Betty Ana Blum Flores, es su nombre completo y tal como figura en su DNI. Nació en el seno de una familia tradicional de la provincia del Chaco, y pasó su niñez y adolescencia en la ciudad de Sáenz Peña: ”Muchos creen que de niña yo era muy histriónica, pero no era así, tenía mucha vida interna, andaba siempre en mi mundo, muy conectada con lo interno mío, con mis pensamientos. Siempre estaba creando cosas y, con mis amigas, cree el club ‘Saca chispas’ que no era de futbol, sino de actuación y coreografías jaja. Además escribía desde muy chica, yo pensaba que iba a ser escritora. Siempre me atrapó el mundo de la imaginación".
“Viví en una familia que no pasaba necesidades. Mi papá trabajaba con una compañía de algodón que tenía contactos en Buenos Aires y mi mamá era profesora de piano, pero nunca ejerció. Mi padre estaba mejor económicamente cuando yo era más chica que cuando fui más grande. Pero siempre me ayudaron. Cuando vine a estudiar a Buenos Aires me instalé en una pensión de de monjas para chicas, Nuestra Señora de la Consolación, donde éramos todas chicas del interior. Nos controlaban las monjas. A las 22hs entrabas y si tenías tutores en Buenos Aires, te podían sacar un fin de semana o entrar más tarde. Pero ellos eran los responsables, autorizados por los padres. Al tiempo de vivir allí, a una de mis compañeras que también era del Chaco, los padres le alquilaron un departamento con una señora que cuidaba, cocinaba y limpiaba. Le ofrecieron a mis padres compartir los gastos y mudé allí. Ahí comenzó otra etapa en mi vida y pude empezar en el teatro de Los Independientes. También fue la época donde descubrí y agradezco a Dios toda la protección que he tenido, porque sé que fue enorme. Siempre me sentí muy identificada con Tweety, el pajarito de los dibujos animados, que iba caminando, pasaba de todo a su alrededor y a él no le pasaba nada. Yo igual. Pasaba de todo cerca mío y a mi nada. Yo siempre zafaba. Siempre tuve mucha protección, una gran protección divina. Siempre lo sentí, lo valoro y lo agradezco muchísimo. A veces pienso que mi inocencia también me salvó de mucho. Era tan bolu, que creo que espantaba a los tipos por boluda jaja", contó entre risas la actriz.
“Mi mamá era muy alegre y mi papá sabio. Mi padre no hablaba mucho, pero las cosas que me dijo siempre me quedaron muy grabadas. Era muy especial, una persona muy hermosa, muy noble. Yo era muy chiquita y le pregunte, esas preguntas que hacen los chicos: ‘¿Papá vos que pensas que yo voy a ser cuando sea grande?’ Mi papá me miro y me dijo: ‘Lo que quieras hija, lo que quieras’. Y con eso me dijo todo. Con tan pocas palabras, me dijo tanto. Me trasmitió su confianza en mí, en mi capacidad. Fue tan importante, un regalo al alma que me marcó y acompaño siempre.”Recordó la actriz emocionada.
Cuando siendo muy joven, Betiana se mudó desde su Chaco natal a Buenos Aires, movida por su idea de estudiar Letras y rápidamente se volcó a la actuación, por un mandato familiar, decidió pasar por el altar: “Me casó mi mamá. (Risas). En ese entonces estaba en pareja. Yo era muy chica y, para mi madre, mi vida estaba descontrolada. En esa época todo el mundo hacía psicoanálisis, todo el mundo te decía las cosas, se separaban; lo del casamiento estaba bien lejos de la cabeza. Había más separaciones que casamientos. ‘¿Y por qué no te casás?’ Me dijo mi madre. Y yo le digo: "¿Te parece?". Pero nada más lejos de mi cabeza en ese momento. Ella quería que en, Sáenz Peña, el pueblo donde yo me crié, me vieran casada. Y me dice: "Bueno, yo organizo todo". Ella organizó todo. Y finalmente fui a Chaco a casarme por iglesia y por civil, con vestido blanco y todo. Mi mamá hizo todo y mi novio acepto, no tuvo problema. Y me casé en Sáenz Peña, como ella quería. A veces las madres son muy manejadoras. Y la verdad que yo nunca he sido rebelde. No la juzgo, me pienso con la consciencia de ese entonces. Ahora, me siento libre. En ese momento no opuse resistencia. Creo que el error del ser humano es juzgar con la consciencia del presente los actos del pasado. Uno no debe volver a ese pasado, ya no tiene nada que hacer, pues ya está. Si tuviéramos que vivirlo, estaría en el presente. Ahora, el que quiera mirar el pasado, que doble su cuello. Me parece un horror.” Reflexionó la actriz.
“Mi casamiento duró solo un año. -Continua la actriz- En mi vida no tuve relaciones eternas. Hay personas que están casadas veinte años y se odian, no se soportan. Yo no las juzgo, pero para mí eso no lo elijo. Mantuve cada relación hasta que duró y no hubo problemas. Cada relación fue buena, como las separaciones, sin escándalos. Respeto lo que hace cada uno, pero en mi caso siempre fui hasta donde me sentí bien. Tuve varias separaciones y tuve que empezar de cero, pero de todo aprendí. Cuando pasás algunas etapas en la vida, se tiene que agradecer, en vez de pedir más. Si uno se enamoró y fue amado, hay que recordarlo bien. Así fue siempre en mi vida. Hay que pensar lindo y eso te permite sonreír, generar otra energía.”
