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Aracelli Lisazo: “Guy Williams, El Zorro, no murió solo y abandonado en Argentina”
Sábado, 13 Julio 2024 22:58

Aracelli Lisazo: “Guy Williams, El Zorro, no murió solo y abandonado en Argentina”

La actriz argentina Aracelli Lisazo, el último y gran amor de El Zorro, habló en Íntimamente con Alejandra Rubio de su relación con el protagonista de la serie emitida por El Trece y las intimidades jamás contadas del actor. Su infancia, sus padres, su familia, sus hijos, sus sueños, como se convirtió en su gran amor y, sobre todo, derribó el mito que Guy Williams murió solo y triste en Argentina: “El día que murió, Guy iba a pedir mi mano. Yo no estaba con él porque era mi cumpleaños, él tenía un juicio que resolver en Buenos Aires, y yo debía pasarlo con mi familia. Teníamos millones de planes, no estaba deprimido sino feliz. Finalmente íbamos a casarnos y planeamos nuestra vida juntos hasta que fuéramos ancianos.” Aseguró la actriz que conoció al protagonista de la serie de Disney cuando ella tenía sólo 24 años y él 54, aclarando las versiones surgidas luego que en 1989 encontraran en un departamento de Recoleta el cuerpo sin vida del actor ya radicado en Argentina.

Mucho se ha dicho acerca del triste final del actor de Hollywood. Sobre todo, por el hecho de que su cuerpo sin vida fuera encontrado por sus vecinos seis días después de su fallecimiento, ocurrido a raíz de un aneurisma cerebral, en su departamento de Recoleta. Sin embargo, Araceli asegura que el momento de la muerte Guy no fue un 30 de abril de 1989 como figura en los libros, sino el 1 de mayo. Y revela un dato conmovedor: “El 1 de mayo, día de mi cumpleaños, él iba a llamar a mi casa para pedir mi mano en matrimonio. Hablé con Guy el 30 de abril  y él quedó en que al día siguiente me llamaba, pero el llamado nunca llegó… Quise pasar mi cumpleaños y el de mi hermana, porque las dos nacimos el mismo día, con nuestra madre. Yo llevaba mucho tiempo sin poder festejar mi cumpleaños con mi familia, así que ese año decidí pasarlo en Los Toldos con ella. Y él no me pudo acompañar porque estaba en juicio con la revista Antena y, en esos días, tenía una entrevista con su abogado. Por eso él estaba solo, como dicen, el día que falleció. Pero fue algo circunstancial. Se supone que murió el 30 porque es lo que calcularon los peritos, pero no es así, murió justo el día de mi cumpleaños. Yo esa noche del 30 estuve hablando por teléfono con él desde las diez de la noche hasta las doce que se fue a dormir”. Afirma Araceli.

 
La historia de amor ocurrió casi por casualidad en el verano de 1978: “Lo conocí en el 78. Yo vivía en Roma, estaba de novia con Tito Lectoure. Nos vinimos para la Argentina. La relación venía desgastada porque el boxeo es un deporte que a mí nunca me gustó. Fuimos a Mar del Plata, él a ver box, yo al circo Real Madrid donde estaba mi amigo Fernando Lúpiz con El Zorro. Lo visité en el camarín, me dio un abrazo con vuelta en el aire, como nos saludábamos siempre, porque éramos muy amigos. Guy observaba sorprendido. Cuando cruzamos miradas se produjo el flechazo. Por encima del  hombro de Fernando, lo vi a Guy. Estaba vestido de Zorro, sin el antifaz, sentado en un sillón de cuero verde del mismo color que sus ojos…Era imponente, divino... Le hablé en italiano y me contestó, era su segundo idioma. Los dos nos quedamos mirándonos fijo, sin poder desviar la vista. Fernando Lúpiz quiso presentarnos pero, cuando se dio cuenta de la situación, dijo: ‘¡¿Para qué los voy a presentar?!’. Desde ese día nos volvimos inseparables. Siempre me repetía: “Piccolina principessa, tu sei l’amore della mia vita”. Empezamos a jugar al ajedrez todos los días, hablábamos de Mozart, de Bach, no nos separamos nunca más. Él había venido separado de su mujer, no divorciado. Y ahí comenzó la historia más feliz de mi vida. El gran amor, que pese al paso de los años, jamás pude olvidar.” Rememoró la actriz que vivió junto al legendario actor en los Estados Unidos, en Los Toldos, en Buenos Aires y en Potrero de los Funes…
 
