida, después de haber salvado su vida de milagro. Vivió en Italia, un poco en Holanda, otro tanto en Puerto Rico y también en Nueva York. 
 
Su vida corrió peligro muchas veces. En una de ellas, dos Falcón verdes estacionaron frente al edificio de Moreno y Matheu, donde vivía. Rodolfo Marabotto presiente que lo van a "chupar". Sube corriendo al cuarto piso junto a su mujer (la actriz Mónica Jouvet, quien murió en 1981), pero alguien se adelanta; media docena de militares se adueñan del lugar. Corre 1976. Algunos revuelven el departamento, otros le apuntan con una Ithaca y le dicen: “-¿Usted es Marabotto? (Pregunta uno empujándome la sien). -‘¿Pero ésta no es la hija de la gorda?’ (Por Nelly Beltrán). Dijo otro. -Yo soy Pablo Alarcón (le contesté). –‘¿El actor? ¿Usted es el de la telenovela de las tres? Mi mujer siempre lo ve’ (Y ahí, quien iba a matarme, terminó pidiéndome un autógrafo, bajó el arma y se fue). Mi carrera me salvó la vida. Literalmente. Les dije que posiblemente hubiera una confusión, porque ahí habían matado a un primo mío. -‘Ah, puede ser’, contestó y se fueron. A la semana viajamos a Italia. Cambiamos de vida y de país". Relató Pablo Alarcón, impresionado todavía por el recuerdo.
 
El único pecado, que casi termina con su vida, fue filmar una película dirigida, producida, actuada por él a modo de denuncia y tener ya dos primos desaparecidos: “Me perseguían porque había producido un corto que hablaba de la tortura. Una vez había visto por la calle a un muchacho que se había escapado de algún lado, y estaba como ido y con mucho miedo. Y me había imaginado que lo habían torturado. Traté de hacer una peli sobre ese hecho. Volqué ahí mi mirada que era inocente, y lo filme. Después vinieron a verme de Montoneros y del ERP, porque querían financiarlo y no quise. Estrené el cortometraje en la Universidad de Roma con mucho miedo y cuando nos volvimos, en el ‘79, agarré el original y lo quemé en casa.”
Su vida está repleta de anécdotas, vivencias y una sorprendente historia familiar: “Nací en Pellegrini, provincia de Buenos Aires, y pesé solo un kilo trecientos. En esa época no había incubadoras y habían hecho como un hornito de ladrillos, lo calentaban y me metían ahí como un chanchito jajajaja. Salvé mi vida de casualidad. Con tan poco peso era difícil que sobreviviera un recién nacido en 1946. Mi familia era una familia típica de emigrantes .Familia de españoles e italianos. Familia de italianos por parte de mi padre y mi madre gallega incierta. Incierta porque yo soy de Pellegrini, pero mi abuela nació en la época de los malones y los indios. En 9 De Julio, los indios pasaban, rompían, robaban, destruían… y todas las familias se protegían en las casas de material del pueblo. Los que pudieron se escondieron en una casa de la familia Tisera. Y cuando salieron, que ya habían pasado los indios, en la puerta de esta familia habían dejado un canasto con una criatura. Esa criatura era mi abuela Dominga. Abuela que creció sin saber sus orígenes porque nadie la reclamó. Fue criada por esa familia muy generosamente. La mandaron a la escuela y cuando cumplió 17 años pasó mi abuelo que era gallego, herrero, que estaba haciendo el tren y se enamoró de esta chica. Se casó y la llevó a Pellegrini y allí formó su familia. Mi padre por otro lado, vivía en bragado, era viajante. Vendía radios, baterías… vendía lo que podía, era comerciante. Pasó por Pellegrini, vio a mi madre, que era mujer hermosa, y se enamoró perdidamente. Viajaba constantemente a verla. Se casó y formo su familia. Ahí nací yo y mis 4 hermanos. Yo el menor de los cuatro.”
 
Su infancia fue en el campo: “En Pellegrini, cuando yo nací se había quemado la usina. No había luz y hasta los 5 0 6 anos míos, nos alumbrábamos con lámparas de querosene y sol de noche. Por supuesto no había cine y, por supuesto, no había radio. La radio era muy limitada. La onda no llegaba hasta mi pueblo. Llegaba solo los días nublados, porque había plafón. Cuando se inauguró el primer cine, iba todos los días. No me perdía ni una sola película. Veía dos o tres por día y lo veía a Don Luis Sandrini. Imagínate cuando ya en Bs.As, tuve la oportunidad de hacer mi primer película y con él. Fue tocar el cielo con las manos”, recordó Pablo.
 
