Herramientas de Accesibilidad

Martes, 16 Mayo 2023 17:37

"La emergencia alimentaria de niños y jóvenes"

Volvé a escuchar el comentario editorial de Cristina Perez

Un tercio de los chicos argentinos pasa hambre o se redujo lo que come en el último año. Lo indica un informe del Observatorio Social de la UCA.

La ayuda social que alcanza al 60% de los niños y adolescentes y que no resulta suficiente para una nutrición completa explica los alcances de la catástrofe social: ese 60% necesita ayuda del estado para comer y ni eso alcanza. 

El modelo asistencial existente apenas contiene la llamada inseguridad alimentaria severa.

Un país que puede alimentar a 400 millones de personas no puede producir la riqueza suficiente para alimentar a sus propios niños y jóvenes sin que dependan del estado para comer poco o mal.

Si a veces cuesta decirle que no a un hijo cuando pide algo que no se le puede comprar, qué se puede decir de los miles de niños a los que sus padres no pueden darles un plato de comida.  

Los comedores como sustitutos de la mesa familiar ya no por una emergencia coyuntural sino como el lugar habitual donde se recibe el alimento y que el trabajo no alcance para alimentar a la familia son una foto que duele e interpela sobre las políticas implementadas. Mucho falla si esto falla. El estado gasta 3500 millones por día en subsidios de Potenciar Trabajo y la Tarjeta Alimentar. ¿Cómo se gasta lo que se gasta con este panorama? Claramemte los planes fallaron como instrumento para salir de la pobreza y por el contrario desincentivan el trabajo.

Mientras tanto las redes de contención se convirtieron en la normalidad y no en la excepción. Asistencia record a comedores comunitarios y escolares. La escuela como parte de la red alimentaria pero ¿qué calidad de aprendizaje puede tener un chico si no come bien? ¿Si vuelve a su casa y hasta el otro día donde vuelve a comer en la escuela no recibió otra comida? ¿Cómo una familia que no puede asegurar el alimento en la mesa puede sostener esa asistencia a la escuela?

A eso se suma que el 15 % de los chicos entre 5 y 17 años, según el Observatorio de la UCA, están obligados a trabajar, ya sea en el ámbito doméstico o económico. Las más afectadas en este sentido son las niñas. Y en el actual contexto cabe la pregunta de cuántos niños o menores se convierten en mano de obra narco.

Es muy increíble que con estos datos todavía haya espacio para la jactancia en el gobierno. La emergencia alimentaria de los niños y jóvenes denuncia y deja en evidencia un modelo que sólo ha multiplicado la pobreza. De qué derechos habla el presidente cuando pasa esto delante de sus narices.

Estamos hablando de la primera línea de urgencia cuando hablamos de que los chicos tengan qué comer. Si la emergencia estalla en lo más fundamental mucho se está haciendo mal o mucho no se hace.

Cómo se aplica el cuantioso gasto social si los resultados son estos. Qué se hace para que estos niños accedan a una educación que les de chances de salir de la pobreza y aspiren a ser individuos autónomos con sus propios proyectos de vida. Si sólo 16 de cada 100 chicos termina la secundaria en tiempo y forma, es decir con niveles satisfactorios de aprendizaje, según los últimos datos del Observatorio de la Educación. Y hay provincias donde estos datos empeoran en este sentido. ´

Pero hay algo peor. La inflación hace de esta foto una película en cámara rápida y como este estudio de la UCA refiere mediciones del segundo semestre de 2022, es imposible que el panorama no haya empeorado hasta niveles que igualen o superen los peores antecedentes. No puede haber un cambio de fondo si los temas alimentarios y educativos no se toman en paralelo. Los chicos no tienen tiempo para no comer o no estudiar. Eso es la ruina de su futuro ocurriendo ahora.