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Martes, 08 Agosto 2023 14:48

"Maldita Inflación"

Volvé a escuchar el comentario editorial de Cristina Pérez en Cristina Sin Vueltas

Lo maldito es aquello que resume los males: lo perverso, lo ruin, lo miserable.

Alguna vez la tapa de Revista Noticias de un 10 de Agosto de 1996 hace casi 27 años, le llamó Maldita a la Policía Bonaerense, que también resumía todos los males. Sus pecados criminales habían cruzado todos los límites con el asesinato del reportero gráfico Jose Luis Cabezas. Aquel mote quedó para siempre como sinónimo de la policía corrupta que se vuelve contra la sociedad que debe proteger convertida en una verdadera mafia.

Lo maldito, también es lo contrario a lo bendito, es decir lo que condena y castiga la mismísima Justicia Divina. Difícilmente esta acepción haya estado alejada de lo expresado por el nuevo Arzobispo Porteño, cuando le llamó maldita a la inflación.

Jorge Ignacio Garcia Cuerva, puso el dedo en la llaga y a la inflación en la categoría suprema de los males. No lo hizo durante cualquier celebración sino en la del santo popular que más se relaciona con la justicia social: San Cayetano.

Alguna vez de allí surgieron “Los Cayetanos”, como se hicieron llamar las organizaciones sociales que marchaban contra Macri acusándolo de hambrear al pueblo, con Juan Grabois y Emilio Persico a la cabeza. Hoy, ambos forman parte del gobierno que produjo la maldita inflación, y Grabois es candidato a presidente en una interna contra el ministro que duplicó la maldita inflación.

Es imposible que el Arzobispo no haya sido consciente de que sus palabras resuenan a pocos días de las elecciones primarias. Pero quién podría decir que su mención fue caprichosa o maliciosa. Maléfico sería callarse la inflación. Después de todo, el religioso, en un Vox Populi, Vox Dei, de esta malaria, sólo encarnó la desesperación del pueblo por la suba de precios. Esa que hace enojar al ministro-candidato. Lo hace enojar… con los periodistas.

Como pasó con el colega de Córdoba, el ministro entró en un frondoso trabalenguas para intentar desacreditar al periodista y a la pregunta, aunque terminara reconociendo que, -no importa si fue promesa, objetivo o aspiración- lo de una inflación del 3% en abril, como todos sabemos, fracasó. Y tanto fracasó, que llegó al 8,4% de inflación, triplicando sus aspiraciones.

Además, el ministro dio una curiosa explicación sobre aquel error de cálculo.

Eso tampoco es así porque la nota en la que él trazó sus objetivos fue en enero y de la sequía ya se hablaba con graves pronósticos desde fines del año pasado. Con cinco meses sin lluvias durante el segundo semestre, nadie recordaba algo igual en el campo y el sector se preparaba para la peor cosecha en 20 años. El propio Massa había dicho el 25 de octubre de 2022: “Sabemos que estamos frente a una sequía con tres años con volúmenes de agua menores a los acostumbrados.”

Empeñado en negar lo evidente, el ministro de Economía, cree que denostando a los periodistas que le preguntan, puede salir airoso. Pero cualquiera nota lo evidente. Hasta Susana Gimenez que dice no entender de números.


“Bueno si el dólar estaba a 250 y ahora esta a 600… lo duplicó… por eso no entiendo”

No, Susana, nadie entiende. O, mejor dicho, todos entendemos, aunque el ministro lo niegue en nuestra cara.

El que está picante es el dólar blue cuya cotización referencial se derrama en los precios de la economía y con el salto de esta semana alimenta el temor por otra llamarada infernal de la maldita inflación que será peor en agosto y en septiembre.

Por lo pronto, negando lo innegable, el ministro logró que el actor Pablo Alarcón se decidiera a dar conferencias sobre Física Cuántica

Como dijo alguien con buen tino: El dólar bordeando los 600 pesos días antes de la elección en la que el ministro de economía es candidato a presidente, es la muestra de la debilidad del gobierno, y de su falta de poder. Podríamos agregar que es también la muestra de su escandalosa mala praxis.

Pero quizás lo más perverso de la maldita inflación, tiene que ver con que no sólo el gobierno no hace nada para bajarla, sino que es su verdadera política de ajuste, porque inflación mediante, licúa los gastos reales del estado, en jubilaciones y en planes sociales. Mientras no recorta gastos de un estado elefantiásico, en empresas públicas deficitarias o en empleo público que no deja de crecer, ajusta con el maldito impuesto inflacionario a toda la ciudadanía, pero especialmente a los que menos tienen.

Maldita inflación, como dijo el Arzobispo.

Cuando Jorge Garcia Cuerva fue designado, la titular de AYSA y esposa del ministro Massa, Malena Galmarini, se apuró a publicar una foto con el cura, en la que aparece haciendo la V de la Victoria peronista. “Ese tipo de exposición no me gusta”, se apuró a decir él. “Tengo mucha más amistad con otros políticos que me han sabido cuidar y no han puesto la foto que tienen conmigo”

En su discurso de ayer, el Arzobispo, en lo personal, tomó distancia en forma pública de cualquier fotografía del pasado, como si hiciera su propio exorcismo. Pero, además, marcó un corrimiento en la posición de la iglesia, hacia un tono más crítico, luego de ser notoriamente contemplativa con el actual gobierno. En un punto, el Arzobispo sólo dijo la verdad: la inflación es maldita. ¿Quién podría negarlo?

Maldita según el diccionario de la Real Academia Española significa: ruin, perversa, miserable y condenada por la Justicia Divina. El mal, en una palabra. ¿Quién podría estar cómodo del lado del mal?