Antonio Rebolini, es su nombre verdadero. Nació en el seno de una familia trabajadora ya constituida, donde no lo esperaban, y vivieron su nacimiento como un milagro: “Nací en Remedios de Escalada, no esperaban mi nacimiento, fui realmente una sorpresa para todos. Mi mamá, quien fue una mujer de una ternura infinita, me tuvo a los cuarenta y pico, fui casi un milagro. Mi papá fue un duro derretido por mí, una criatura que no esperaba. Cuando nací, mi hermano más chico ya tenía 18 años. Tenía mucha diferencia de edad con mis hermanos. Para mi viejo que, por una cuestión de tiempo y trabajo, no les había podido dar mucha bolilla a mis hermanos mayores, mi llegada lo enamoró y me pudo dar todo el tiempo que a los otros no le había podido dar. Mis primeros años fueron maravillosos, mimado por mis tres hermanas, mi hermano, por un padre que se le caía la baba por esa criatura que adoraba y por mi madre… Fui un verdadero privilegiado hasta que tuve la desgracia de perder a mis padres. Yo tendría 11 años y fue una tragedia en mi vida, de ser ‘Los Campanelli’, en 7 meses falleció mi hermana mayor de cáncer de mama, mi papá de cirrosis y mi mamá del corazón por no soportar sus muertes”. Así comenzó el actor a relatar su dura historia.
Retrocediendo en el tiempo y rememorando su historia familiar, Grimau, continuó: “Cuando cumplí dos años nos fuimos con mi familia de Remedios de Escalada a vivir a Lanús Oeste. Éramos muy humildes, vivíamos en una casa muy chica, que a mí me parecía enorme. Un departamentito de dos ambientes y un patio. Ahí viví mi infancia junto a mi padre, mi madre y mis hermanos; tres hermanas mujeres, mi hermano y yo. Toda mi familia, menos yo, son de 25 de Mayo, provincia de Buenos Aires. Una familia muy trabajadora, de la que aprendí el amor al trabajo. Mi papá tenía una carnicería, mi mamá un almacén de ramos generales y les empezó a ir muy mal. Primero mi mamá con dos de mis hermanas se vino, a hacer punta, a capital para sacar a la familia adelante. Vino primero ella porque acá tenía una hermana y se puso a trabajar de mesera en un restaurant. Después vino mi papá y nos mudamos a Lanús. Él trabajó de muchas cosas hasta que entró en Siam Dítela en Avellaneda y se desarrolló como obrero metalúrgico por 30 años. Una vida muy sacrificada, de la cual tengo muchos recuerdos. Hasta hoy recuerdo el olor de la fábrica”.
Sin dudas uno de los momentos más duros de Antonio fue la muerte de sus padres y su hermana mayor. De un día para otro, su vida cambio. De niño mimado a encontrarse sin sus padres y en tutela de su hermano: “La vida se puso dura. Yo miro hacia atrás y muchas veces no entiendo, como ese chico tan chico, pudo soportar tanto dolor. Siempre sentí exotéricamente una protección del más allá. Después lo vi en terapia hay un instinto de vida en mi, que me salvó de muchas situaciones. Siempre tuve en claro que no había nada más que seguir y seguir, sin mirar atrás. Yo tuve que crecer de golpe, dejar de lado el dolor y continuar. Había que ayudar en casa y empecé a trabajar en una fábrica de fideos, después en un bazar, después como peón en una obra… hasta que apareció el teatro y fue mi salvación”.
A los 16 años, cuando todavía estaba en la escuela industrial, decidió seguir su vocación de actor pese a la resistencia de su hermano mayor y su tutor legal: “Nadie de mi familia estaba relacionado con la actuación, fue el destino el que hizo que yo eligiera este camino. Todo fue por golpe de intuición. Escuchaba los radioteatros de la época y estaba fascinado con uno en el que trabajaba Alfredo Alcón. Me sorprendían sus tonos, su voz, la música clásica. Me seducía mucho la radio, la actuación, los sonidos, los pasos que se daban, era un mundo atrapante para mí. Ese fue mi primer llamado a la actuación. A partir de ahí empecé a buscar mi camino. Mi hermano no estuvo de acuerdo en que estudiara teatro y me dedicara a la actuación. Él quería que estudiara algún tipo de profesión concreta y terrena. Para darle el gusto me metí a hacer un curso de motores diesel, pero estaba convencido que no era lo mío. Que no me haría feliz. Y aparece en un matutino, un aviso muy chiquitito, que aún conservo, pidiendo actores, un teatro de Almagro, el Charles Chaplin. En esa época ya estaba cerca de los 16, le pedí a un amigo que me acompañara y de Lanús me fui a Almagro a probar suerte. El director me dió un monólogo, me dieron 20 minutos y me tomaron la prueba. Lo leí y sentí la sensación que lo había hecho toda la vida. No tuve nervios, no tuve inseguridades, no tuve dudas… subí al escenario y dije la letra con total convicción. Al director le encantó. Necesitaban un actor muy joven, me tomaron y estuve en ese teatro por cuatro años más. En ese tiempo fui creciendo hasta llegar a protagonizar. Con los años, mi hermano, se paraba frente a la marquesina del teatro Astros y decía orgulloso: ‘Ese es mi hermano’. Lo aceptó y estaba orgulloso de mí”.
