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Lunes, 26 Febrero 2024 13:47

"De la rebelión al malentendido por un mail"

Reviví el comentario editorial de Cristina Pérez en Cristina Sin Vueltas.

¿Puede terminar la rebelión sin precedentes de los gobernadores en el malentendido por un mail? Es posible. Pero el problema a estas horas es que TODO sigue siendo posible.

Detrás del conflicto con Chubut por la deuda de la provincia, se montaron distintos intereses, quedó en evidencia la descarnada interna en el PRO y algún diablo metió la cola.

La versión más alocada indicaba que el gobernador Ignacio Torres, en el momento de mayor –digámoslo así- “calentura”, era capaz de subirse a una lancha e intentar cerrar a mano la boya de la central de combustible. Ciertamente esa hipótesis border, no medía ni las posibilidades técnicas reales, ni la violación de contratos con las empresas de energía, ni el delito de “entorpecer la distribución de recursos naturales”. ¿Pero por qué se llegó a semejante límite?

Desde hace varias semanas, el gobernador de Chubut venía dolido. “No sólo votaron los míos la Ley Ómnibus, sino que convencí a un aliado de que vote a favor. Javier se equivoca en generalizar”, decía, porque el enojo del gobierno nacional se derramaba sin distinción en todos los gobernadores. En el medio el tic tac de la bomba que heredó de la administración del massista Arcioni convertía su preocupación en desesperación.

Chubut tiene una de las mayores deudas provinciales con la Nación que se garantizó con coparticipación y que asciende según el ministro de Economía Luis Caputo a 119 mil millones de pesos. A cuenta de esa factura es que la Nación le descontó 13500 millones y el gobernador vio en eso una venganza política y denunció amenazas del gurú Santiago Caputo: “te vamos a sacar los tanques a las redes”, decía el mensaje que le atribuían al “arquitecto”, como lo llama el Presidente.

En medio de una escalada en la que logró apoyo de 21 gobernadores y con el presidente subiendo la temperatura con insultos y descalificaciones en vez de apaciguar las aguas, -llegó a decirle a Torres, “un pobre chico que no sabe ni leer un contrato”- se supo anoche por un tuit del ministro del Interior Guillermo Francos, que, contra lo denunciado por Chubut, el gobierno nacional sí había dado respuestas al mail de la provincia para refinanciar su deuda, adjuntando las comunicaciones respectivas. El propio ministro de economía local, Facundo Ball, celebró que era una respuesta positiva, -literal, con esas palabras- ya que permitía avanzar con la emisión de deuda, y que enviarían la información con celeridad. También agregaba que el mail había llegado a una casilla donde no lo habían visto. Eso, como escuchan, pasó anoche a las 20:48, y es quizás la última chance de desescalar el conflicto.

A esta hora, en la cartera política del gobierno, están esperando que Chubut envíe la información que falta para reenviarla a Economía y aseguran que la provincia no debería tener problema. ¿Era tan sencillo como mandar un mail? ¿Por un mail que se traspapeló iba a desatarse una guerra con las provincias? La política argentina parece esos autos que se recalientan y tienen que parar a echar agua para enfriar el motor. También dentro del gobierno, hay un sector que quiere calmar los ánimos. “No podemos estar peleados con todos”, afirman. El presidente en cambio se muestra intransigente y no evita ningún choque. A su cruce con el gobernador le sumó un contrapunto con la periodista Silvia Mercado a quien él acusó por intentar censurarlo.

Pero no es sólo una cuestión de ofuscaciones. En el medio, llama la atención que esta crisis se haya desatado con un gobernador del Pro, partido que se aprestaba a encarar una alianza con la La Libertad Avanza. Claramente ni a Macri ni a Bullrich les convenía algo así. ¿A quien le convenía?

Ignacio Torres era originalmente hombre de Horacio Rodríguez Larreta pero mantenía comunicaciones fluidas con Mauricio y Patricia. ¿Alguien lo instigó para avanzar en semejante enfrentamiento con el presidente? Si un presidente se rindiera ante la amenaza de un gobernador perdería cualquier autoridad para seguir. ¿No calculó esto Torres? ¿Que se metía en un desafío sin salida? El gobernador ve una venganza porque en diciembre y enero no le descontaron la coparticipación. Y cree que fue disciplinamiento, por llevar a la justicia la reducción de los subsidios al transporte. En la Nación, dicen, “no hubo venganza, “pero ¿qué quiere? ¿que le agradezcan por denunciar al gobierno?”.

De fondo, el tema es el ajuste. Es curioso: se escuchó a uno de los gobernadores de Juntos por el Cambio, decir que como nunca el presidente tiene apoyo para hacer el ajuste pero que no puede hacerlo por la fuerza ni con insultos”. En el gobierno leen estas afirmaciones como puro cinismo. “Lo único que quedó demostrado, es que Milei tiene el apoyo para hacer el ajuste él, pero las provincias quisieron zafar todo el tiempo de ajustar”.

No es el único teatro de operaciones el de esta escalada inusitada. Fuentes de la Corte Suprema desmintieron que el Máximo Tribunal esté tratando el DNU de Milei. Eso no está ocurriendo. El decreto está vigente y lo único que se judicializó es la reforma laboral. Con la noticia de que habría incluso un proyecto de ley para que el tema sea tratado en el Congreso, lo más posible es que los jueces dejen que se arregle la política. Y lo mismo imperará en el tema Chubut o en cualquier otro conflicto que busque judicializar la política.

Esta madrugada, con una andanada de decretos publicados en el boletín oficial, el presidente Milei pareció redoblar la apuesta sobre la certeza de su rumbo, recortando un importante fondo de la provincia de Buenos Aires que gobierna Axel Kicillof y llevando al 1% la financiación para el Fondo de Grabois que ahora también se sabe, llegó a manejar sólo en opacas consultorías la friolera de 900 millones de pesos.

Por lo demás, el presidente mira un indicador con obsesión: el de la evolución de la inflación. Sabe que esa es la madre, y la abuela, de todas sus batallas.