Marcelo Pérez Cottén me presentó al ingeniero agrónomo José María “Sejo” Sosa, que con su grupo de amigos que habían fundado la Fiesta del Chancho Asado con pelo, en donde se inmortalizó el “Chanchipan”. Esa Fiesta hizo roncha en el folklore nacional por la cuidada selección de los artistas convocados, de toda América Latina. No importaba si eran taquilleros sino que debían ser “grossos”.
Este grupo de amigos me invitó a comer un chancho asado con pelo, un domingo cualquiera, en el campo de Marcelo Marincovich, en las afueras de Giles. Lo hacía Oscar Galcerán con la ayuda del chacarero Juan “Johny” Furey, como se hacía en la Fiesta de la ciudad. Un chancho de unos 120 kilos (en pie), deshuesado y con el cuero hacia arriba, había sido adobado, con alguna bebida espirituosa, desde el día anterior.
Encerraban la parrilla con un sistema de chapas y le echaban brasas alrededor –no abajo- y leñas encendidas arriba, para que el tocino fuera derritiendo lentamente y ablandara a las carnes del animal, y a la vez lo saborizara. Pero el fuego no arrebataba a las carnes porque el cuero lo regulaba. Un manjar.
La Fiesta del chancho se realizó desde el año 2000 al 2006. Ese año, en ese segundo fin de semana de enero, de tres días de fiesta les llovieron dos…
Luego, un domingo por mes me iba desde Buenos Aires a los encuentros de los Amigos de “El Rejunte”, y “de upa” me llevaban a ver al ya fallecido Coco Orlando, creador de los Autos a piolín. También a matear con el arquitecto, artista plástico y músico de jazz, Hugo Adesso -quien diseñó el escenario de la Fiesta del Chancho e hizo la iglesia central de Giles-, o a los remates de Héctor Horacio Burgos, donde se puede comprar desde una carreta hasta dos cuchillas hechas con una tijera vieja de esquilar.