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Jueves, 01 Agosto 2024 14:23

"Preguntale a Cristina"

Volvé a escuchar el comentario editorial de Cristina Pérez en Cristina Sin Vueltas.

La trampa en que la se revuelve el kirchnerismo por su reticencia a condenar con todas las letras la dictadura de Maduro hace crujir uno de los pilares de su relato: la defensa de los derechos humanos.

¿Cómo es posible que el gobernador Axel Kicillof, señalado como presidenciable del espacio, no tenga opinión frente al fraude perpetrado en Venezuela ante los ojos del mundo, pero sobre todo frente a la represión sangrienta que ya incluye muertes, secuestros, desapariciones y detenciones de opositores?

¿Qué significa a esta altura “que lo resuelva el pueblo venezolano en paz y dentro de la ley”? Para resolver su liderazgo en paz y dentro de la ley fueron a votar, pero desde el mismísimo domingo de elecciones está suspendido el estado de derecho en Venezuela cuando por la tarde interrumpieron el conteo de los votos y a menos de 24 horas sin publicación de escrutinio alguno Maduro se promulgó presidente.

¿De qué manera hará el pueblo para volver a la ley y a la paz si acaban de aniquilar sus derechos políticos?

“Preguntale a Cristina”, dice el gobernador. Deja expuesta otra característica del espacio político al que pertenece. No hay librepensadores. Lo que piense Cristina lo piensan todos. Pero claro, es tan incómoda la situación en la que quedaron que el silencio de Cristina es estruendoso.

El gobernador por evadir su respuesta dejó en evidencia que Cristina, no sólo no dijo nada, sino que difícilmente alguien pueda preguntarle a ella porque entre algunas de sus características autoritarias, no responde habitualmente a los periodistas.

Recién ayer, el bloque de diputados de Union por la Patria emitió un comunicado donde señala que es imprescindible que Nicolás Maduro publique las actas de las elecciones en Venezuela y pide a las Fuerzas Armadas y de Seguridad que las actuaciones se realicen de acuerdo a los stándares del derecho internacional. ¿No vieron que desde el mismo lunes las fuerzas armadas y de seguridad no cumplen con los standares internacionales? ¿No deberían haber denunciado precisamente lo que ya está ocurriendo y que es una represión ilegal de opositores políticos? ¿O las violaciones a los derechos humanos son relativas y selectivas? ¿O quisieron salir del paso con un comunicado lavado y de compromiso?

Y en este sentido la cuestión de los tiempos tampoco es menor. El día que atentaron contra la vida del ex presidente de los Estados Unidos Donald Trump, Cristina Kirchner posteó: “Hace instantes acabo de ver en televisión imágenes terribles. Toda mi solidaridad con Donald Trump. El respeto a la vida de los semejantes está por sobre toda diferencia política o ideológica. ¿Se le rompió la televisión que no vio lo de Venezuela? ¿Por qué ahí reaccionó instantes después y aquí llevada callada cinco días? ¿La vida de los semejantes de Venezuela no cuenta?

El gobernador elude responder sobre Venezuela porque dice “somos una provincia”. ¿No era una provincia cuando posteó en la red X el 26 de junio pasado que: “El gobierno de la Provincia de Buenos Aires condena enérgicamente el intento de golpe de estado en el estado Plurinacional de Bolivia y que el ejército debe respetar al pueblo boliviano y a sus instituciones democráticas?

Esta semana voceros anónimos de La Cámpora le avisaron a la prensa que ellos no adherían a la lista de agrupaciones políticas que apoyaban a Nicolás Maduro difundida por el gobierno de Venezuela. Ni siquiera se atrevieron a decirlo en On con nombre y apellido mientras todos los veedores argentinos aceptados por Maduro son del kirchnerismo y de la izquierda.

La contradicción de fondo no tiene sólo que ver con el oportunismo para levantar la bandera de defensa de los derechos humanos según les convenga sino por algo mucho más grave. Que como revela el comunicado que la Asociación Madres no incluyó en su sitio web pero con el que dicen coincidir plenamente la directora firmante Carmen Arias y el vocero de prensa de esa asociación, con quienes habló esta radio, hay sectores del kirchnerismo que coinciden totalmente con Maduro y creen que, (sic), “su ejemplo debe ser utilizado para derrocar gobiernos” a los que califican de “antipueblo o antidemocrático como el de Javier Milei”, aunque hayan ganado en las urnas.

Como Cristina se negó a reconocer a Macri no traspasándole los atributos del poder, late en su espacio político la noción de que si gana la derecha no es democracia. Es la misma noción radicalizada que los lleva a arrojar piedras al congreso cuando no pueden imponerse con los votos.

Hay una peligrosa justificación de la violencia política que está emparentada con la romantización de la guerrilla en los 70. Y por eso el caso Venezuela los deja desnudos. Porque los que dicen basar su militancia en la lucha contra una dictadura criminal terminan apoyando otra dictadura criminal. Porque tampoco es nuevo que Nicolas Maduro esté acusado de crímenes de lesa humanidad por la Corte Penal Internacional.

“Preguntale a Cristina”, fue la respuesta de Kicillof que debe haber enardecido a la señora Kirchner, porque en definitiva dejó al descubierto su silencio. ¿Qué dirá Cristina el sábado en su ponencia magistral en la clausura del curso “Situación política y electoral de América Latina” del Instituto de Formación Política Morena de México?

Es tan estrecha la asociación del kirchnerismo con el chavismo, y la identificación que los une, que Cristina le otorgó a Nicolas Maduro la orden de San Martin

Y la Universidad de la Plata le otorgó un premio de periodismo a Hugo Chavez en momentos en que era denunciado por cerrar precisamente más de treinta medios de prensa.

Y es todo definitivamente más grave. Hay cuestiones innombrables de la alianza del kirchnerismo con el chavismo, que se desenvuelven en un oscuro submundo donde se puede incluir la valija de Antonini Wilson y aportes millonarios de campaña, los préstamos a altas tasas de interés acordados por Néstor Kirchner para salir del Fondo Monetario que le cobraba cinco veces menos, los negociados con bonos, el tenebroso pacto con Iran y los millonarios cargamentos de combustible.

Por todas estas cosas, es definitivamente incómodo el tema Venezuela para el kirchnerismo. Los deja pegados a una dictadura con la que tuvieron relaciones carnales, y eso, electoralmente tiene consecuencias porque la mayoría de los argentinos se espantan aún de que el país haya estado cerca de correr la misma suerte que Venezuela desbarrancándose a la pobreza máxima y a la hiperinflación. Pero además, son tantos los compromisos con Venezuela y con Cuba, que aún, queriendo dar un volantazo para decir lo que le convenga, los compromisos son tantos que entraron en un verdadero desfiladero ideológico y de intereses que termina revelándolos.

Cómo puede ser que ni el gobernador Kicillof ni Cristina Kirchner hayan expresado alguna preocupación por la embajada argentina rodeada por sicarios del régimen bolivariano y que tuvo que ser auxiliada por Brasil. Ni las tensiones diplomáticas entre Milei y Lula, ni sus diferencias ideológicas evitaron incluso que el argentino aceptara y reconociera por estas horas la ayuda de su par carioca.

Realmente, tiene razón Kicillof: ¡cuántas cosas para preguntarle a Cristina!