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Luisa Kuliok: "Comencé a los 5 años haciendo teatro a beneficio para la Casa Cuna. Siempre tuve conciencia social"
Domingo, 11 Agosto 2024 22:33

Luisa Kuliok: "Comencé a los 5 años haciendo teatro a beneficio para la Casa Cuna. Siempre tuve conciencia social"

La reconocida actriz de cine, teatro y televisión realizó un profundo recorrido por su vida en íntimamente con Alejandra Rubio. Habló de su carrera artística, su infancia, su matrimonio de toda la vida y su gran amor por su profesión: “Cuando nací, mi padre mediante la astrología predijo que me iba a dedicar al arte. A los 5 años ya estudiaba teatro, danza y declamación. Mis padres no querían que me pagaran a esa edad para trabajar, entonces comencé haciendo obras a beneficio para la Casa Cuna y Hospitales. Siempre me enseñaron la conciencia social. Empecé desde muy chica y sigo estudiando hasta hoy por respeto al público y su cariño. No fue un sueño mío ser tan popular, ni ser famosa, aunque reconozco que es maravilloso.”

Luisa Kuliok debutó bajo la dirección de Agustín Alezzo y se perfeccionó con notables maestros. En televisión comenzó junto a Narciso Ibáñez Menta. Con los años se convirtió en la reina indiscutida de las telenovelas argentinas y de varios países del mundo. Incluso obteniendo premios en el exterior como con “La Extraña Dama” y “Cosecharás Tu Siembra”, galardonadas en Italia. Fue tal el éxito de “La Extraña Dama” y el impacto de su personaje, que Silvio Berlusconi la prefería antes que a Gina Lollobrigida y la revista "Gente" italiana vendía más con ella en su tapa que con Sofía Loren, pero prefirió quedarse en Argentina. 35 años después de su estreno, Luisa reconoció: “Esa telenovela fue la primera novela argentina en ser vendida al exterior, batió récords en el mundo, una de las más recordadas de todos los tiempos. En Israel nos pasaban subtitulados. Quedó en la memoria del público pese a haber durado sólo seis meses. Aún hoy recuerdan ese bello personaje de Gina con mucho cariño. Fue todo una locura. Me contaban que las iglesias italianas cambiaban el horario de misa por la novela… todos la miraban. Fueron en total 115 capítulos. Eso es extraordinario porque no llegaron a ser seis meses al aire. Sin embargo, es maravilloso lo que pasó y que treinta años después se siga recordando con tanta fuerza y que de alguna manera se tome también como un ícono de los teleteatros. Era una gran historia y sigue teniendo una vigencia de mucha vitalidad en varios países del mundo, es realmente sorprendente. Hace 30 años yo estaba filmando en Puerto Rico una novela que era sobre la vida de Julio Iglesias. Se llamaba Amor. Me llama Omar Romay. Me dice: 'Espero verte pronto'. Le digo que no tan pronto porque me quedaban como cuatro meses de grabaciones. Él me insiste que me llamaba con bastante tiempo de anticipación como para que no pudiera decirle que no. Me cuenta que estaba con una telenovela de tales características, que iba a estar en manos de Diana Álvarez, que Juan Carlos Suárez iba a hacer la dirección de fotografía. Con eso ya me había convencido, porque yo debuté con ellos, ellos fueron para mí dos personas increíbles. La novela empezó con 12.6 puntos de rating en agosto de 1989 y terminó en enero de 1990 con casi 50 puntos de rating, 46.7. No sé cuál fue el secreto, el detonante… Es una historia de mucho sacrificio, de renunciamientos y de ética. Yo siempre digo que más que una historia sobre la religión, es una historia sobre la ética, sobre aquellas actitudes que uno en primera instancia decide, más allá de la moral de la época, más allá de lo que se supone en cada época que está bien o mal signado por la cultura o las costumbres. Hay un lugar que es el ético, que tiene en cuenta una decisión profundísima respecto de quién es uno en este mundo, cómo está instalado y qué es en relación con las otras personas. Gina hace lo que hace, arriesga su alma en virtud de la felicidad de su hija. Para una persona de fe era enorme esto. Pero ella lo toma como algo necesario, algo imprescindible para la felicidad de la hija. Es muy fuerte lo que sigue pasando. La gente por ahí me ve y no pueden evitar el recuerdo y que les venga a la cabeza lo que estaban haciendo en ese momento. Te dicen que la novela fue un acompañamiento tal vez en un momento de enfermedad de algún ser querido, y reviven la emoción que por la que pasaron", destaca Kuliok sobre el programa, que en la actualidad tiene grupos en Facebook que reclaman que la telenovela vuelva a emitirse o grupos de fanáticos que comparten algunas escenas memorables.

En el archivo secreto del mismísimo Vaticano aún debe existir el expediente Luisa Kuliok. El mito del documento que alertaba que la actriz argentina era una amenaza para la fé católica. A la hora en que aparecía en pantalla caracterizada como monja en la telenovela, los monasterios italianos quedaban vacíos. Hasta los curas cambiaban los horarios de misa o de confesión y se encendían la pantalla. Nadie quería perderse la historia de Sor Piedad, la religiosa cuyos hábitos desafiaban al propio Juan Pablo II. Así lo recordaba la actriz: "En Italia fue algo increíble. De 8 a 9 cerraban los restaurantes. Los comercios cerraban antes para que la gente pudiera llegar a tiempo para verla. Lo del Vaticano fue increíble. Como una telenovela y un personaje podía llegar a tanto. No busqué el éxito, ni todo eso que pasó. No fue un sueño mío ser tan popular, aunque fue maravilloso. En Israel nos pasaban subtitulados. ¡Pegó la historia de una monja allá! También en Turquía, en toda Latinoamérica. Eso realmente es el arraigo popular. Y creo que se dio porque los conflictos humanos estaban puestos en primer plano en la historia. "Afirmó Kuliok.

