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Lunes, 07 Agosto 2023 14:50

"¿Alguien quiere seguir así?"

Volvé a escuchar el comentario editorial de Cristina Pérez en Cristina Sin Vueltas

Esta semana comienza a definirse un cambio de era. Sólo faltan seis días para las PASO. Esos seis días son el viaje que puede llevar a dos escenarios determinantes. Como dice el periodista Jorge Liotti, estaremos ante un punto de inflexión o ante un punto de no retorno. Una oportunidad, o una sentencia.

La gravedad de la hora es la que le da trascendencia a la elección que comienza el domingo. Hasta acá vivimos el proceso electoral pero su punto culminante se inicia con las primarias.

Llegamos a la elección a tientas por varios motivos. Uno es que el elemento de anticipación que son las encuestas está bajo sospecha: por los pifies reiterados, por dificultades metodológicas, porque la gente no las responde o por usarse tantas veces para inducir opinión. Por otro lado por las condiciones anímicas de la sociedad sumida en una especie de gran depresión.El analista de consumo Guillermo Olivetto habla de una sociedad traumada por tanto sufrimiento. Por lo cual, su comportamiento bajo el shock que provoca una crisis profunda, también se vuelve imprevisible.

Así y todo, el ser humano, especialmente en su hora más difícil, tiende a buscar la supervivencia. Lo que determinará un país atravesado por la crisis, es cómo intentar salir adelante cuando cuesta imaginar el futuro inmediato por el peso de los problemas y por tantas decepciones.

Hay algunos consensos que aporta lo dramático de la hora: no se puede salir de donde estamos sin hacer nada. Se le hace difícil al peronismo gobernante ofrecer como propuesta de futuro sólo el fantasma de que los otros son peores. Sus votantes tradicionales están tan mal que se quedan sin argumentos para venderse y su oferta electoral se reduce al miedo. Falta que digan: Sigamos así de mal porque con los otros será peor. Porque no tienen nada nuevo que ofrecer para cambiar el rumbo. Ese agotamiento es lo que ya, ni el relato, ni la nostalgia, ni el apelar a la cuerda del resentimiento, les puede mitigar.

La conciencia de que algo hay que hacer, choca sin embargo con cierto descreimiento en las mecánicas del sistema. Son doce años sin que el país crezca y eso significa que la gran mayoría en su vida personal no pudo progresar. El deterioro carcomió esperanzas y despojó a muchos de demasiado. Con el duelo de las pérdidas llegamos a estas PASO.

Hoy que es la festividad de San Cayetano el Santo del pan y del trabajo, resalta en este tiempo algo que no se conocía: que el esfuerzo de trabajar no alcance para no ser pobre, que el esfuerzo no sirva para nada. En vísperas de este santoral tan popular, el titular de la Conferencia Episcopal, Monseñor Oscar Ojea, remarcó que “cuando pedimos trabajo, pedimos por la dignidad porque el trabajo hace a la dignidad de la persona”. Pocas veces se aborda desde este costado la condena que implica vivir de un plan social como todo destino. Le quita a la persona, la dignidad y la autonomía sobre su propio destino. La reconstrucción de la cultura del trabajo, no puede ser una utopía. Debe ser un objetivo de gobierno para quien asuma. Otro signo del agotamiento del modelo k es que los planes que encadenaron al estado a millones de pobres, tampoco alcanzan. Devaluaron la moneda y devaluaron a las personas sumiéndolas en la dependencia y sin generar condiciones de prosperidad para que cada uno pueda ser artífice de su progreso.

¿Dónde comenzarán a definirse estas elecciones? En un lugar íntimo donde todo lo que nos pasa influye: en la conciencia de las personas. Donde nadie nos ve. Ahí se producirá el ejercicio de elegir. En la intimidad de la decisión, se calla el encuestador, se apagan los cantos de sirena, y lo que es ni más ni menos que el poder nuclear de las democracias, el voto, se abre paso. Las estrategias de campaña, los discursos, el marketing: todo se acalla. Queda un hecho humano de síntesis que dirá quién fue más efectivo para lograr otro hecho humano: el de la confianza. Aunque sea mínima, aunque sea por descarte, aunque sea pensando tácticamente contra otra opción.

Una de las angustias de estos días pasa por el enigma de aquéllos que intentan ser indiferentes no yendo a votar. Intentan, porque, aún, no votando, votan. En la honda crisis, no sólo aparece el que vota contra alguien, sino el que no vota por nadie. Sería bueno empezar a valorar a los que votan por alguien a pesar de todo. Con todo lo que nos pasa sigue siendo un montón de gente. Quizás no haya tanta apatía como parece.

De todas las fantasías que nos aquejan, la peor, es creer que el país no tiene salida. Convencerse de eso, es como la profecía autocumplida. Como el país no tiene salida, no intento salir. Terrible. Pero la tremenda crisis que vivimos, hace que sea difícil no querer salir de esto. Quizás ahí yace la oportunidad. ¿Quién quiere seguir así?

Quizás, por qué no, estemos tocando el hondo bajo fondo donde el fango se subleva. Como dice el tango. La imagen redentora del fango que se subleva, aún no tiene forma. ¿Se sublevará? Es lo que decidiremos todos.