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Jueves, 03 Agosto 2023 15:55

JxC y el “tipo de cambio”

Volvé a escuchar el comentario editorial de Cristina Perez en Cristina Sin Vueltas

El cortocircuito por la decisión de María Eugenia Vidal de hacer explícito su voto a Horacio Rodriguez Larreta, -cuando había comprometido neutralidad-, tiene de fondo, una discusión vital en el espacio: ni más ni menos que la discusión sobre el cambio. O qué clase de cambio debe llevarse adelante.

“Estoy en contra de que alguien diga una cosa y haga lo contrario”, afirmó en privado el ex presidente Macri sobre el apoyo de Vidal a Larreta. El tema no era el apoyo en sí sino que, según Macri “ella le dijo a su gente que iba a ser neutral y después no cumplió”. La decepción de Macri por la promesa incumplida es la primera capa de este conflicto.

Si volvemos atrás en el tiempo apenas unos meses, cuando el jefe de gobierno anunció las elecciones concurrentes en la ciudad, favoreciendo a su socio radical Martin Lousteau, fue Vidal la primera en arremeter duramente contra Larreta. La diputada posteó en Twitter: “No hay ambición personal que pueda estar por encima de los valores y del equipo. Somos el cambio o no somos nada”.

En aquel momento el enojo en el PRO se debía a que el jefe de gobierno les había prometido discutir la cuestión de las elecciones de la ciudad durante la semana y les había jurado que no tenía decisión tomada, pero hizo exactamente lo contrario. Volvió de viaje y anunció lo que su aliado Lousteau esperaba: las elecciones porteñas por sistema electrónico, para que el arrastre de los presidenciales no afectara al radical.

A aquel tuit de Vidal se sumó entonces Macri diciendo: “Coincido con Maria Eugenia. Qué profunda desilusión.”

En aquel momento, Vidal era todavía precandidata a presidente y la movida de Larreta también se leía como parte de un juego de presiones para que Macri, en pos de preservar la ciudad para el PRO, bajara la candidatura de Patricia Bullrich. Nada de esto se decía en público, pero la guerra interna, que llevaba meses, crecía. A tal punto, que la propia Vidal, días después, lanzó otra bomba: propuso bajar todas las candidaturas presidenciales y establecer reglas de competencia.

La propuesta fue rechazada por todos y la que terminó bajándose de la candidatura fue ella. Ahí ocurrió que su gente, debió definir una postura entre las dos facciones en pugna. El más identificado con Vidal, Cristian Ritondo, se sumó al equipo de Patricia Bullrich y recibió la promesa de neutralidad que ayer le reclamó a su ex jefa.

También ayer, en forma reservada, Macri usó la misma frase que había usado Vidal cuando estaba enojada con Larreta: “Somos el cambio o no somos nada”. Lo que parece un slogan de campaña, usado por varios referentes, es, sin embargo, algo mucho más profundo y esconde la verdadera divisoria de aguas con Horacio Rodriguez Larreta, a quien le endilgan asociarse con quienes no están dispuestos a un cambio profundo.

Pocos reparan en algo: “Somos el cambio o no somos nada”, es la versión que dio origen al “Todo o nada”, de Patricia Bullrich mediante la idea de que los cambios de fondo no pueden hacerse por la mitad porque eso sería en realidad no cambiar nada, sino mantener el status quo. Por eso, la movida de Vidal, fue tomada como una desilusión. Hace tiempo que, para un sector del PRO, Larreta parece cada vez más ajeno al partido fundado por Macri, y él está cómodo con ese reposicionamiento.

Su alianza con Martin Lousteau, su apoyo esquivo a Jorge Macri, su búsqueda de conquistar electorado peronista, y su fallido intento de sumar a Schiaretti son vistos como signo de dos cosas: por un lado, de su dificultad para atraer el voto del electorado puro del PRO y por otro, de su idea de amplitud hacia otros sectores, en la que impere el consenso por sobre el cambio.

Para el ala más dura del PRO, Horacio no representa hoy el cambio sino una continuidad de un status quo en el que para mantener a tantos en la mesa hay que transar por más de lo mismo. Para el jefe de gobierno, vale más evitar el conflicto y cambiar lo que sea posible con tal de que sea por consenso. Él defiende su vieja teoría de un acuerdo que contenga al 70% del espectro político. Para Macri y para Bullrich eso implicaría resignar el cambio real. Por eso, aunque Macri no salga a apoyar abiertamente a la ex ministra de seguridad, lo que la une a ella es mucho más profundo: los une una idea de cambio. Y eso es lo que los separa hoy de Larreta.

Maria Eugenia Vidal, que hace sólo tres meses decía “Somos el cambio o no somos nada”, apareció ahora de la otra orilla del cambio, en las playas de Larreta.

Lo más interesante de todo, es que no se trata de quién es bueno o quién es malo, se trata de qué camino le ofrece cada uno a la sociedad, y de quién representa mejor a los votantes. Esa es la tensión de fondo en la esgrima interna de los candidatos presidenciales de Juntos por el Cambio. Por eso es que Larreta busca encarar las primarias como una primera vuelta donde capte votos de sectores externos al PRO y Bullrich busca fidelizar a los del PRO.

Por eso él suma figuras que representan diversidad en la paleta ideológica: de Espert a Manes y de Pichetto a Carrió. Hasta dejó de usar el amarillo del PRO y en su gráfica aparecen carteles con una paleta que va del amarillo al rojo. Mientras que Patricia ofrece nitidez amarilla y en vez de un elenco de nombres busca conectar desde su liderazgo en forma directa con la sociedad. El radicalismo también se ha dividido entre ambas vertientes.

Las elecciones dirán quién fue el más efectivo en transmitir el mensaje y en persuadir con su oferta a los votantes. Los votantes dirán qué tipo de cambio quieren para vencer al kirchnerismo y dejar atrás su modelo. Haciendo un juego de palabras, podríamos decir que hay dos tipos de cambio en Juntos por el Cambio. Las PASO unificarán el tipo de cambio y establecerán la cotización de cada candidato. De ahí saldrá ni más ni menos que un nuevo líder.