Aracelli Lisazo estuvo, en total, 11 años junto a Guy Williams, El Zorro: “El tema es que yo me había separado de él en el ‘84, porque la ex mujer (Janice Cooper) no le daba el divorcio. Y, en esa época, era muy duro estar en una relación sin papeles. Yo era chica y venía de una familia muy tradicional, de pueblo. ¡Así que era un escándalo esto de que la nena anduviera de novia con un actor de Hollywood casado! Porque, aunque él estuviera separado, no estaba legalmente divorciado. Y eso fue muy problemático en nuestra pareja. Terminamos. Yo estaba viviendo con él en los Estados Unidos. Y, como él no lograba el acuerdo de divorcio, lo dejé y me vine a la Argentina. Él me decía: "¿Qué te importan los papeles? ¡Si yo vivo con vos!". Y tenía razón. Ahora lo pienso y digo: "Guy, perdóname… ¡Qué me importaba el casamiento!". Pero la presión familiar y social era tan fuerte en aquel momento, que lo abandoné. Porque yo era como la Josefina de Napoleón o la Cleopatra de Marco Antonio. Era la novia secreta que estaba siempre a un costadito, sin poder gritar mi amor…Y lloraba mucho por ese tema. Así que le dije: ‘Con el primer estúpido que me ofrezca matrimonio, me caso’. Y así lo hice, me casé con otro. Él, en los Estados Unidos, se quedó gestionando su divorcio hasta que lo consiguió. Pero nunca me lo dijo. Nosotros nos comunicábamos por telegrama y por cartas, que todavía tengo guardadas. Y él jamás me contó que había seguido con los trámites. Si él me lo hubiera dicho, yo no me hubiera casado… Pero para mí fue como que él desapareció. Y, de la bronca, me terminé casando con otro. ¡Un despecho estúpido!. Después él me mandó un telegrama pidiéndome que lo fuera a buscar al aeropuerto, porque llegaba a la Argentina, y yo fui con la participación de mi casamiento en la mano. ¡Me iba a casar tres días después de que él me vino a buscar! Y no tuve el coraje como para suspender la boda. Lo pensé, pero no pude hacerlo por la misma familia. Ya estaban entregadas las invitaciones y organizada la fiesta… Con el tiempo Guy también pasó tres o cuatro años con otra pareja, pero en un mes de marzo se separó definitivamente por cuestiones que a él no le gustaban. Entonces me vino a buscar. Yo había tenido una discusión un poco violenta con mi marido y él me dijo: ‘Con ese hombre no podés seguir’. Ahí nos reconciliamos. Nosotros teníamos un pacto de no tocarnos mientras estábamos con otras personas. Pero él me dijo: ‘Ya nos podemos tocar. Yo estoy solo, así que vos tenés que dejar a tu marido y listo’. Y yo lo dejé a mi esposo, para irme a su casa con él. Estuvimos más de veinte días juntos y escribimos un montón de cosas que nunca pudimos rescatar de su computadora, pero él me dedicó varios versos de amor. Y hasta le dimos una nota a la periodista Silvia Rojas, en el café Petit Colón, donde yo le hice de traductora porque él hablaba muy mal el español. Así que la pasamos de maravillas hasta el 26 de abril, que yo me fui para Los Toldos.”
 
Continuando con el relato Lisazo aseguró: “En esa última despedida, hasta bromeábamos con el tema de la muerte. Pese a que él siempre me decía que era inmortal. Yo me preocupaba por su salud (Ya había tenido una descompensación anteriormente) y el me bromeaba, diciéndome serio y mirándome fijo: ’sabes que soy inmortal’. Me acuerdo que ese día él me dio solo la llave de abajo del edificio, porque no encontraba la de arriba que le había dejado su ex amiga. Yo le pedí que la buscara para dármela y le dije: ‘¡Mirá si te pasa algo!’. Y él me contestó: ‘Si me pasa algo me sacan por el olor…’. Y los dos nos reímos. Sin pensar que ese chiste de mal gusto se iba a convertir en realidad. En el fondo yo quise convérseme que era inmortal. Yo seré una estúpida, pero en algún punto llegué a creerme que a Guy nunca le iba a llegar la muerte. Eso hizo que no me preocupara tanto por su salud. Yo estaba muerta de amor por ese hombre. Había tenido muchos novios que no me habían sabido hacer feliz y encontré en él a alguien que me dio vuelta como una media. No podía ver más que por sus ojos. Quizá, si no hubiese estado tan enamorada y si hubiese sido un poco más realista, hubiera pensado que le podía haber pasado algo malo… Sé que él salió con otras mujeres aquí en el país, no soy infantil, pero con ninguna de ellas convivió bajo el mismo techo. Fui la única con la que compartió un hogar, que en definitiva era lo que deseaba, no miento. Recuerdo que me dijo: ‘Mi piccolina principessa –porque hablábamos en italiano- Domani sorprenderò la notizia del matrimonio con tua mamma. Fue antes de despedirnos  que me dijo: ‘Decile a tu mamá que esté al lado del teléfono porque le quiero pedir tu mano. Me quiero casar con vos en la iglesia de Los Toldos, para que ella se dé el gusto de su vida’. Y él era un hombre de palabra, así que nunca pensé, cuando no llamó, que se hubiera arrepentido. Pero tampoco me imaginé que le hubiera podido pasar algo a él. Creí que quizá podía haberle pasado algo a sus hijos (Steven y Toni Catalano) y que, de repente, se hubiera tenido que ir a los Estados Unidos. Esperamos el llamado con mi mamá al lado del teléfono. Cuando el llamado no llegó yo intenté comunicarme con él, pero nunca me atendió. En aquella época no había celulares. ¡Pedías una llamada de larga distancia y la operadora te tenía una hora esperando! Por eso ahora, que hay tanta tecnología, es difícil entender por qué no pudimos contactarnos con él. Pero mi dolor fue tan grande, que lo somaticé en una hepatitis por la que estuve internada todos esos días en los que él estuvo muerto en su departamento.”
 
