El presidente termina la semana como Franco Colapinto: intentando conducir. No es un Fórmula 1 pero sí el vehículo de las leyes, el Congreso. El lugar más esquivo para su poder. Arrancó su gobierno con un acto de espaldas al parlamento y podemos decir que eso implicaba una intuición inequívoca de lo difícil que iba a ser la relación. Mientras Milei mantiene su popularidad a pesar del enorme ajuste el Parlamento arrojó la semana pasada una señal de alerta: alcanzó los dos tercios de los votos para voltear un DNU de Milei en la Cámara de Diputados que había sido hasta ahora un dique de contención. El presidente habló de palos en la rueda pero también reconoció la urgente necesidad de inmiscuirse y no dejar semejante flanco abierto. Podríamos decir que dejó de estar de espaldas para entrar a tomar un café. Obviamente la frase es metafórica, pero en parte eso significa que se reúna con quienes habían sido hasta ahora tropa propia: los legisladores del PRO y la semana pasada pegaron un portazo con el tema de los fondos para la SIDE.
Todavía dejará mucho espacio para el debate lo que realmente pasó para que se lograra dos tercios fulminantes la semana pasada y en forma tan veloz. Y seguro hay errores del oficialismo que mostró desorden y escándalos en su bloque. Pero quedó la sensación de una coreografía ensayada, o al menos planeada. Los sectores que siempre se oponen al gobierno aprovecharon la orden de Macri de votar en contra para asestar un golpe durísimo con la mayoría calificada.
El aprendizaje de la semana pasada le indica al gobierno que no debe dejar a la buena de Dios al Parlamento porque el diablo no tarda en darse cuenta. Pero aquí emergen dos cuestiones vitales. Por un lado recuperar el orden en los propios Y por otro reconocer una realidad indubitable: que necesitan del PRO y de avanzar hacia un funcionamiento más articulado. ¿Sabremos en los próximos días de la conformación de un interbloque? La cuestión es ganar niveles de certeza y reconstruir el dique de contención que no existe en el Senado.
También podremos deducir qué acordó Milei con Macri ¿Algunos cargos en sectores técnicos del gobierno? ¿Bajar al juez Lijo? ¿Un armado electoral conjunto? Nadie lo sabe. Y la desconfianza sobrevuela.
En el Senado la situación siempre es inquietante. No sólo por la mayoría de los dos tercios o por la influencia de Cristina Kirchner cuya obsesión es la impunidad judicial, sino también por la acechante vicepresidente. Ayer, ella canalizó su enojo hacia los periodistas: “Al periodismo pautero y mala leche le digo que dejen de buscar titulares que dividen”, posteó, en referencia a la controversia por la expulsión del senador Paoltroni. Pero es ella la que últimamente se diferencia cada vez más del gobierno. Se podría hablar largamente de la relación entre Presidentes y sus vices y del destino conspirativo de un cargo que está en la línea de sucesión. Quizás es un poco ingrato que quien obtuvo los mismos votos que el Presidente deba resignarse a un lugar más discreto pero es lo que dispone la Constitución. El vicepresidente será presidente del Senado pero no tendrá voto sino en el caso en que haya empate en la votación. Y el Poder Ejecutivo será desempeñado por un ciudadano con el título de Presidente. Parece una obviedad repasar estos artículos pero es útil para entender que no hay doble comando en la Constitución y que cualquier atisbo de discordia resiente las certidumbres ante otros roles latentes que reserva la Carta Magna para el segundo de la fórmula que sí debe ejercer la presidencia en caso de enfermedad, ausencia de la Capital, muerte, renuncia o destitución. Por esto la línea de sucesión debe ser una línea de estabilidad que Cristina Kirchner por ejemplo rompió absolutamente invirtiendo la jerarquía constitucional, al ser la que detentaba el verdadero poder. Alberto al gobierno, Cristina al poder fue aquello. Y por eso la diferenciación permanente de la actual vice en un gobierno que tiene tanta fragilidad parlamentaria es compleja. Antes el gobierno disimulaba esta tensión y negaba conflictos. Ya no la disimula más.
Lo otro tiene que ver con el timing en otros asuntos:
1- Los aprestos para el año electoral con armados nacionales y locales.
2- El inminente envío del presupuesto que requiere una mecánica más organizada en el Congreso.
3- La recuperación económica: en el gobierno esperan que comience a sentirse la recuperación y creen que la oposición aprovecha ahora para intentar herir al oficialismo porque después se le va a complicar con una economía en mejor forma.
El desafío de Milei que siempre remarca que no es político, será finalmente el de hacer política ante la debilidad parlamentaria. No necesariamente esto significa convertirse en casta. Eso depende de cómo se haga política. En ese sentido, nadie más casta que Ariel Lijo.