Graciela Noemí Zabala, es su nombre verdadero. No uso su nombre real por prohibición de su padre. El propio escritor Jorge Luis Borges le cedió el suyo para que comenzara su carrera artística a los 14 anos. Se convirtió en una de las más grandes divas del cine argentino. Musa de Leonardo Favio, Leopoldo Torre Nilsson, Manuel Antín, Raúl de la Torre, entre tantos otros. A lo largo de su carrera realizó más de 60 filmes y gano los premios mas importantes que una actriz puede aspirar; desde el Festival Internacional de cine de San Sebastián hasta el titulo de Ciudadana ilustre de la Ciudad de Bs As.
Graciela abre su corazón y detalla sobre sus primeros años de vida: “Mi padre era aviador. Muy bohemio, buenmozo. No tenía mucho dinero. Mi madre era rarísima, muy refinada. Cuando yo era chica viajaba con ella a lugares insólitos. Tuve la infancia más triste del mundo. Una infancia muy sola. Eso prescribió, pero sufrí mucho. A mi madre le costó mucho separarse de mi padre. Luego se enfermó y yo fui a vivir con mi padre. Siempre sentí que no tenía referencias. Me crié en una soledad absoluta. Por eso los libros fueron maravillosos".
De pequeña fue criada para ser “perfectita” y eso la marcó. Empezó a estudiar declamación a los 7 años, y luego continuó en el teatro infantil Labarden. Sus compañeras se reían de su voz. Y fue con su voz y las palabras de otros que se animó a contactarse con los demás. El tiempo la transformó en la gran dama del cine argentino, la de la belleza eterna y la voz ronca inconfundible: “Deteste mucho mi voz y la padecí tanto cuando era chica. Yo era tan flaquita, pálida, tímida y con esta voz ronca. La poesía ha sido muy importante en mi vida desde siempre. De chica iba a un colegio de monjas irlandesas y las demás niñas se burlaban de mi voz. Como era casi muda, mi mamá me mandó estudiar declamación con una profesora que daba clases a niñas con problemas de contacto social. Cuando recité mi primer poema en público pensé que me iba a morir de pánico, pero pasó una cosa mágica: Me di cuenta que me resultaba más fácil mirar y contactarme con los demás con las palabras de otros y mi vida cambió".
Tras advertir que la vida fue buena y generosa con ella, "a pesar de ciertos avatares y una infancia difícil", Graciela explicó de dónde surgió su apellido artístico: "Jorge Luis Borges, el escritor, iba asiduamente a comer a la casa del escritor Augusto Mario Delfino. Yo era amiga de la familia y siempre me invitaban. Mi padre había tomado muy a mal que yo quisiera ser actriz. Yo tenía 14 años, cuando Iba a debutar en cine, en ‘Una cita con la vida’, de Hugo del Carril. Mi padre no me dejaba usar su apellido para la película, yo estaba desbastada. La angustia que tenía era tan grande que me puse a llorar en la mesa. Conté lo que me pasaba y Borges me dijo: ‘le presto mi nombre’ y desde allí hasta hoy soy la Borges”, recordó emocionada.
"Hasta sus últimos días, Borges, me decía: ‘Sigue honrando mi nombre? Le sigue haciendo honor?’. Él estaba feliz que yo lo llevara. Él decía que Borges era su nombre, no su apellido. Me han pasado cosas maravillosas en la vida, cosas mágicas. Hugo Del Carril bailó en mi cumpleaños de 15, Pablo Picasso me regaló un dibujo en una servilleta ("¡Me lo lavaron! Por suerte quedaron las fotos"). He vivido tanto y cosas tan bellas, que no me canso de agradecer cada día.” Afirmó la actriz que también vivió momentos inolvidables con Adolfo Bioy Casares y Silvina Ocampo.
Si bien confesó que su padre no tomó muy bien su carrera, la actriz recordó que a pesar de todo pudo limar asperezas antes de su muerte: "Siempre que hacía un film pensaba: ‘¿este lo verá mi papá?’. Cuando murió, estaba yendo yo de viaje a Dolores y le dije a la enfermera 'Decile que yo lo quiero con todo el corazón'. Él lo escuchó y me dijo 'decile que la quiero con todo el alma’. Fue una conversación hermosa y esa fue la última vez que lo oí hablar. Pero bueno, hubo happy end", concluyó emocionada.
