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Miércoles, 10 Julio 2024 13:45

"Del shock a la homeopatía"

Volvé a escuchar el comentario editorial de Cristina Pérez en Cristina Sin Vueltas.

Del shock a la homeopatía. Así podría describirse el tiempo que empieza en el gobierno luego de lograr el Pacto de Mayo. Un manejo dosificado y con diferentes velocidades de las cuestiones pendientes.

Se abren diversas avenidas desde ese centro. Y el cartel luminoso que más se nota es el que pregunta ¿el cepo para cuándo? Podríamos decir que el cepo es la hoguera de las ansiedades y hay buenas razones para que lo sea porque de su existencia dependen decisiones sobre inversiones o transacciones inmediatas como la liquidación de la soja. Cuando el presidente responde técnicamente los tres requisitos para levantar el cepo, el primer efecto, es de alivio, porque dio la respuesta, pero al analizar esa respuesta, el segundo efecto es que ante tamaña ambigüedad, la sensación que queda es que no hubo respuesta. ¿Cuándo habrá inflación cero, cuándo se terminará de resolver el problema de los pasivos no remunerados y cuándo el de los PUTs? En todo caso, la impresión es que el gobierno no dice todo, pero espera que le crean y actúen en función de la expectativa de levantar el cepo. En los sectores empresarios y del campo, la falta de precisión implica andar a tientas en cuestiones donde un error de cálculo puede implicar mucho dinero.

Con el cepo, el gobierno apela a la homeopatía y no al shock del ajuste porque si hay algo en lo que hoy se sostiene mientras no se note con nitidez una recuperación de la economía es la frágil estabilidad lograda.

En el medio, la administración busca llegar en la mejor forma posible en sus números macro y en los atisbos de recuperación, a la negociación por un nuevo acuerdo con el Fondo Monetario,

Ayer el presidente habló de cambio de época: lo seguro es que hay un cambio de etapa del gobierno luego del Pacto de Mayo. Cómo corporizar en medidas concretas el consenso logrado en estas horas es una de las cuestiones. No queda claro si los ausentes a la firma del pacto serán igualmente convocados como en el caso del gremialismo, a la formación del Consejo de Mayo. El diálogo con el gremialismo más conciliador se lleva adelante en forma muy reservada porque la unidad de la CGT se asienta en bases muy delgadas. Los popes sindicales que prefieren no ir al choque, preservan al mismo tiempo que la Central no se quiebre y ya se sabe que con los más duros, son un matrimonio en apariencias. La suerte de la reforma laboral que algunos buscan poner entre signos de interrogación, para el gobierno ya está saldada con la Ley Bases que consideran plenamente vigente. ¿Pero cómo funcionará el Consejo de Mayo para tener realmente incidencia y no quedar como una de esas comisiones simbólicas? Si se trata de una mesa para proyectar legislaciones necesarias tampoco se podrá descuidar los nexos con el congreso donde se necesita tejer los apoyos. Hay algo de la representación institucional que se le pierde al gobierno con esta idea: es el sistema el que determina con el voto quienes deben discutir en nombre de los ciudadanos. Y un Pacto de la Moncloa no es sencillo en un país que también tiene a sus corporaciones atomizadas.

Sea como sea, es insoslayable, que se viene la temporada de exámenes para el gobierno. El primero lo dará este viernes cuando se conozca la inflación. Hay cierta tranquilidad ante un índice que no parece haberse disparado a pesar del impacto de ajustes pendientes que cayeron en junio. La leve suba en la ciudad donde se sienten más fuertemente los rubros con incrementos, puede augurar un índice de precios general sin cambios. Por lo demás, ir sumando cifras positivas, aunque sean modestas en el mes a mes permitirá al menos un cambio de tendencia. Pero será clave que el gobierno pueda mostrar en lo inmediato proyectos de inversión que atenúen la destrucción de empleo y al menos una hoja de ruta más concreta para los sectores productivos. A fin de este mes en el acto central de la Rural seguramente el campo hará sentir sus quejas sobre el esquema de retenciones y el valor del dólar que reciben por sus liquidaciones y que con la brecha creciente quedó aún más rezagado.

