Maxi Pardo es cantante y compositor, viene cantando en Argentina y en otros países hace muchos años. Su curiosidad y sus ganas de explorar otros lugares lo hizo mutar y convertirse en mucho más que un compositor.
Escribió canciones para grandes artistas, como Los Tiquis, Luciano Pereira, Soledad, Derek Maray y Cristian Castro. Su amor por la música fue producto de su incompatibilidad con la escuela secundaria. Un día asistió a la clase de guitarra de su primo Carlos y desde ese momento su vida cambió.
Sin proponérselo es un cantautor instantáneo. La vida lo llevó a consolidarse como un cantante profesional, y con tan solo 12 meses de trabajo ya estaba grabando en New York con el productor de Ricky Martin y de Julio Iglesias, en el estudio que grababa Ross Stewart.
Empezó a hacer canciones para conquistar a las chicas, y hoy con 42 años es su propia empresa.
Por supuesto que no todo fue color de rosa, y en este nuevo episodio de Clandestina, el artista se anima a contar los momentos más duros que debió afrontar, como una fuerte depresión.
La elección de formar una familia, su rol de padre, el vínculo con las fans y la decisión de volver siempre a vivir a la Argentina.
Sus inicios como cantante y los prejuicios de su familia sobre la elección de su trabajo. “Me daba mucha culpa haberme vuelto músico, porque vengo de una familia que nada que ver”, expresó.
Hoy, con el ego domado, Maxi asegura que nunca se desesperó por la fama, y en su presente disfruta y agradece sentirse reconocido y querido tanto por su público como por sus colegas artistas. Lejos del formato tradicional, Pardo es su propio jefe, su propio crítico y su propio guardián.
Conocé la historia de un artista con los pies sobra la tierra, con hambre de crecimiento y, como muy buen productor, hizo un video con un teléfono y 70 dólares para Cristian Castro.