Graciela siguió su carrera ascendente. Se casó a los 20 años con el corredor de automovilismo Juan Manuel Bordeu, con quien tuvo a su único hijo: Juan Cruz Bordeu. Fue pareja del director de cine Raúl de la Torre y del arquero de fútbol Marcos Gutiérrez. Cuando vivía en Londres, tuvo un affaire con el músico británico Paul McCartney, de la banda The Beatles.
Se trató con Jean Paul Belmondo, Paul Newman, Catherine Denueve, Roman Polansky, Roger Vadin, Jean Cocteau…
Fue la musa de Leopoldo Torre Nilson —Fin de fiesta; Piel de verano— y luego de Raúl de la Torre, para quienes protagonizó algunos de los más importantes filmes de estos realizadores fundamentales del cine nacional.
Trabajó con directores como Leonardo Favio, Manuel Antín, Mario Soffici, Lucas Demare, Fernando Ayala, Luis Saslavsky, Alejandro Doria, Ricardo Wullicher, Javier Torre, Lucrecia Martel, Luis Ortega, Daniel Burman y Juan José Campanella.
La Borges aseguró que no tiene cuentas pendientes. Tuvo una vida intensa. Es reservada con su vida privada, no le gusta hablar de sus amores, pero confiesa: “Me casé con Juan Manuel (Bordeau); perdí tres chicos, uno se trató de un embarazo extrauterino, fue un proceso muy difícil. Fuimos muy felices el tiempo que lo fuimos, luego, decidimos separarnos y seguimos siendo amigos hasta el último momento de su vida, porque se trató de una familia muy peculiar, compleja y amada entre sí. Los hijos de Juan Manuel son como hijos para mí también y, por otra parte, soy muy amiga de su última mujer y la adoro y festejamos cumpleaños juntas”. Actitud que la pinta de cuerpo entero.
Graciela afirma, sin ruegos ni lamentaciones: “Estoy recorriendo mi vida, como lo hice siempre, sin ningún tipo de quejas; cuando fui chica, tuve tuberculosis; me enfermé mucho filmando ‘Zafra’, a los 16 años, y ese tipo de cosas las pude sobrellevar. Yo creo que el destino está como deber ser; no tengo dudas que esta vida es buena y le estoy agradecida, y dejo de lado aquellas cosas que son profundamente dolorosas. Hay un señor muy sabio que una vez me dijo que yo tenía un ojo izquierdo que olvidaba rápidamente todo lo malo y debe de ser cierto, porque no tengo ningún resentimiento, más allá de que haya tenido una infancia muy difícil; aunque soy consciente de que esa etapa ya proscribió y todo está en orden divino”.
La ganadora de el Festival Internacional de cine de San Sebastián, el Festival Internacional de Cine de Cartagena, el Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano de La Habana, el Festival de Cine de Bogotá, varios Cóndor de Plata y Premios Konex y hasta el titulo de Ciudadana ilustre de la Ciudad de Bs As, para muchos la gran diva de nuestro cine, asegura: “No soy una diva, soy una buena actriz que ha trabajado duro desde muy chica. Lo de diva, nada más alejado de mí. Si naciera de nuevo, no sé si elegiría volver a ser actriz a pesar de todo lo bien que me fue. Tengo una espléndida carrera, pero quizás sería escritora o pintora", sorprendió diciendo.
Refiriéndose al presente la actriz contó entusiasmada: “Estoy escribiendo: cuentos cortos, historias mías. Tengo entre manos un cuento de misterio sobre una chica que padece agorafobia, pero que por las noches sale a dar paseos. Me gustaría hacer una película y dirigirla. Sería mi primera vez como directora".
Como perlita, en el final de la entrevista, escuchamos a, Graciela en un disco con dos canciones que grabó en 1965: ‘Cuando llueve’ y ‘La Cocina’, acompañada de la banda uruguaya LOS IRACUNDOS, quienes ya tenían un renombrado nombre ganado en el ambiente musical argentino y uruguayo.
Su vida y su historia completa, en su propia voz, aquí en Íntimamente con Alejandra Rubio.