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Viernes, 02 Agosto 2024 14:19

"La escalada dictatorial de Maduro es tan aberrante como inadmisible"

Volvé a escuchar el comentario editorial de Cristina Pérez en Cristina Sin Vueltas.

En la presentación de su nuevo libro La experiencia democrática, el historiador Natalio Botana afirmó que la Argentina está viviendo un cambio de época en el contexto de un gran cambio que también está sucediendo en el mundo. Habló del impacto de la revolución digital y de los nuevos Maquiavelos, refiriéndose a los personajes que manejan las redes. También de los fenómenos reaccionarios como Putin y Maduro que surgieron como una revancha al avance de la democracia.

Esta semana de hecho, nos mostró con una claridad descarnada esa línea divisoria: con todas sus crisis, nuestro país sostiene un consenso democrático e impidió los avances autoritarios y Venezuela lucha por no sucumbir a una dictadura en su fase feroz.

La situación interna de Venezuela no deja de empeorar. En estas horas un grupo de encapuchados armados asaltó la sede nacional del partido que lidera María Corina Machado que en un dramático mensaje confirmó que debió recluirse en la clandestinidad para preservar su vida.

Este mensaje de audio es uno de los que recibió su equipo al tiempo que ella misma en una nota escrita para the Wall Street Journal confirmaba al mundo que debía esconderse. Casi en paralelo el dictador Nicolas Maduro anunciaba la creación de prisiones de máxima seguridad para disidentes que no son otra cosa que campos de concentración.

La escalada dictatorial de Venezuela es tan aberrante como inaceptable. Campos de trabajos forzados en el continente no tienen nada que ver con los ideales de democracia. Ya ni disimulan. Los países que deciden darle una chance a Maduro y que han evitado mayores sanciones de la OEA van quedándose sin margen de defender lo indefendible. Como en una cinta rayada siguen repitiendo su pedido por las actas mientras la situación no deja de agravarse. Los videos de redadas de los temidos colectivos a los tiros en los barrios y con listas negras no dejan aparecer en redes.

¿Cuánto tiempo más les tomará a Brasil, Colombia y México aceptar lo obvio? Ojalá tuvieran razón y se pueda esperar que Maduro presente alguna evidencia de su triunfo. Se puede deducir fácilmente, que de tenerla, no estaría avanzando a sangre y fuego.

El otro punto abordado por el historiador Natalio Botana hablaba de los nuevos sujetos políticos de las redes. Es sintomático que el archienemigo concreto de Nicolas Maduro no ha sido en estos días el presidente de los EEUU sino el magnate espacial Elon Musk, dueño de la red social X que en persona aceptó su reto a duelo, en un giro tragicómico de estas horas terribles, pero que marca la influencia de un novedoso actor global fuera de los estados y que se hace fuerte en el elusivo dominio de las redes sociales, un campo ineludible de las batallas políticas del presente.

En estas horas en que EEUU ha reconocido el triunfo de la oposición venezolana y que en esa línea va la mayoría de los países, la pregunta sigue siendo qué influencia le queda a la comunidad internacional y con qué instrumentos cuentan aún los opositores venezolanos para salvar su democracia.

Algunos ya especulan con escenarios durísimos por los posibles enfrentamientos en ciernes y un régimen que se vuelva más salvaje con cada hora que pase. La confianza de la oposición en la documentación de su victoria, parece oponer paciencia y organización ante una maquinaria de poder enfurecida que agota sus fuerzas y quedará en evidencia ante el mundo por no poder probar su anunciado triunfo y haberse robado el poder. Pero sigue siendo una incógnita cómo se desenvolverá esta crisis sangrante en el corazón de Latinoamérica. El endurecimiento del régimen habla de su falta de control de los sucesos. Si eso deriva en un desmoronamiento es otra cosa muy distinta.

Como dice Botana, hay cambios difíciles de preveer local, regional y globalmente. El contraste con Venezuela hace valorar la cultura democrática argentina que se ha preservado a pesar de todo. Pero no hay que olvidar la fragilidad latente en nuestro continente de la que Venezuela sigue siendo un ejemplo que aterra.