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Viernes, 05 Mayo 2023 15:49

"Tres empanadas"

Volvé a escuchar el comentario editorial de Cistina Perez en el programa Crisitina Sin Vueltas.

Cristina Kirchner siempre se aseguró el máximo poder en la toma de decisiones electorales. ¿Por qué iba a cambiar eso justo ahora que lo que está en juego es la subsistencia de su espacio cuando ella más lo necesita en medio de un complicado frente judicial? Lo primero para entender las prioridades de la vicepresidenta, es saber que ella no puede retirarse. Ella necesita el poder por cuestiones personales. La atormenta pensar en sus causas judiciales en un contexto de intemperie. Es más. Ni luego de perder en 2015 padeció ese escenario. El kirchnerismo seguía gravitando en el congreso. Ahora el desastre puede ser mayúsculo. Por eso prepara desde hace tiempo el juego de los tres tercios. Se lo predijo por primera vez a un embajador europeo en el país hace más de un año en un almuerzo, y ahora sube a Javier Milei al ring cada vez que puede porque piensa que incluso pueden mantener el poder si llegan al ballotage con el libertario licuando a Juntos por el Cambio. Piensa que será tanto el miedo al “peluca” o “pelífero” como ella le dice, que el candidato que ella ponga correrá con más chances. Y en ese lugar Sergio Massa sería el mejor perfil. Pero eso depende de una realidad tan dinámica que da miedo. Por eso, como dice la señora, “no se hagan los rulos”. Aún si hubiera PASO entre varios candidatos del oficialismo, la lapicera sería una sola. Y muchos cristinistas duros siguen pidiendo que esa lapicera estampe su propia firma. Por lo pronto la vicepresidenta usa el queso de la candidatura para tener ordenado el gobierno bajo sus designios. Con el presidente fuera de la carrera, la vice sabe que Sergio Massa hará todo para intentar lograr su bendición y eso le asegura ser la controller total de la economía, sin que él se salga de sus instrucciones con alguna picardía. Lo sugería Miguel Angel Broda, al hablar de la sumisión a Cristina y el objetivo del ministro de ser ungido como candidato. Es curioso, Cristina, como gran electora, puede darte el gobierno, pero nunca te dará el poder. Lo sabe Alberto Fernandez, que ya percibe el próximo asedio: cuando hablan de ordenar el tema de las candidaturas es que él no tenga ni voz ni voto. Primero, el objetivo fue bajarlo, ahora es anoticiarlo de que no podrá poner ningún candidato antes del Congreso del PJ el próximo 16. La señora deshoja la margarita entre Sergio Massa y Wado De Pedro. Si las cosas hubieran salido como esperaba Massa, hubiera sido ya el único candidato, pero el desastre económico pone en suspenso la definición y la supedita a cuestiones muy básicas: que consiga la guita y luego hablamos. “Show me the money”, como en la película. El problema es que en medio de esta adrenalina parecen olvidar que fuera del palacio la calle duele. Cualquiera en su sano juicio se preguntaría cómo todo esto puede ser lo importante si el país vive una dolorosa agonía. Pero la prioridad del gobierno siempre fue mantener el poder a toda costa, no la normalización de la economía. Lo que pasa es que les fallaron los cálculos y creían poder llegar con dinero suficiente para no pagar costos. Cuando Sergio Massa jura y perjura que busca estabilizar la economía, quizás no miente, pero sabe que ahora no puede. De hecho, ya consiguió cosas que parecían imposibles como subir las tarifas, algo que a Martin Guzman le fue denegado hasta el final. Pero la necesidad tiene cara de hereje, hasta para Cristina, que llegó a poner a Alberto Fernandez de candidato a pesar de sus terribles críticas contra ella. Todos los caminos llevan al Fondo Monetario Internacional. Pero es muy difícil que el organismo, que ya está expuesto con Argentina como nunca en su historia, le dé más dinero aún al país, sin mayores garantías o concesiones para los EEUU que tiene poder de veto. Y que se las hizo saber abiertamente. Un nombre resume los intereses de ese país: China. Sea la tecnología 5G o los aviones militares. O medidas del orden fiscal, que pida el organismo. No cederán todo por nada. En ese nivel de tensión está una negociación donde no hay inocentes. Y el gobierno argentino, aunque coquetee con los chinos, sabe que no tiene mucho tiempo. ¿Qué es el tiempo a fin de cuentas? No hay que mirar el reloj sino la billetera. El tiempo, el tiempo es el que te alcance la plata. Y son tan pero tan cortitos los plazos en esta Argentina, que hicieron un papelón institucional por postergar tres días el dato de la inflación. Tres empanadas.