Antonio ya había hecho algunos trabajos actorales como Rebolini: “Los productores ya venían diciendo que mi apellido no sonaba bien. Estando en el teatro Charles Chaplin, escuché allí una canción, sobre el asesinato de Julián Grimau, me interiorice de su vida, y tomé el apellido. Con el tiempo, después me arrepentí y me arrepiento. Le hubiera hecho un buen homenaje a mi viejo. Pero ya era tarde para cambiar”.
“Nunca dejé de actuar, pero comencé a sentir la necesidad de formarme seriamente como actor. Empezar a estudiar - continuó el actor-. Pasé por el Instituto de Arte Moderno, ahí conozco a Leonor Manso, comenzamos a noviar, y me habla de un profesor excelente, Juan Carlos Gené. Fuimos a verlo y comenzamos a estudiar cuatro años con él. Fue un antes y un después en nuestras vidas. El problema era que, Juan Carlos, no nos dejaba trabajar como actores durante el tiempo que estuviéramos estudiando con él. Yo escondido iba a ver a actores a canal 7, a los bares donde iban, y un día un actor chileno me pregunto qué hacia siempre por ahí, me dijo de acompañarlo a un ciclo de teatro argentino que quizás había un personaje para mí. Efectivamente así fue y debuté diciendo solamente: ‘vivan los novios’. Ahí tuve un gran conflicto: ‘Lo traiciono y lo hago sin que él se entere o le digo la verdad’. No sabía qué hacer, finalmente le dije la verdad. Le conté, me preguntó quién lo dirigía, le dije ‘Gandolfo’ y me dio el visto bueno. Ahí fue cuando cobré mi primer bolo como actor, gritando dos palabras en una fiesta, pero dirigido por Gandolfo. Después Gené nos dijo algo que a mí se me hizo carne: ‘Señores, ahora ustedes están preparados para ejercer la profesión dignamente. Se formaron duramente durante cuatro años para poder ejercer la profesión como corresponde, lo indigno ahora sería que vivieran de cualquier otra cosa: vender libros casa por casa o cualquier otra cosa que no fuera ejercer la profesión para la cual se formaron. Dentro de esta profesión, lo que fuera, pero hecho con total dignidad’. Y así fue: Épocas mejores, otras no tanto… Papeles más grandes, mas chicos, casi insignificantes, pero con la frente bien alta y dando todo de mí”.
“A partir de ahí empecé a mandar desesperadamente fotos a los canales, pero no pasó absolutamente nada hasta que me llaman para mi primer trabajo de teatro rentado. Estaba ahí disfrutando de mi primer sueldo y Alfonso De Gracia me dice:’ Pibe, ¿vos estás buscando trabajo en televisión? Porque Hugo Moser está buscando un actor nuevo para una tira de media hora. Por qué no lo vas a ver, yo estoy haciendo ‘Matrimonios y algo más’ con él y me enteré de esto’. Tanto me insistió que una noche fui a Canal 13 a una prueba de Cámara. Estaban grabando ‘Matrimonios y algo más’, Hugo me paró en el centro de 12 actores y me tomó la prueba de cámara. Sudaba. ‘¿Perfil derecho? ¿Perfil izquierdo? ¿A ver cómo estás triste? ¿A ver cómo estás contento?’. No sabes lo que sufrí, para colmo era muy tímido. Terminó la prueba y me dijo: ‘venite mañana’, había quedado. Salgo y me dice Pocho De Gracia: ‘¿vos no tenes una pareja que es actriz? Andate ya buscarla y vení para el canal’. Voy a mi casa y le digo a Leonor:’ Bueno, me fue bastante bien en la prueba, y quieren una actriz. Píntate un poco y vamos al canal’. Ella estaba lavando ropa, volvemos al canal, entramos al piso directamente, y le digo a Hugo Moser que Pocho me había dicho que estaba buscando también a una chica y vine con mi pareja que es actriz. Me preguntó: ‘¿cuál es?’. Se dio vuelta, la miró y me dijo: ’Está contratada’. No hubo prueba de cámara, no hubo nada. A la semana estábamos firmando los dos un contrato por tres meses para empezar la tira de media hora ‘Un cachito de vida’ y con un elenco maravilloso, donde Aída Luz era mi madre. Ahí empezó mi carrera en televisión y todo comenzó a mejorar. Hasta pude cumplir otro sueño, trabajar en el San Martín con Alfredo Alcón en ‘Romance de Lobo’ con dirección de Agustín Alezzo”.