Luisa Matilde Kullock es su verdadero nombre. Nació en Buenos Aires el 20 de marzo de 1954, en una humilde familia del barrio porteño de Villa Devoto. Hija de astrólogo, su padre supo que sería artista por una carta astral y Así lo recuerda: ”Mi papá esperaba que mi mamá pariera un varón. Fue un duro parto con fórceps hasta que nací yo. Me llamaron Luisa, por mi abuela. Papá se alegró de que fuera niña, porque si los fórceps dejaban huellas en el cráneo, al menos una niña podría disimular la cabeza de pera con su cabello largo. Durante las primeras horas, corrí riesgo de vida, por lo que mi padre, que era astrólogo, dejó el hospital Israelita y corrió a casa a confeccionar una carta astral para buscar una respuesta en los planetas. En su estudio los astros aseguraban que sobreviviría y que me dedicaría al arte y así fue, nunca imaginé trabajar de otra cosa. Toda la vida me dedique a la actuación.”

Y cómo lo dictaron los planetas, Luisa, a los cinco años comenzó a estudiar teatro y declamación: “Todavía siento el latido de la mano de mi abuela cuando me llevaba caminando a danzas, frente a la Plaza Arenales, en Devoto, enfrente de la estación. Tenía muy pocos años. Era también muy chica cuando empecé a estudiar declamación y a actuar, menos de 5 años.. Fui alumna de la escuela de teatro para niños de Blanca de la Vega. Mis padres no querían que me pagaran a esa edad para trabajar, entonces comencé haciendo obras a beneficio para la Casa Cuna, hospitales y orfanatos. Siempre me enseñaron la conciencia social y no querían que fuera mi profesión hasta que yo tuviera edad de decidir que así lo quería. Mi abuela paterna se tuvo que ir de Rusia durante la guerra. Mis abuelos siempre estuvieron a favor del socialismo. Viví hasta los 9 años en la casa de ellos, con mis padres y mi hermana menor. Me formé escuchando a mi abuela hablar de Alfredo Palacios y del socialismo. Crecí creyendo en la posibilidad de una sociedad inclusiva, para todas y todos. Desde mi educación. Vengo de una familia humilde: mi madre trabajó desde los 14 años (estudió corte y confección en la Academia Pitman); mi papá, astrólogo, era técnico electrónico. Fuimos formados en esa concepción, en la necesidad de los libros, de instruirse, de crecer. Mi madre me introdujo al mundo de lo poético antes de los cinco años. Algo que tiene que ver con lo esencial estaba desde el vamos muy fuertemente. Ella de alguna manera había sido una bailarina frustrada, una actriz frustrada, una pianista frustrada (ríe) y yo, como hija mayor, pasé a ser el receptáculo de todo eso, ¡felizmente! Ahí había una semilla. Mi padre me enseñó la perseverancia, el saber esperar… Cuando empecé a estudiar teatro a los cinco años, con Blanca de la Vega, en la escuela Nicolás Avellaneda no fui la ‘elegida’ o la favorita. Me pasé más de un año sin hacer absolutamente nada, salvo un día que bailé solo porque tenía un traje de dama antigua (que me había hecho mi mamá). Y para peor, como era alta me pusieron atrás de todo. Yo iba a clases los sábados y domingos con mi papá. Hasta que me cansé que nunca me pusieran y quise abandonar. Él me dijo que tuviera paciencia, que ya me iba a tocar mi oportunidad. Hasta que un día se enfermó la nena que hacía el protagónico (que era la favorita). Blanca de la Vega preguntó quién sabía la letra y yo tímidamente levanté la mano: sabía la letra de todos los personajes. Eso pasó gracias a que seguí yendo, me banqué ese lugar desolado, esperé mi oportunidad y fue una gran lección para el resto de mi vida.”

Refiriéndose a sus comienzos de forma profesional afirmó: “El gran deslumbramiento vocacional lo tuve a los 17 cuando vi ‘Romance de lobos’ y quedé perpleja ante Alfredo Alcón. Estudié con Agustín Alezzo y debuté dirigida por él en ‘Tiempo de vivir’ de Thornton Wilder, en plena dictadura. Después formé parte del Grupo de Repertorio y el mismo Agustín Alezzo me da el rol protagónico en ‘Despertar de primavera’ de Frank Wedekind por el que obtuve mi primer reconocimiento con el premio Talía.” Y su carrera no paró. Fue subtitulada al hebreo y aplaudida en teatros sindicales como los de la UOCRA. Roles en cantidad y variedad: Cenicienta, joven violada, jefa de enfermeras, verdulera, dama antigua, monja… Pero sus roles más importantes son el ser madre de Lucrecia y Tomás, abuela de Clara y el gran amor de Roberto Romano, con quien lleva toda la vida juntos: "Conocí a mi marido en un taller de teatro y fui yo la que quise conquistarlo. Me enamoré rápido, él no. Vivíamos cerca, en Villa del Parque. Él se encargaba de alcanzar a algunas chicas y yo me encargaba de ser la última. O le mandaba cartitas. Él no me consideraba mucho, pero se terminó enamorando y juntos formamos una hermosa familia. Somos muy compañeros y pasamos la vida entera juntos."