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Miércoles, 09 Agosto 2023 15:45

"Una jueza para la impunidad"

Volvé a escuchar el comentario editorial de Cristina Pérez en Cristina Sin Vueltas

Hay una jueza virtualmente atrincherada en su sillón, aunque la ley es clara y su mandato está terminado. No es una jueza más y seguramente quien le dio la orden de atornillarse en el cargo fue su jefa política, Cristina Kirchner. La doctora Ana María Figueroa nunca disimuló que actúa más como defensora de la vicepresidenta que como jueza que debe impartir justicia.

Pero ahora, con todos los plazos vencidos, en el día de su cumpleaños, en vez de aceptar la jubilación, se agazapa con el argumento de una vieja resolución que los leguleyos dan por caduca. Es un reglamento que sólo aplicaba a jueces que, al momento de ser dictada, en 2017, tenían un pedido de acuerdo en el Senado para su continuidad a pesar de tener 75 años, pero que al mismo tiempo habían sido notificados. Otra normativa la dejó sin vigencia un año después y según la Constitución, los mandatos de los jueces finalizan al cumplir 75 años.

¿Entonces? Entonces, Figueroa, sabiéndose al borde de la legalidad se apartó de la presidencia y adelantó que no firmará sentencias. Pero se quedó en su cargo. Su situación es tan inédita como escandalosa.

A pesar de que el kirchnerismo en el Senado, o sea la vicepresidenta, viene fracasando sistemáticamente en su intento de prorrogar el mandato de la jueza, y con el mandato vencido hoy mismo por ser su cumpleaños, la doctora Figueroa les informó a sus colegas camaristas que se quedará hasta noviembre a la espera de que la Cámara Alta le de acuerdo. En los hechos, se convirtió en un pesado pisapapeles de las causas de la señora Kirchner, a sabiendas de que luego de las elecciones, salvo un milagroso resultado para el gobierno, que hoy no se vislumbra, la decisión de los senadores será aún más ardua.

Su voto en dos causas clave que desvelan a Cristina Kirchner se descuenta, favorece a la vicepresidenta. La jueza Figueroa integra la Sala I de Casación junto a Diego Barroetaveña y Daniel Petrone. Y aunque ya emitió su voto, está pendiente la resolución final de los camaristas para saber si vuelven a juicio oral esos dos casos de alto voltaje: Hotesur y Pacto con Irán, en los que Cristina Kirchner fue sobreseída sin juicio, o sea sin que se determine mediante pruebas, como corresponde al debido proceso, inocencia o culpabilidad.

Es el privilegio de ser Cristina Kirchner y su concepción de la justicia, tan parecida a la de Alfredo Yabrán: eso de que tener poder es tener impunidad.

Desde hace tiempo trasciende en tribunales que los votos de los otros dos jueces serían negativos, al menos en el caso Hotesur, con lo cual el favor de la doctora Figueroa ya no tendría que ver tanto con el voto en sí mismo, que sería en minoría, sino con el alargamiento del proceso que ahora tendría tres meses más de incertidumbre para dar por terminado su mandato. Son tres meses que valen en oro en la estrategia de la vicepresidenta para patear para adelante su frente judicial, pero también pueden encerrar una trampa ¿Pueden resolver los camaristas sin que se aclare la situación de la jueza Figueroa? ¿O esas resoluciones quedarían sujetas a alguna nulidad por la situación de la magistrada?

A tal punto es lo único que realmente le importa a Cristina Kirchner, que mientras se borra en la campaña de Sergio Massa o no aparece en el Senado para tratar otras cuestiones, en este asunto concentra toda su obsesión, toda su capacidad de lobby y todo lo que le queda de poder.

Hotesur-Los Sauces, en particular, marca el círculo completo de la maniobra que comenzó con enriquecimiento ilícito con dineros del estado porque investiga el lavado de esos fondos. La llamada Ruta del Dinero K ya le dio una alegría a la señora Kirchner con el sorprendente sobreseimiento del fiscal Guillermo Marijuan. Pero Hotesur sigue siendo un cabo suelto que la atormenta, porque encima es una investigación donde también están en la mira sus hijos.

La prórroga de Figueroa no viene sola. En el combo están las designaciones de 75 jueces que le permitirían a la vicepresidenta, al filo de terminar el mandato de Alberto Fernandez, colonizar el poder judicial para blindarse en los tiempos que vienen.

Mientras en lo económico, este gobierno mediocre sólo aspiró a un Plan Llegar, en lo judicial, Cristina Kirchner, sólo buscó concretar el Plan Zafar. Zafar de la justicia. Y lo seguirá intentando hasta el último minuto de poder. Ahora con una jueza que en vez de trabajar para la justicia parece trabajar para su impunidad.