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Miércoles, 04 Octubre 2023 15:09

"No es un cisne negro, es más corrupción"

Volvé a escuchar el comentario editorial de Cristina Pérez en Cristina Sin Vueltas

Suelen decir que el problema del dinero de la corrupción es que no puede gastarse. Gastarlo es dejar los dedos pegados, dejar huella. Por eso la operatoria que se emparenta en forma inmediata es el lavado de dinero. Que convierte a esos dineros malhabidos en disponibles.

Si el caso de Martin Insaurralde, fuera una excepción, podrían ser válidas las palabras del presidente de la Nación afirmado que el escándalo “lastima a mucha gente correcta”. Alberto Fernández hace esa afirmación con la tinta humeante de su lapicera luego de promulgar el nombramiento irregular de una jueza cuya defensa se centra en asegurar la impunidad de Cristina Kirchner en una causa precisamente de lavado de dinero, entre otras no menos importantes como la que investiga encubrimiento del atentado a la Amia en el Pacto con Irán.

Insaurralde no es una excepción. Cuando Agustín Rossi critica la conducta de Insaurralde y la reduce a una falta de ética, está obviando una cuestión básica. La crítica no es por las andanzas en el yate, ni por el buen o mal gusto de los regalos que le compró a su novia, ni por la estética o los antecedentes de la señorita. Eso, hasta sería pacatería. El problema es de dónde salió el dinero. No es una cuestión de ostentación sino del supuesto uso de dineros públicos. No es la vanidad, es la corrupción. La moralina de estas horas busca encubrir precisamente eso.

Sería bueno informarles que existe una imputación por lavado de dinero, no por una conducta personal, sino por un delito. Y no sólo eso. El fiscal Sergio Mola también pidió la inhibición de bienes de Insaurralde, los movimientos migratorios, y el apartamiento del juez Federico Villena por temor fundado de parcialidad. Aquí cabe tener en cuenta la celeridad, con la que el mismo sábado en que se difundieron las imágenes del viaje, el abogado Gastón Marano, presentó la denuncia ante un juez que es amigo del denunciado Insaurralde y en cuyo juzgado trabaja su primera esposa. Ayer el fiscal Mola, desarmó la estrategia destinada a adelantarse en la denuncia para concentrar las causas en un juzgado favorable. Todo tan evidente, que parece un acto de flagrante encubrimiento.

El delito de lavado de dinero es el mismo por el que se investiga a Cristina Kirchner y a Máximo Kirchner en la causa Hotesur Los Sauces en la que la Vicepresidenta había obtenido un inédito sobreseimiento sin juicio. Por esas cosas del destino, ahora, una idéntica imputación une a Máximo Kirchner con Martín Insaurralde, aunque uno la cargue por el yate “Bandido” y el otro por los alquileres fantasmas de hoteles o propiedades. El problema no es lo ético a secas, el problema es la ruta del dinero y el código penal. El hombre a quien el hijo de la vicepresidenta se refería como su socio queda asociado a él con una oscura similitud.

Por cosas como esta es difícil venderle a la sociedad que lo de Martín Insaurralde es un cisne negro. Si todo el peronismo se hace cómplice de maniobras para la impunidad de la propia líder del partido en causas por corrupción, los cisnes andan por todo el estanque.

Un hombre de la justicia experto en investigaciones de corrupción consideró que las andanzas en Marbella son apenas la punta del iceberg. ¿Es cierto que Insaurralde viajó en un avión privado a Europa? ¿De quién era el avión? ¿De quién era el yate? ¿A qué maquinaciones responde el posteo fulminante de Sofia Clerici? ¿Puede una mujer por despecho incriminarse a sí misma ante la justicia? ¿O hay una mano que movió la pieza en el tablero? Nada de esto hubiera sido posible de no existir el hecho que hoy ya suma una multiplicidad de causas judiciales. No es una mera conducta, no se reduce a una cuestión ética de índole privada, no es un hecho aislado en un convento de carmelitas descalzas, es un delito que se reitera, es corrupción.