Esta semana veremos entrar a escena al nuevo ministro de Desregulación y Transformación del Estado Federico Sturzzenegger. El autor de la ingeniería detrás del mega decreto y la Ley Bases, podría decirse que es quien conoce la letra más chiquita de la maraña regulatoria que se esconde en el estado. El funcionario, que ya está haciendo un rastrillaje para limpiar el terreno de leyes en desuso o regulaciones vetustas promete avanzar sobre esos pliegues tan escondidos del estado que se creen a salvo. Son capas y capas de normas inservibles o trabas que generan costos inútiles y privilegios que pasaban desapercibidos. Será una caja de pandora con no pocos cortocircuitos. Pero si lo hace bien, fortalecerá la noción de un cambio. Cabe preguntarse, en términos de privilegios según dice la lista de sus facultades en el decreto que lo designó, qué hará con el régimen especial de Tierra del Fuego. El punto siete de sus atribuciones afirma: participar, junto con las áreas con competencia en la materia, en la revisión de esquemas tributarios y exenciones impositivas y regímenes especiales que generen privilegios o distorsiones en el funcionamiento de los mercados y la economía. Decime el Régimen de Tierra del Fuego sin decirme el Régimen de Tierra del Fuego, se podría bromear. Allí el gobierno pareció saldar la cuestión con el tema de los derechos adquiridos, sin embargo, un par de decisiones que liberen de impuestos el acceso de tecnología podría compensar esa patente de corso otorgada por Alberto Fernández hasta el año 2036 y a poco de irse del gobierno.

Hay temas en los que curiosamente, casi no hay inocentes.

Con todo, una de las principales palancas que tiene el gobierno, es que no se mueve del rumbo que se propuso y en ese sentido mantener los precios en calma es esencial para establecer un puente que permita cruzar el abismo hacia las cuestiones pendientes. A eso se suma el andamiaje simbólico que se vio en las calles con el desfile militar que tocó la cuerda del sentimiento patriótico y el barajar y dar de nuevo con los gobernadores que permite el Pacto de Mayo. Con todo, el presidente deberá sopesar los costos de sus arrebatos para no socavar lo que tanto le costó construir.

Y hay una fortaleza del gobierno que en realidad viene de la debilidad de la oposición. Ayer, al pasar, el Arzobispo García Cuerva se refirió críticamente en el Tedeum no sólo al presente sino también al pasado. “Demasiadas cosas hicimos ya en el pasado del que nadie se hace cargo aunque el resultado es que seis de cada diez niños son pobres”, afirmó. Y también dijo: “Algo no está bien cuando tenemos dirigentes muy ricos y un pueblo trabajador muy pobre”. ¿Dirigentes muy ricos? Es casi nombrar a Cristina o al cualquier pope sindical. Cristina Kirchner ha intentado todo este tiempo bloquear una autocrítica en el peronismo y disimular que ella también y no sólo Massa, perdió las elecciones. Que Kicillof intente establecer un modelo contrario al gobierno nacional como pasa con la creación de una empresa de salud con participación mayoritaria del estado, no evitará que en algún momento tenga que decidir no perder inversiones en el nombre de su ideología y no enojar a su electorado con impuestos excesivos ya que lo más posible es que no cuente con una oposición dividida en las próximas elecciones legislativas.

Eso también debe ser un recuerdo ordenador tanto para el Pro como para La Libertad Avanza y un sector del radicalismo. El kirchnerismo gobierna la provincia más grande del país, porque el resto no pudo ponerse de acuerdo. Las internas en el PRO ya fueron letales para su suerte en la elección presidencial y ahora amenazan con un desgaste aún mayor. El presidente se ve ante la necesidad de hacer equilibrio entre una de sus ministras más importantes como es Patricia Bullrich y un ex presidente que fue fundamental para su llegada al poder como es Mauricio Macri que dejó trascender su molestia por el rol que tuvo en el Pacto de Mayo. Pero en ese juego, Milei no debe perder de vista que también lo afectará el fuego amigo si no hay unidad de cara al 2025.

Ya estamos en Julio, y en media hora será fin de año. Ahí se vendrán los tiempos encima para todos. Como pasa en los partidos de fútbol, los goles que no se hacen generan desesperación cuando faltan diez minutos para el final. Como le pasó a Canadá anoche, que perdió oportunidades únicas en el primer tiempo y luego no pudo concretar. Ningún partido se gana antes de tiempo, pero tampoco después. Los únicos minutos que valen, son los únicos 90 minutos y para ganar hay que meter goles.