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Miércoles, 22 Noviembre 2023 15:38

"Las rutas de la motosierra"

Volvé a escuchar el comentario editorial de Cristina Pérez en Cristina Sin Vueltas

En una de las entrevistas que concedió, Javier Milei se refirió a uno de los primeros cortes que hará la motosierra. En estos días parece una motosierra con silenciador porque no se la nombra. Pero ¿qué es sino una motosierra la voluntad de hacer un ajuste fiscal de shock del 15% del PBI? Los expertos afirman que no tendría antecedentes. Por dónde empezar.

Un periodista político conocido suele contar que cuando recién asumió Alberto Fernández, le preguntó si no consideraba conveniente que los políticos hicieran un gesto bajándose los sueldos o los gastos a disposición. El mandatario le contestó despectivamente dando a entender que eso bajaría costos ínfimos. ¿De qué se habla cuando se habla de gastos de la política? Normalmente, se cree que la cuestión se reduce a los autos con chofer, las flotas de celulares, los gastos de representación o la cantidad de contrataciones. Si bien todo eso existe y la austeridad de los funcionarios sería fundamental como ejemplaridad ante los sacrificios que se le pide a la población, esos fondos no son el león de los gastos del estado. Podríamos hablar también de la laxitud con la que sistemáticamente se ha incrementado la planta estatal como conchabo político. Un aumento tan escandaloso que recientemente ha crecido más el trabajo público que el del sector privado. Algo anda muy mal para que una economía agonizante pierda lo poco que produce en alimentar un estado que encima la traba más y más con cepos de todo tipo. Pero existe otra dimensión, además de los gastos de funcionamiento, y el empleo en el estado, con ñoquis incluidos, que constituye el verdadero sistema en el que el nuevo presidente parece también dispuesto a poner el dedo en la llaga.

Cuando habló de los gastos de la política a los que le meterá mano Javier Milei se refirió escuetamente a “las partidas de donde roba la política”. Lo dijo al pasar, pero cabe la pregunta. ¿Cuáles son las partidas de las que roba la política? Eso es casi como hablar del agujerito sin fin, para dar la magnitud de algo insondable y totalmente sumido en la oscuridad. Es más, podría sumarse a la lista de agujeros negros del universo, de esos que estudiaba con fruición el genial Stephen Hawking.

Por empezar Milei dijo que pondrá un freno abrupto a la obra pública. La obra pública concentra cientos de contratos que si tomaramos solamente la causa de los cuadernos de la corrupción veríamos cómo supieron involucrar millonarios peajes para la política. Otras ventanillas se esconden como kioskos invisibles pero de alta rentabilidad tras cada nueva regulación. En este tiempo de intensificación del cepo, los rumores de transacciones bajo la mesa por las famosas Sira, o autorizaciones del Sistema de importaciones de la República Argentina, en medio de la escasez de dólares, abundaron. Ni hablar de las contrataciones del PAMI, que es una de las cajas que maneja La Cámpora. Podríamos hacer un recorrido sobre todas las partidas del estado y preguntarnos cuántas se hacen por real necesidad y cuántas se hacen para recaudar. Si tomamos la causa de Vialidad por la que Cristina Kirchner fue condenada por administración fraudulenta en primera instancia, obtendríamos un corte transversal de un ejemplo de maquinaria corrupta en la que se ve como se paga en tiempo y forma y con ampliación de presupuestos, obras que en muchos casos no se terminaban. Los santacruceños siguen mostrando como restos arquelógicos del mastodonte de Austral Construcciones la traza de caminos que no llevan a ninguna parte porque son rutas que se pagaron pero no se concluyeron.

