El reconocido locutor, hombre de la suerte y creador del clásico ciclo de azar, La Danza de la Fortuna, realizó un intenso recorrido por su historia y reveló como su profesión trajo a su vida su gran amor: “Me siento un hombre de suerte. Comenzando por el matrimonio. Conocer a Elda Moreno, mi compañera de toda la vida, fue mi mayor fortuna. Ella era locutora, nos conocimos en la radio y no nos separamos más. Tuve la suerte de tener un matrimonio feliz por más de 50 años. Toda una vida juntos, hasta que partió. Fue mi gran compañera de más de medio siglo, mi gran amor, con quien tuvimos a nuestro hijo y formamos nuestra familia. Ella me hizo inmensamente feliz y agradezco infinitamente a Dios que la puso en mi camino.” Aseguró Luis Roberto González Rivero, más conocido como Riverito, quien a sus 92 años y con 77 años de carrera artística, decidió retirarse de su profesión y cuenta en su haber con cinco Martín Fierro en competencia y uno por su trayectoria.
Luis Roberto González Rivero nació el 13 de mayo de 1932 y así cuenta su historia: “Soy hijo de inmigrantes. Mis viejos gallegos, vinieron aquí con las dos manos hacia atrás y fueron muy trabajadores. Nací en el barrio de Flores y fui criado en un inquilinato de la calle Guardia Vieja, en Almagro. El conventillo no tenía baño, apenas un hoyo para que cada familia de las 15 habitaciones hiciéramos nuestras necesidades. Mi padre fue lechero, repartía leche casa por casa, y mi vieja trabajó como mucama. Eso me hizo valorar cada centavo. Fui hijo único por doce años, después nació mi hermana Inés. La radio me sacó de mi vida humilde. Y el progreso me hizo un viajero frecuente. Llegué a recorrer un 60% del mundo. Copenhague, Oslo, Innsbruck, Islas Canarias, Montecarlo, Casablanca, Montpellier... En mi infancia, estudie gracias al esfuerzo de mis viejos. Fui al colegio Balcarce y al Comercial Hipólito Vieytes, en Gaona y Cuchacucha. Por entonces usaba jopo y de aquella mata de pelos sólo me quedó un rulito que, con el tiempo, convertí en otro de mis rasgos característicos. Perdí un elevado porcentaje de pelo, pero ese rulito había quedado y lo impuse como una moda cuando quedé pelado y todavía no se me cayó.”
Luis Roberto González Rivero empezó desde abajo para ayudar a sus padres, cuando aún estaba en el colegio secundario: “A los 15 años mi primer trabajo fue, por suerte, en la lotería de la vieja Radio Belgrano. Trabaje en la agencia de representaciones artísticas del elenco de la Radio que buscaban un auxiliar. Comencé a organizar la agenda y las funciones de la orquesta típica de Ebe Bedrune. Al poco tiempo, la directora me pidió que lo representara en confiterías y clubes. Salía a la calle y me paraba frente a los dueños de los escenarios: ‘1650 pesos. Son 4 bandoneones, 3 violines, contrabajos, piano, cantor Rogelio Aguirre, animador Carlos Nilson’. Mire cómo me acuerdo. Y de eso sacaba el 10 por ciento. El día del debut en la Richmond de Constitución faltó el presentador y yo salí a pedir un aplauso para la orquesta. Así fue mi debut. Por casualidad, por el destino, porque así lo quiso el azar. Yo estaba presentando a la orquesta de Ebe Bedrune en el Richmond de Constitución y ella me recomendó para hacer unos avisitos sueltos en La Revista de la Música y el Deporte, en Radio Callao que se emitía los sábados. Mi primer aviso decía: ‘¿Va a la playa? Lleve la maya’, era un aviso de Olímpico sport. Ya usaba pantalones largos. Hasta los 14 los había usado cortos.” Recordó el querido animador.
El estandarte de una radiofonía de oro que ya no existe, logró ser locutor sin matrícula del ISER: "Es verdad, pero la realidad es que el ISER todavía no existía. Soy anterior a su fundación. Comencé a mis 15 y, como te comente, hacía solo un año que usaba pantalones largos. Luego de Radio Callao compré un espacio en la Radio del Pueblo para comercializar y comencé a hacer suplencias en distintas emisoras, hasta ocupar un espacio en Radio Belgrano como locutor. En 1956 debuté en la pantalla chica en los avisos en vivo del primer programa de la tarde que tuvo la TV argentina, Cabalgata del Recuerdo, acompañado por Nancy Rojo y Laura Escalada, quien luego fuera la esposa de Astor Piazzolla.”
A fuerza de trabajo y simpatía, González Rivero se convirtió en un icono de la radio y la televisión. En 1961, al regreso de su luna de miel en Brasil, decidió emular una idea que lo atrapó, un programa para cantar los números de la quiniela: “Para nuestra luna de miel con Elda, viajamos a Río de Janeiro y allí advertimos, en 1961, que la gente en la calle corría a escuchar por la radio los resultados de la quiniela, llamado allí El juego del bicho. Averigüe si estaba prohibido hacer eso en la Argentina y, como no lo estaba, lo hice. De ahí surgió la idea. Comencé a dar flashes en Radio Del Pueblo de los resultados de la lotería, y fue un éxito desde el primer momento. Dado la popularidad que habían alcanzado los flashes, hicimos el programa y luego una empresa. Enseguida nació La Danza de la Fortuna. Este es, junto con La Oral Deportiva, el ciclo más antiguo aún en el aire de nuestros medios. En 1968 comenzaron los programas ómnibus en la radio y comencé a trabajar en Radio América y en Radio Belgrano. Juan Carlos Chiappe, el autor de muchos radioteatros, fue quien me apodó Riverito. El me decia: ‘¡Gracias, Riverito!’ cuando se despedía en el pase. Y así me quedó. Otra de las personas que marcaron mi vida y mi carrera fue el gran Juan Carlos Altavista, con el que hicimos Súper Mingo, que se emitía por Radio El Mundo y desde ahí forjamos una amistad de por vida.”
“La Danza de la Fortuna es marca registrada mía. ‘Afortunadas noches, amigos’ y ‘A cruzar los deeeeedos’ son latiguillos que se me ocurrieron en el momento y quedaron en la gente. Voy por la calle y me gritan los latiguillos, el ‘oooooocho’ es lo que más me piden de todas las edades. Todo surgió porque me resultaba tedioso dar sólo los resultados de la lotería y quise agregarle una música al anuncio. Así nació la pronunciación del seis dubitativo y la extensión de la primera sílaba del ocho. Quería tener algunos números que se identificaran para dar una sensación de salir de lo común.” Aseguró el locutor sobre el nacimiento de su famosísimo "óoocho" que es celebrado por varias generaciones.
Riverito, el hombre que le llevó suerte y fortuna a miles de hogares, se siente un amuleto. El público que supo encariñarse con él, durante tantos años, así se lo hace saber: “Mucha gente me toca por la calle como un rito para la suerte, corre para tocarme. Me brindan su cariño y eso me llena de orgullo. Soy realmente un afortunado” Concluyó, el locutor con 77 años de profesión, quien cosecho innumerables premios, entre ellos cinco Martín Fierro en competencia y uno por su trayectoria.