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Jueves, 14 Septiembre 2023 15:21

"Los fantasmas de la hiper"

Volvé a escuchar el comentario editorial de Cristina Pérez en Cristina Sin Vueltas

Para referirse a lo escondida que está la Vicepresidente y a lo intrascendente que es el Presidente, el humorista político Alejandro Borenztein suele usar una fantasía irónica: que Alberto y Cristina están en realidad vacacionando en un resort en Cancún mientras todo este aquelarre prosigue.

Ni en sus crónicas más hilarantes se le hubiera ocurrido que el Presidente se una a un paro contra la oposición siendo gobierno. Pero eso pasó. Por un lado, hace paro quien parece estar de licencia, por otro toman una medida como si ya hubieran perdido, y finalmente, detienen el trabajo perdiendo dinero del estado, es decir de todos. Pensandolo con un poco de picardía, uno podría decir que el presidente se quería borrar más que nunca ayer que la inflación los dejó desnudos de mentiras y excusas. Entonces, se pasó de vivo, e hizo paro.

Son todos malos los presagios que traen los dos dígitos. Rememoran calamidades de la historia inflacionaria argentina, las reviven como temibles fantasmas que salen de las criptas nunca cerradas de otras crisis. La hiperinflación siempre empieza por dos dígitos. Nadie se anima a pronunciar la palabra, pero los economistas empiezan a auscultar la dinámica como los oráculos a las tripas de las aves.

En el 89, después de alcanzar una inflación de dos dígitos de 10%, apenas llevó dos meses escalar a 33% luego de pasar por 17% mensual. No fue un proceso lento. Fue fulminante. El esquema se descalibró totalmente en el mes siguiente con un 78% de inflación. ¿A quién no le corre frío por la espalda de sólo considerar esa secuencia fatal?

Lejos de poner paños fríos, o salir con la manguera a apagar el incendio, el ministro candidato, aparece en la escena con un lanzallamas, quemando los motores del estado para repartir plata a lo bonzo, con tal de paliar algo los efectos de la inflación, y como si no supiera que todo ese gasto sólo redundará en más inflación. El que cura la resaca con otra borrachera, sólo puede devenir en alcohólico. La adicción a la inflación a diferencia de las sustancias, se hace a plena conciencia. La mala praxis hace arder los ojos del que mira. El espectáculo es pornográfico.

Busca como sea, generar la sensación de que él es el bueno de la película y que, pobrecito, se vio obligado a devaluar por culpa del malo del Fondo Monetario. Su devaluación mal hecha y sin plan no fue el pedido del Fondo. Que Máximo Kirchner haya usado su mismo argumento, sólo muestra la planificación del hecho. Una vez que llegaron los fondos del organismo, era cantado que se venía el Plan Platita. Esta vez la inflación no fue una construcción de la imaginación ni culpa de los kioskeros, sino de los que mandaron la tarasca.

Están dispuestos a incendiar todo antes de irse o para intentar quedarse. Siempre habrá un culpable a mano si la suerte los acompaña y sino, ellos, ya se habrán ido cuando explote la bomba. Populismo clásico y de manual. Háganse cargo los que los votan muchachos.

Si uno se calla y por un momento apaga los ruidos de esta realidad crispada, puede imaginar el tic tac de la relojería que dejan maliciosamente preparada para diciembre.

Los estudiosos recuerdan que indicadores de esta magnitud de inflación sólo están emparentados con momentos de corrección de la economía argentina. Cuando se habla de corrección es que se viene de tocar fondo, amigos, con una crisis al mango. No seamos ingenuos.

Hasta aquí nos trajo el naufragio kirchnerista, mientras ellos siguen la fiesta, y Cristina y Alberto, toman mojitos en el resort de Cancún.

Digo ellos, porque a fin de mes se conocerá el índice de pobreza, y ya será un número viejo. Cuando hablamos de inflación, lo otro que galopa al ritmo de los precios, es el número de los pobres, personas reales, que son empujadas al abismo de ser pobres, de un mes para otro.

Esta es la desgracia que dejan. Increíble que todavía algunos los vayan a votar.