“Cuando era niño, me imaginaba un mundo a partir de las cosas que tenía a mano. Tuve una niñez simple, con mi gallinero, mi caballito, Turbio, que era mi amigo... Yo me divertía con poco, me inventaba mis historias y decía que de grande iba a ser bombero, pero un día llegó un circo y me acerqué a ver cómo armaban la carpa y convertí en su ‘Che pibe’. Les iba a hacer los mandados y un día me preguntaron dónde podían conseguir muebles a cambio de entradas. Fui a casa y, sin decirle nada a mi madre, les llevé a escondidas una mesa ratona y dos sillas. Tendría 6 ó 7 años. Me dieron cuatro entradas, y me dejaron ir gratis los tres días que estuvieron. Cuando descubrí ese ambiente dije ‘Yo quiero hacer esto’. Me dio un sentido en la vida. Al otro día, con mi hermano, armé un teatrito en casa. Y ahí comenzaron mis sueños”. Rememoró el actor.
 
Pero más allá que en su familia directa no había artistas, Pablo relata: “Mi padre amaba la música y como en mi pueblo no había bandas. Entonces le dio a mi hermano armando un bandoneón, a mi hermano Néstor un violín, a mi hermana Dolly un piano y a mí, como era el menor, también me mando a estudiar piano. Ya a mis 12 años, un verano aburrido, me fui al club del pueblo y, entusiasmado porque había muchas chicas, me metí a formar parte de la comisión de arte escénico y de ahí no pare. Y estoy convencido que hoy soy actor, porque había chicas”. Asegura riéndose.
 
A 60 años de aquel momento, recuerda: “Cuando cumplí los 13 nos instalamos en General Pacheco. Ahí empecé a participar en obras de teatro, pero cuando podía, porque enseguida entré a trabajar a una fábrica de autos. Y ya ‘llevaba el pan’ a casa. Entre los 16 y los 20 pasé a trabajar en una fundición. En ese tiempo tuve bastante actividad sindical... Siempre supe lo que pasaba en el país, nunca me fue ajena la realidad”, se sincera el hombre que en el ‘75 se fue exiliado a Italia.
 
En referencia a sus comienzos, comenta: “Fui obrero de los 13 a los 20. Trabajé mucho y no pude terminar el secundario. A los 20, cuando me salvé de la colimba, dije: ‘No trabajo más en la fábrica, me voy a la capital a probar suerte como actor’. Me alojé en una pensión y me las arreglaba como podía. Llegue un viernes y el lunes ya estaba trabajando. ¿Sabes que hacía? Me compraba una revistita de espectáculos y veía quién era el productor de tal o cual programa y cuando entraba a un canal decía ‘Buen día, me citó Fulano de tal’. Y ahí intentaba pasar. Como no me daba resultado, un día alguien se olvidó un libreto en el barcito de la esquina de canal 9 y con el libreto bajo el brazo, intente nuevamente y entré. Un caradura. Así recorrí varios canales Pero me dio resultado. Era otra época y otros tiempos”.
 
Con varios Alta Comedia en su haber, con Rosa de lejos y Nuestra galleguita entre sus muchas telenovelas, Rodolfo Marabotto se convirtió en Pablo Alarcón. Un actor que tuvo muchos éxitos y que pasó muchas: Su primera mujer falleció en un accidente automovilístico, Comenzó la vida de cero en varios países, después del exilio. Es padre de dos hijas -que tuvo con la actriz Claribel Medina, a quien conoció mientras vivía en Puerto Rico-. En su vida trabajo de todo: de albañil, pintor de casas, vendedor ambulante, artesano…Un hombre que no sabe lo que es bajar los brazos. Un estudiante eterno. Cada año se propone hacer un curso diferente: hizo escultura, máscaras en arcilla, arco y flecha, cine, fotografía, guión, dramaturgia, literatura, alimentación consciente, yoga, Tai Chi, religiones comparadas, semiología y todo lo referente al teatro que se puedan imaginar. Un hombre con una vida Intensa y mucho aún para dar.