En cuanto a cómo descubrió su vocación,Blum recordó: “Cuando estudiaba griego antiguo, mi primer sueño fue ir a Grecia y hacer La Tragedia allá en griego antiguo. Me fascinaba todo ese mundo, del teatro, de las máscaras, de la tragedia y pensaba: ‘Qué hermoso sería hacer teatro en Grecia’. Mi primer proyecto teatral fue ese, pero no conseguí productor. Ese fue mi primer sueño como actriz”
“Hice primer año, en la carrera de Filosofía y Letras y ese año se dividió: Filosofía por un lado y Letras por el otro, elegí Letras.
Siempre mis amigos me decían ‘Vos tenés que ser actriz’, pero tenía puesta la mirada en escribir. Con el tiempo, empezaron cursos y me anoté en uno, por esta presión de mis amigos. Había una selección, tenía que dar una prueba. Me inscribí. Había que hacer un texto. Él había dirigido ‘Ana Frank’ y a mí no se me ocurre mejor idea que elegir el mismo texto. Cuando apareció la lista de los que entraban, yo no estaba. Eso me confrontó y ahí dije: “Yo voy a ser actriz”. Ahí vino mi sueño de Grecia y después ya empecé a estudiar. Mi padre, siempre me dijo: ‘Elijas lo que elijas, siempre hace lo mejor que puedas. Da lo mejor de vos’. Tomé muy en serio mi formación. Yo quería trabajar y aprender. Pregunté quién era la mejor persona que había para estudiar y me dijeron Hedy Cryler, pero estaba en Europa. Había un alumno de ella que estaba dando clases, que era bueno y ahí lo conocí a Augusto Fernández", continúo relatando la actriz.
Betiana aseguró que para sus padres, la decisión de ser actriz, fue una sorpresa, pero nunca se opusieron: “Fue de un momento a otro. Un día les escribí que no podía hacer las dos cosas. Los prácticos de latín eran muy temprano y estaba haciendo teatro en teatros independientes, me acostaba muy tarde. La inconsciencia ¿viste?, la inconsciencia… Mis padres me siguieron ayudando económicamente. Poco a poco me fui desprendiendo. Primero seguí trabajando en el teatro independiente, dirigida por Onofre Lobero. Después empecé a hacer bolos en televisión, pero era otro mundo… No había casting. Te voy a contar algo muy gracioso: en Canal 11 había un puesto en la entrada, me dicen hablá con fulano que él lo conoce al asistente, dale a él tu curriculum. Hacía contactos de la manera más loca. El primero más importante fue con Abel Santa Cruz, ‘Nuestra galleguita’, ahí fue mi primer personaje con continuidad y muy importante. Y siempre mucho teatro".
En televisión participó en éxitos como “Rosa de Lejos”, “Atreverse”, “Situación Límite”, “Alta comedia”, “Ricos y famosos”, “Campeones de la vida”, ”Mujeres asesinas”, “Soy gitano” y “Valientes”, entre tantos otros.
En cine trabajo muchísimo y fue una de las protagonistas del emblemático film ''Esperando la carroza'', comedia dirigida por Alejandro Doria y protagonizada por Antonio Gasalla, Betiana Blum, China Zorrilla, Luis Brandoni, Julio De Grazia, Mónica Villa, Juan Manuel Tenuta y Andrea Tenuta; que cumplió 35 años del estreno. Sin dudas, uno de las películas más recordadas de nuestra historia, que ganó el corazón de varias generaciones y sigue tan vigente en el público argentino, que muchos se conocen los diálogos de memoria: "!Que miseria tres empanadas!", "Yo hago ravioles ella hace ravioles, yo hago puchero ella hace puchero"…
Un momento, sin dudas, sobresaliente en su carrera, que así recordó: “Yo tuve la suerte de hacer muchos éxitos, pero Esperando la Carroza habla de los argentinos y los refleja, además de estar hecha como los dioses. Los directores, los productores, los técnicos, el equipo de actores, todo se reunió a la perfección en esa película; y por si fuera poco la dirección de Doria potenció la belleza de los diálogos que son geniales. Me emociona cuando la gente me dice los diálogos de memoria; ver como quedó, hasta hoy, en la memoria de cada uno de ellos. En esa época la película recibió malas críticas, pero “el público la amó” y hasta el día de hoy la siguen recordando. Doria lo encuadró con su mirada tan particular y creo que por eso la gente ama tanto esa película, porque es parte de la vida de los argentinos. El otro día me crucé a una familia que me dijo un halago muy bonito. Me dijo que ellos llevan el CD de esa película cuando se van de vacaciones, especialmente para los días de lluvia.” Relató la actriz.
Betiana a tenido infinidad de reconocimientos en su vida, pero el cariño de sus pares, es uno de los más importantes. Trabajo en más de 30 películas, innumerables obras de teatro y exitosísimos programas de televisión, pero su éxito más grande es su hijo Sebastián y su nieto:” Yo estuve muy enfocada en mi trabajo. Miro ahora en perspectiva y veo que puse el cien por ciento de mí en mi carrera. Le agradezco tanto a Dios y a la vida el haber tenido un hijo. La vida me cambio totalmente con su nacimiento. Eso me colocó en otro lugar. Me sacó de ser el eje de mi mundo. Alguien que dependía de mí, me necesitaba y sus prioridades estaban antes que las mías. Me dio responsabilidad, raíces… Una ubicación distinta en el mundo. Fue una iniciación, comprender la continuidad de la vida. Hoy ya es adulto, lo he apoyado en todo pero también supe darle espacio. No lo invado, no estoy todo el tiempo llamándolo, lo dejo hacer su vida y él me dio lo más maravilloso que tengo, mi nieto, Renzo. Hoy disfruto del cariño de los dos, pero a mí la presencia de Renzo me completó.
Su vida y su historia completa, en su propia voz, aquí en Íntimamente con Alejandra Rubio.