En abril de 1989, Williams cuando tenía 65 años. Sus vecinos lo hallaron, pero varios días después de haber fallecido de un aneurisma cerebral en el segundo piso del departamento que alquilaba en Buenos Aires en la calle Marcelo T de Alvear y Posadas, en el barrio de Recoleta. Según el cálculo forense fue el 30 de abril de ese año, aunque Aracelli asegura: “Quiero dejar bien claro de una vez por todas que Guy Williams murió el 1° de mayo de 1989 y no el 30 de abril como repiten todos. Yo esa noche del 30 estuve hablando por teléfono con él desde las diez de la noche hasta las doce que se fue a dormir. Murió al lado de la cama, se estaba vistiendo. Tenía una manga de la camisa puesta y la otra por poner. Una chinela calzada y la otra cerca. Cuando el encargado del edificio advirtió que había olor llamó a la policía. Era el 6 de mayo. Fernando Lúpiz, que era su amigo, y para mí también como una especie de hermano, me contó que su rostro evidenciaba que había padecido una hemorragia cerebral. Cuando me lo dijo me puse a pensar, me generó muchas dudas... Más allá que en el informe forense figura muerte natural, para mí, lo pudieron haber matado. Por el estado de putrefacción del cadáver sus vísceras no pudieron ser muy bien analizadas. No sé, se me cruzó por la cabeza que pudieron haberlo envenenado. Hay venenos que desaparecen. Él estaba con la calefacción encendida tirado en el suelo en su cuarto, no en el baño como mintieron varios.” Aseveró Aracelli que no descarta que el actor de El Zorro haya muerto envenenado.
 
“Cuando me avisaron de su muerte, me desmayé. No me dejaron verlo por el estado en el que se encontraba, pero fui a despedirme. Mirtha Legrand dijo que habían estado solo Fernando Lúpiz y ella en el entierro. Pero en el velorio, al que ella no fue, estuvo Zulma Faiad sentada durante horas al lado mío. Yo estaba con 42 grados de fiebre por la hepatitis y me castañeaban los dientes. Había somatizado porque nuestra relación era simbiótica. Él se pinchaba un dedo y me dolía a mí. Por eso no entiendo cómo no me di cuenta de que él estaba tirado en el suelo…Y no me lo puedo perdonar. Seguimos sufriendo con Fernando Lúpiz. Él tuvo que pelear en Actores para que Guy tuviera un lugar, porque nadie lo venía a buscar de su familia. Hubo un amigo llamado Carlos, que era como su albacea, que fue el encargado de pagar el sepelio y de comunicarse con sus hijos por teléfono. Pero ellos no vinieron nunca a buscar sus restos. De hecho, él estuvo once años en la Argentina y los chicos jamás vinieron a verlo… Después de ese tiempo, un amigo tomó las cenizas de Guy y se fue a Los Ángeles para llevárselas a su hijo. Él, después, se encargó de esparcirlas. Pero ni su hijo ni su hermana vinieron nunca a la Argentina. De hecho, fue Fernando Lúpiz el que consiguió que en su sepelio lo cubrieran con la bandera de honor de los Estados Unidos” Contó Aracelli sobre aquel momento.
 
“Con su partida se me fue la vida. Yo deseaba tener hijos con él. Pero Guy no quería, porque soñaba con vivir conmigo en un barco y decía que con los chicos no íbamos a poder. Además, él tenía hijos de mi edad: el varón era dos años mayor que yo y la hija tenía dos años menos. Así que yo dije: ‘Si no los tuve con él, no quise tenerlos con nadie’. Y eso quedó claro cada vez que formé pareja. Pero, como me enamoré de él, no me enamoré de nadie más…¿Qué hice? Me dediqué a la actuación y anduve dando vueltas por el mundo sin saber adónde ir. Porque mi vida amorosa se terminó con él.” Relató Lisazo.
 
