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Martes, 05 Septiembre 2023 15:43

“Los 70 que no se van y el gran legado de la democracia”

Volvé a escuchar el comentario editorial de Cristina Pérez en Cristina Sin Vueltas

Ayer vimos reeditarse en un tenso episodio el enfrentamiento entre dos miradas sobre la violencia de los 70, cuando grupos de izquierda intentaron evitar un homenaje a las víctimas del terrorismo en la Legislatura porteña.

Fue allí que se produjo un ataque absolutamente repudiable contra Lilia Lemoine, candidata a diputada de La Libertad Avanza, a quien rociaron con nafta dos personas, un hombre y una mujer, a quienes les secuestraron bombas molotov y que tenían antecedentes penales.

Anoche me dijo un dirigente peronista: “el kirchnerismo ha prostituido las causas más nobles”. Tiene razón. El kirchnerismo ha prostituido las causas más nobles que sin embargo siguen siendo nobles a pesar de ellos.

Argentina juzgó y condenó a los militares genocidas en el Juicio a las Juntas que fue comparado con el juicio de Nuremberg contra los jerarcas nazis. Fue posible gracias a la valentía del fiscal Julio Strassera y del presidente Raúl Alfonsín.

Argentina también juzgó y condenó a los líderes guerrilleros incluido Mario Firmenich. Pero fueron indultados por el presidente Carlos Menem, que evitó así la noción de memoria completa que hoy reivindica la diputada Victoria Villarruel y los familiares de víctimas del terrorismo. Paradójicamente es el presidente a quien su compañero de fórmula Javier Milei considera el mejor presidente de la historia. Gracias a esos indultos, hoy Firmenich presta sus servicios a la dictadura de Nicaragua en vez de estar preso.

Hay un consenso internacional sobre la imprescriptibilidad de los crímenes cometidos desde el poder del estado, por eso considerados de lesa humanidad. Ese criterio permitió desandar desde la justicia las llamadas leyes de la impunidad: Punto Final y Obediencia Debida votadas por el Parlamento durante el gobierno de Alfonsin.

No existe el mismo consenso mundial en torno de los crímenes en actos terroristas en general, y así lo determina la Convención de Roma, aunque hay, de hecho, quienes reclaman la misma imprescriptibilidad para los autores de todo tipo de atentado.

Lo que hizo posible los procesos contra los militares y los líderes guerrilleros con dispar resultado fue el regreso de la democracia y el consenso democrático sobre el imperio de la ley, que permitió también la restitución del estado de derecho y la consiguiente búsqueda de justicia, dejando atras la represión ilegal. Fue con la democracia que regresó la libertad y las libertades cercenadas por la dictadura.

El kirchnerismo buscó glorificar la violencia de los grupos armados de los 70 y usó la causa de los derechos humanos para construir su relato de venganza. Flaco favor les hizo a las organizaciones de derechos humanos que se dejaron cooptar. Pero también flaco favor le hizo al legado de justicia –que no es venganza- y que la democracia argentina con todas sus falencias logró llevar adelante.

Ese legado debe estar por encima no sólo de quien detente el poder, sino también por encima de los estados de ánimo de las mayorías ocasionales, porque le pertenece a todo el pueblo argentino. Y representa el bien mayor que lo hizo posible y que aún puede ser nuestro sueño superador en medio de una realidad durísima.

“Se acabó la dictadura, se acabaron las sectas, se acabaron los adivinos y los matones. Queremos construir la convivencia en la paz, para preservar a la sociedad argentina de cualquier loca aventura golpista, decía, entre otras palabras, Raúl Alfonsin en su cierre de campaña del 83, finalizando con su rezo laico que resuena hasta hoy, 40 años después...”