¿Hay un costado de la ineficiencia del estado que tiene que ver con esto? Un estado que no sirve literalmente porque sus contrataciones están pensadas más como autoservicio para el enriquecimiento ilícito, es decir como caja. Recientemente se desató un escándalo, cuando la mayoría oficialista de la Auditoria General de la Nación aprobó todos los contratos para las vacunas contra el Covid y decidió mantenerlos bajo secreto. Entonces, la oposición denunció que el kirchnerismo impidió saber qué criterios había utilizado el gobierno para comprar unas vacunas y no otras y cuántas habían sido entregadas en tiempo y forma. Ni mencionar si sumamos todas las contrataciones directas bajo los decretos de emergencia sanitaria ¿Por qué los argentinos no podemos saber cómo se gastó la plata de los argentinos durante la pandemia?

¿Cuánto de lo que hace el estado son partidas de donde roba la política? Por lo pronto, el kirchnerismo desde su arribo al poder, fue meticuloso en el desmantelamiento o neutralización de todos los organismos de control. En este gobierno se llegó al descaro de que la Oficina Anticorrupcion se retirara de las causas por corrupción. Casi que debió llamarse Oficina para la corrupción y no anti. Realmente para asegurar la transparencia futura, el nuevo gobierno debería dar una señal fuerte en ese sentido para reponer la trazabilidad en el uso de dineros públicos. Y quizás correspondería una auditoría de todos los contratos existentes para saber la ruta de los dineros públicos y detectar todo tipo de malversación.

Sólo en el último tiempo, atestiguamos un festival de uso de los dineros públicos para la campaña del candidato Sergio Massa. El dispendio no tiene antecedentes. Depende el cálculo son 2 o 3 puntos del PBI que nadie objetó y que se utilizaron para intentar la compra de voluntades. Aunque no les haya permitido ganar las elecciones hubo enormes cantidades de dinero distribuidas para ese fin en un contexto de inflación tal que todo gasto extra del estado era echar nafta al fuego de la inflación. Esa montaña de plata se pagará con más inflación y la cuenta aún está pendiente. Adivinen quién la paga.

Sólo tomando el déficit de las empresas públicas que es de unos 4500 millones de dólares en el último ejercicio genera la pregunta inmediata de a quién le sirven esas empresas si son deficitarias. ¿Cuáles son los bienes públicos que producen?

El modelo que impera convirtió al estado en un creador artificial de puestos de trabajo aunque estos no derivaran precisamente en eso, en bienes públicos. De lo que estamos hablando es de cómo se gasta lo que aportan millones de argentinos que sí producen, con impuestos ridículamente altos que en muchos casos rozan lo confiscatorio.

¿Cuántas veces se ha mencionado que podría aumentarse las tarifas sin problemas si se quitara todos los impuestos que se cobran extra en la factura? Por no revisar el desglose de un pasaje de avión que vale en muchos casos más del doble del precio de la aerolínea por la montaña de impuestos y que es otra forma de encerrar a la clase media.

¿Cómo cambiar esta matriz de corrupción? Ciertamente, es uno de los desafíos no sólo del nuevo gobierno sino del pueblo argentino que merece un destino prospero donde dejen de robarle a los que trabajan. Estamos ante un sistema de apropiación de recursos sin control que funciona enquistado en el estado y del que muchos se han enriquecido a la luz del día.

En estas horas uno de los sindicalistas más violentos, salió a marcar la cancha. “Nos va a tener que matar y cargar muertos”, dijo el aeronáutico Pablo Biró como respuesta a la posible privatización de Aerolíneas. ¿Cuándo hablamos del estado, de los privilegios de quién hablamos? Un modelo donde el estado determine y controle todos los gastos de la economía sin contralor y con total arbitrariedad es básicamente una caja negra, como la de los aviones. Cambiar ese modelo, y devolverle el derecho de comerciar libremente a la iniciativa privada sin extorsiones, requiere antes saber qué contiene esa caja negra que hace demasiado tiempo no redunda en la prosperidad del país.

La de Biró no será la primera amenaza cuasi mafiosa de quienes se sientan en riesgo de perder sus cajas. La casta como empieza a verse, es bastante parecida a la mafia.