Ya convertido en una figura muy famosa, en la década de 1980, Williams se estableció en Argentina, un país que lo había recibido con afecto durante sus giras teatrales en los años 70 y donde pasó sus últimos años hasta su fallecimiento, dejando un legado imborrable como el héroe de familias enteras. El Zorro no solo admiraba Argentina por sus paisajes, sino que con el tiempo le tomó un gran cariño, llegando incluso a admitir en ocasiones que sentía más afecto por el país que por Estados Unidos. Cuando estalló la Guerra de Malvinas en 1982, Guy Williams sintió que debía hacer algo para defender nuestra bandera, por lo que se ofreció como voluntario. Pero como por ese entonces, tenía 58 años y un físico que le impedía combatir en la guerra, no pudo. A pesar de esto, Williams insistió y se ofreció para ser chofer de ambulancia en una petición que realizó en la Embajada de Estados Unidos en Argentina. Desgraciadamente para él, nunca pudo defender nuestra patria, ni ayudar a hacerlo. Pero, como gesto de agradecimiento por su generosidad, un grupo de veteranos de la Guerra de Malvinas colocó una placa de cerámica en San Andrés de Giles, una localidad ubicada a 103 kilómetros de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
 
Armando Joseph Catalano es el nombre de verdadero del querido  Guy Williams. De ascendencia italiana, nació en Washington Heights, en la isla de Manhattan (dentro de la ciudad de Nueva York) y así nos cuenta Aracelli Lisazo su historia: “Sus padres se llamaron Attilio y Clara y habían migrado desde Mesina, una ciudad de Sicilia de Italia, debido a la pobreza. Attilio era hijo de un maderero; trabajando como vendedor de seguros logró comprar un lote de tierra en Nueva Jersey. A Guy sus padres lo llamaron siempre Armando, su nombre italiano. Creció en el barrio Little Italy (pequeña Italia), de Manhattan. Cuando tenía siete años empezó a aprender esgrima con su padre, que era un experto por una tradición heredada de sus antepasados italianos. Fue a la Escuela Pública 189 de la ciudad de Nueva York y se destacaba mucho en matemáticas. Hizo la secundaria en la escuela George Washington High School. Después fue a la academia militar Peeskill. Le gustaba mucho el fútbol americano y el ajedrez. Como media 1,90 m de estatura, quería ser actor y empezó a ganar plata como modelo. Ahí decidió abandonar la academia, desilusionando a su mamá, que quería que Guy fuera vendedor de seguros. Trabajó como soldador, tenedor de libros e inspector de partes de aviones, vendedor en el departamento de maletas de Wanamakers… Mientras tanto envió sus fotos a una agencia de modelos y comenzó su éxito en la prensa gráfica. El cambio de nombre no fue buscado por él. Cuando un director se negó a aceptarlo por su aspecto latino, Henry Wilson, su agente en ese momento, le cambió el nombre de Armando Catalano a Guy Williams, cuando tenía 22 años de edad. Y ahí consiguió un contrato por un año en la MGM y se mudó a Hollywood. Luego volvió a Nueva York para hacer un comercial de cigarrillos y en el viaje de filmación  fue acompañado de la modelo  Janice Cooper. Ahí se enamoraron y se casaron apenas volvieron a Nueva York. Tuvieron dos hijos: Guy Steve Catalano y Antoinette Tony Catalano . Su carrera siguió en ascenso como modelo publicitario hasta que obtuvo otro contrato para Universal Studios y se volvió a mudar a Hollywood, esta vez con su familia. Pasó casi una década para tener su gran oportunidad en Disney para hacer ‘El Zorro’. La serie debutó en la red televisiva American Broadcasting Company, alcanzando el rating más alto hasta ese momento en un programa de televisión y fue instantáneo el éxito en todo EE. UU. Después, apareció en cinco episodios de ‘Bonanza’ y  participó en ‘Perdidos en el Espacio’. En cuanto a su personalidad, era un ser sumamente instruido, educado, correcto, era maravilloso en todo y defendía mucho su intimidad” Nos comentó Araceli, haciendo un breve resumen de la vida de su amor.
 
Araceli Lisazo, el gran amor del legendario actor que aún hoy arrasa en rating por la pantalla del 13, vive actualmente en San Luis, más precisamente en Potrero de los Funes, donde el mismísimo Guy Williams pasó algún tiempo en los años 80. En su casa, guarda varios recuerdos del amor que lo unió con la estrella de la serie de Disney, emitida originalmente entre 1957 y 1961 y es repetida actualmente en los mediodías de El Trece. Araceli tiene una terraza de hormigón armado en la que hizo hacer una placa con la “Z” del Zorro y otra con sus manos y sus iniciales.