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Lunes, 15 Mayo 2023 15:33

Hiperinflación: El infierno más temido

Volvé a escuchar el comentario editorial de Cristina Perez

Dicen que la mejor forma de exorcizar los miedos es nombrarlos. Vamos a hacer ese ejercicio sin quitarle el cuerpo al espanto que provocan siempre los fantasmas más temibles. Ese miedo se resume, hoy, en una palabra: hiperinflación. Y en un cuadro: el que describe la secuencia de sólo siete meses en la que se desencadenó ese fenómeno hace 34 años en nuestro país. Es un cuadro que siguen algunos con atención desde que comenzó este año y compara la dinámica de la actual escalada inflacionaria con aquélla que devino en la hiperinflación del 89. Asustan las coincidencias.

La última versión actualizada la publicó el economista Fernando Marull. La dedicó, irónicamente, “a los hiperinflacionarios ochentosos”. Allí se ve una secuencia idéntica entre noviembre, diciembre y enero de 1989 con febrero, marzo y abril de 2023. Detallando la comparación de cada mes aporta este paralelismo: 6 y 6,6% de inflación, 7 y 7,7%, 9 y 8,4% de inflación. El número que debería seguir en mayo la secuencia maldita de cómo se llegó a la hiper es 10% de inflación mensual. ¿Es posible que eso ocurra? Lamentablemente sí. Todos los analistas ya calculan que el piso de inflación de mayo es 9% o sea que podría llegar a 10. Lo que sigue en la secuencia es el abismo. En el 89, después de alcanzar una inflación de dos dígitos de 10%, apenas llevó dos meses escalar a 33% luego de pasar por 17% mensual. No fue un proceso lento. Fue fulminante. El esquema se descalibró totalmente en el mes siete con un 78% de inflación. Ese mes, este año sería Agosto, el de las PASO. Ante la coincidencia funesta de los números en la secuencia de los tres primeros meses y la expectativa idéntica para el cuarto mes, es mejor decir como cábala al revés de lo que hacíamos con las coincidencias del mundial: Elijo No Creer. Ojalá fuera cuestión de fe.

¿Alcanzan las medidas anunciadas ayer para evitar un desenlace como el de aquéllos años? Esa es la pregunta envenenada. ¿Cómo lograrían en cuatro meses que restan para las PASO lo que no lograron en ocho meses que lleva la gestión de Sergio Massa? Una porque proponen más de lo mismo, dos porque la credibilidad está totalmente agotada y tres porque encima estamos en medio de un proceso electoral. Habláme del ojo de la tormenta.

Los economistas suelen hablar de anclas que atan las expectativas. En un gobierno sin plan que se quedó sin conejos en la galera, es muy paradójico que la única ancla a la vista sea el Fondo Monetario.

El organismo no está dispuesto a entregar dólares para que el gobierno los use para evitar una devaluación del dólar oficial que ya existe en los hechos y luego se quede sin una moneda cuando deba pagarles a ellos. Sería como apoyar un nuevo default o entrar en la trampa de tener que volver a darle dinero fresco a Argentina en tres meses. El Fondo, que no puede darse el lujo de dejar caer a Argentina tampoco puede aumentar su exposición con el país. El gobierno parece ofrecer una devaluación del dólar oficial a cuentagotas ante los pedidos del organismo con el que hoy son, usando un viejo ejemplo, como dos borrachos que caminan abrazados: si se cae uno se cae el otro.

El ministro Sergio Massa sigue diciendo que la plata ya llega. Por ahora es como una versión de Esperando a Godot. En esa obra Godot no llega.  

Pero hay otra cuestión: ¿alcanza que llegue la plata del Fondo para frenar la escalada inflacionaria? Aparentemente sirve para contener eventuales corridas ante la falta de dólares que en un contexto de sobreabundancia de pesos sólo expone la destrucción de la moneda y la estampida hacia la divisa.

El gobierno juega una carrera que sabe que pierde contra la inflación, pero creen que si toman las medidas que podrían ser más efectivas, perderían otra cosa: las elecciones, que además ya saben que es muy probable que las pierdan. Están bailando en la cuerda floja y están jugando a dos números: reducir la catástrofe electoral o rezar para que Juntos por el Cambio se autodestruya a tal punto que les de una chance a ellos de ser los que disputen con Javier Milei una segunda vuelta. Esa es una de las razones por las que Sergio Massa aparece como el elegido por Cristina Kirchner que tiene los sentidos de la supervivencia más agudos que nadie.

El, tan camaleónico, sería un sapo más tragable para sectores de centro.

Ella está en su peor momento, aunque por su tenor político lo disimule.

Lo de Sergio Massa, merece un análisis aparte. Tercer socio minoritario del Frente de Todos, tiene una ambición que supera incluso los datos de la realidad. Si Domingo Cavallo o Roberto Lavagna no pudieron llegar a ser presidentes habiendo sido artífices de momentos de estabilidad y prosperidad: ¿cómo diablos podría hacerlo Massa con un 8,4% de inflación mensual y contando?

Massa y Cristina como todos aquéllos a los que sólo les queda el azar, se juegan a la carambola de los tres tercios, en la que una porción mínima del electorado definirá contendientes. Si la PASO polariza entre Milei y el peronismo, la primera vuelta, piensan, los peronistas y los moderados votarán naturalmente a la opción que más le de pelea al libertario. Y en la segunda vuelta, el miedo le ganará al cambio radicalizado que promete Milei. Claramente no cuentan con el miedo que dan ellos.

Pero hay algo que pasa cuando se detenta el poder. Es mucho más fácil convencerse de que la realidad es maleable y creerse el propio relato. Como cuando el entorno de Mauricio Macri con todo el aparato del estado y la capacidad técnica para hacer encuestas no pudo predecir la catástrofe que le esperaba en las PASO con una diferencia de 15 puntos. Al lado de la ceguera que la ambición parece producirle a Massa lo de Macri en aquél momento parece apenas una miopía.

Pero todo es posible en una Argentina donde ya no quedan cisnes blancos en el estanque y a esta altura, cualquiera que gane será un cisne tan negro como la noche de la crisis.

Mientras tanto, la única verdad es la realidad, y promediando mayo, la secuencia endemoniada que precedió a la hiperinflación del 89 se sigue cumpliendo. En sólo tres meses se verá con claridad todo lo que es o no pura espuma.