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Martes, 13 Febrero 2024 13:42

"Hace calor en el corazón"

Reviví el comentario editorial de Cristina Pérez en Cristina Sin Vueltas.

-¿Tienen frío? ¿Quieren una frazada? -Hace calor. Hace calor en el corazón.

Quien lo responde es Luis Har luego de ser liberado tras 129 días de cautiverio en manos de los terroristas de Hamas. En más de 4 meses junto a su cuñado Fernando, nunca vieron la luz del día y pasaron hambre en el encierro. Quizas por la debilidad es que Luis no podía ni atarse los cordones en el helicóptero que los llevó desde Rafah al hospital. Las presiones internacionales para que Israel no incursionara en Rafah habían sido fenomenales. Allí se trasladaron cientos de refugiados de Gaza. Pero también allí se presume que esconden a un buen número de los 130 rehenes que siguen en poder de los terroristas como lo estaban hasta la 1 AM del lunes, Luis y Fernando.

Fue una de las mayores operaciones de rescate de rehenes de la historia de Israel según Tel Aviv y la segunda desde la masacre del 7 de octubre. Como los liberados son dos argentinos israelíes, según la Agencia Judia de Noticias, las Fuerzas de Defensa de Israel llamaron “mano de oro” a la operación “mano de oro”, en homenaje a la “mano de Dios” de Diego Maradona. Luis Har y Fernando Marmam estaban cautivos a unas decenas de kilómetros del kibutz Nir Yitzhak donde fueron capturados, pero era una distancia infinita la que los separaba de su libertad. La vida se había detenido aquel sábado en que fueron arrancados de la casa familiar en un día festivo para ser arrojados a la oscuridad tras la mayor matanza de judíos desde el Holocausto.

En el museo judío de Berlín cuya estructura asemeja la de una Estrella de David partida, el arquitecto Daniel Libeskind buscó generar espacios que permitieran la experiencia física de la diáspora y el encierro. En una de sus torres uno ingresa a un espacio simplemente oscuro donde apenas unas ranuras de luz y ruidos confusos del exterior, informan de la vida. Esas evocaciones de cautiverio fuero experiencia presente para Luis y Fernando. Fernando Marman tiene 60 años y está casado con Clara, hermana de Luis Har, su cuñado. Ella, su otra hermana, Gabriela y su hija Mia de 17 años también fueron secuestradas aquél fatídico día. Las liberaron el 28 de Noviembre en uno de los intercambios de rehenes tras 50 días cautivas.

El abrazo del reencuentro familiar recorrió el mundo. Fue el abrazo que devolvió la vida a su lugar. Aunque nada sea igual después de lo que sufrieron. La vida es muy difícil tras la supervivencia a lo que Viktor Frankl, sobreviviente de Auschwitz llamaría “un terrible e inmenso horror”. La masacre en sí misma fue calificada como un Holocausto por algunas de las víctimas liberadas, pero también dejó en evidencia el antisemitismo y la hipocresía enquistados hasta en las más altas elites académicas. Por no mencionar la lisa y llana complicidad de organismos como la mismísima agencia de la ONU para los refugiados palestinos de la que despidieron a doce empleados por estar involucrados directamente en el ataque. O los colectivos feministas que aún callan ante las violaciones de mujeres israelíes. “Iban con instrucciones hasta para romper sus caderas”, contó la escritora Pilar Rahola.

El patrón de los ataques sexuales que incluyen mutilaciones demuestra que la violencia de género en su forma más bestial fue un arma de guerra. Fernando tiene 60 años es carpintero y el que hace los asados en la familia. Luis, a sus 70, tenía pasajes para venir a Argentina a visitar a amigos y parientes. Ahora los espera un largo tiempo de asistencia psicológica. La agonía continúa cada segundo para unos 128 rehenes, de quienes no se sabe con exactitud cuántos siguen vivos. Como decía hace sólo días Sandra, la tía del bebe argentino Kfir: “es muy duro no saber si cumplió siquiera su primer año de vida”. No es difícil entender que Luis haya dicho al ser liberado, en un rudimentario hebreo, que a pesar del frío, tenía calor en el corazón.