A partir de allí llegaron más de 50 producciones. Ha trabajado en cantidad de novelas, entre las que se destacaron: ‘Rolando Rivas taxista’, ‘Tu rebelde ternura’, ‘Dos a quererse’, ‘Verdad consecuencia’, ‘Ricos y famosos’, ‘Soy Gitano’, ‘Padre coraje’, ‘Hombres de honor’, ‘Vidas robadas’ y ‘Herederos de una venganza’, entre tantos otros. Las Telenovelas de la tarde, y su época de galán, son de lo más recordado por sus seguidores. ‘Trampa para un soñador’ y ‘Quiero gritar tu nombre’ le abrieron el mercado internacional: "Tal fue así, que llamó un productor de Estados Unidos, me contó que las tiras estaban funcionando genial entre los hispanoparlantes y me propuso que fuera para allá con Cristina Alberó a hacer teatro. Recorrimos, Arizona, Las Vegas, California... Algo totalmente impensado para la época. Un día, nos estaban haciendo una nota en un canal de televisión y supe que en el sillón en que yo estaba se había sentado Al Pacino... No podía creerlo, estar sentado allí y pensar que yo venía de Lanús Oeste".
‘Sandro de América’, la miniserie de Telefe dirigida por Adrián Caetano, que refleja la vida de El Gitano, se convirtió en un verdadero suceso y en un capítulo fundamental en su vida y en su carrera. Antonio reconoció que, a pesar del sinfín de personajes que le tocaron en su carrera, haber hecho de Sandro: “Fue un desafío enorme. Un premio maravilloso interpretar a alguien que admiro tanto. Está tan pleno en la mente de tanta gente que conformar esa unidad de criterio no era para nada fácil. Caetano me dijo que no buscaba un imitador, sino la verdadera esencia de Roberto. Fue mágico hacerlo, sentí que estaba habitado por él durante toda la grabación. Tuve y tuvimos manifestaciones constantes de su aprobación. Viví momentos y situaciones maravillosas. Se lo dije una mañana al director: ‘Estoy viniendo a trabajar en estado de gracia’. Esas tres noches que pisé el escenario del Gran Rex, donde él cosechó tanta gloria, realmente fueron para mí como una mezcla de milagro, de regalo enorme e inesperado. Encima de todo sentí una gran emoción cuando conocí a Olga, el placer de escuchar de su boca que entendía que el personaje estaba en buenas manos fue un voto de confianza enorme. Dos horas después de eso, treinta "nenas" auténticas con quienes creí que iba a haber conflicto producto del fanatismo, me dieron su apoyo con palabras de aliento, dos de ellas se descompusieron al verme, y Olga también se impresionó muchísimo. Yo siento su presencia, su ayuda. Y ese también es un sentimiento inexplicable”. Expresó aún emocionado Grimau, que visita el lugar donde el cantante está descansando, conoció su mansión, su familia y, su viuda, Olga Garaventa, le obsequió: un pantalón, una camisa y hasta un anillo del ídolo, que atesora como los obsequios mas preciados de su vida.
Antonio, acaba de estrenar Angela, una película por Cineart, durante la pandemia dió masterclass y el 6 de enero , con todos los cuidados sanitarios y también con todas las ganas de volver al escenario, estará debutando en el Multitabaris, junto a Victor Laplace, Osvaldo Laport y Roly Serrano en “Rotos de amor” producidos por Javier Faroni.
Grimau es uno de los actores más queridos de la Argentina. Comenzó en el teatro independiente, en cine debutó en la película “La Mary”, trabajó con Gandolfo, lo dirigió Alezzo, trabajó en el San Martin con Alfredo Alcón, estudio, triunfó como galán, se reinventó en teatro con “Los Invertidos” junto a Julio Chavez, se puso en la piel de Sandro y emocionó hasta las lágrimas a las históricas seguidoras del ídolo con su actuación. Un actor versátil que no le teme a las comedias musicales, a los grandes papeles en cine y a emocionar.
Su vida y su historia completa, en su propia voz, aquí en Íntimamente con Alejandra Rubio.