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Jueves, 08 Agosto 2024 13:58

"Crujen los pactos de silencio"

Volvé a escuchar el comentario editorial de Cristina Pérez en Cristina Sin Vueltas.

Pocos políticos tienen segundas oportunidades. Y muchos menos aún se ganan en la segunda oportunidad el ticket más grande de la lotería. Eso le pasó a Alberto Fernández. Había caído a la intrascendencia del llano donde no ni suena el celular y donde no se es noticia ni cuando se golpea como un pandillero a algún ciudadano enojado. Curiosamente ese video que mostraba al ex presidente como un violento, corrió como pan caliente por las redes al tiempo de su entronización, pero la mayoría de los que le otorgó su apoyo, decidieron no verlo.

Hay que decir que el cinismo no sólo explica al ex presidente. Sin la perversión de Cristina Kirchner para ungirlo como su candidato, a pesar de considerarlo un traidor, ni en sus sueños más febriles, Alberto Fernández hubiera alucinado con ser Presidente. Pero entonces ella era una gran estratega.

Por cierto, en estas horas, hubiera sido más digno escuchar a sus defensores decir que fue la pandemia, la guerra y la sequía, y no ensayar argumentos que deberían avergonzarlos de sí mismos. Pero sí, aún ante la evidencia, hay quienes están dispuestos a defender lo indefendible. El problema es que ahora son muchos los que ven. O no pueden evitar ver.

El nivel tragicómico de algunas explicaciones me hizo recordar al musical Chicago, donde varias convictas acusadas de matar a su pareja, acuden a explicaciones increíbles: “entonces, le disparé dos tiros de advertencia: a su cabeza”; “esa tarde, como era usual, le preparé su trago, sólo que a algunos tipos, les cae muy mal un poco de arsénico”; “entonces, él corrió hacia mi cuchillo, corrió hacia mi cuchillo, diez veces”. Estamos a poco de que alguien afirme que Fabiola Yañez se empecinaba en chocarse con el puño cerrado de Alberto Fernández. Hay mucha gente inaugurando nuevos niveles del subsuelo porque más bajo no se puede caer.

Hay una foto repudiable de diputados libertarios con represores de la dictadura. No hay dictaduras buenas. Pero aún con el terrorismo de estado desatado en las calles de Caracas, algunos persisten en la tibia defensa de Nicolas Maduro. No hay dictaduras buenas.

Uno de los casos más patológicos de estas horas es el de Juan Grabois: “Al Señor Fernández lo voté sabiendo que no era digno de la investidura presidencial y lo volvería a votar porque en ese momento era la mejor alternativa posible. No era un dilema moral, era una opción política.” Grabois podría haber agregado, que era una opción económica porque el FISU que manejó llegó a embolsar el 30% del impuesto País, una montaña de dinero. Claro, eso no fue gracias a Alberto sino Gracias a Cristina. Pero quién sino fue la autora intelectual de la estafa política llamada Alberto Fernández.

Y ahí puede detectarse la premisa falsa luego de la cual todo lo que sigue es falso. El derrumbe al que asistimos es el derrumbe de la farsa, pero costó demasiado. Y para muchos es intolerable verse en el espejo, entonces prefieren aún con las fotografías gritando verdades, darle cabida de igual a igual a la versión del victimario a sabiendas de que son nuevas piñas a la mujer golpeada. Estamos a un paso de escuchar que la secretaria sujetó la mano del presidente para que firma el decreto que posibilitó el negocio de los seguros. Tantas veces que Cristina le pidió que usara la lapicera y parece que la usó.

Estamos en medio de una purga, de una depuración del cuerpo político de la tantas veces profanada democracia. Hay ídolos de barro que se desmoronan por el hartazgo y por los votos, hay caretas que caen ensangrentadas como la de Maduro, hay mercaderes de los pobres, y hay degradación moral desnuda, con olor a podrido, y con aves rapaces que se devoran entre sí. Pero también en estas horas, cunde un último terror. Crujen los pactos de silencio en el nivel de ultratumba de los secretos. ¿Por qué Cristina calla si lo detesta? Porque ella fue su Dr Frankenstein y nadie puede temerle más al monstruo. Todos saben demasiado.

Los que atestiguaron la denuncia de la ex primera dama hablan de una extrema vulnerabilidad. El pacto no escrito requiere de mutua protección. El que queda a la intemperie puede llegar a no aguantar más y decir la verdad. ¿Pero qué debe importar? ¿Quién es y por qué lo dice? O si lo que dice es verdad. Esa es la cuestión.

Corren horas electrizantes para el principio de revelación: habla y te diré quién eres.