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Néstor Fabián: “La vida, me va a tener que bajar por nocaut, para que me baje de los escenarios”
Domingo, 08 Septiembre 2024 22:42

Néstor Fabián: “La vida, me va a tener que bajar por nocaut, para que me baje de los escenarios”

El cantante de 85 años y  más de 70 de trayectoria abrió su corazón en Íntimamente con Alejandra Rubio sobre su vida, su carrera, su amor eterno por la gran Violeta Rivas y su dura infancia. Comenzó a cantar siendo apenas un niño que vivía en la calle tras quedar huérfano, dormía en los vagones de constitución y daba serenatas a cambio de comida. Hoy con un presente maravilloso se luce, todos los días, con sus presentaciones en Michelangelo, la clásica tanguería de San Telmo y sueña con seguir cantando eternamente: “Solo dudé en seguir luego de la muerte de Violeta. Luego mis amigos me convencieron y hoy no me bajo de los escenarios por nada. Amo cantar y recibir a diario el cariño de la gente. Para que deje, la vida, me va a tener que bajar por nocaut del escenario.” Aseguró el cantante que además sigue haciendo presentaciones por todo el país.

“De salud estoy muy bien. En mayo me cambiaron un marca pasos y estoy cero kilómetro. Aunque a esta altura del partido e día por día. Hacía doce años que tenía el anterior y la operación fue solo de 15 minutos. A la semana volví a Micheangelo. Y la verdad es que, a mi edad, es una gran fortuna poder seguir en un escenario haciendo lo que tanto me gusta. Para una persona como yo que vivió toda la vida de esto es muy importante el aplauso y el cariño del público. A mí hay mucha gente que me conoce desde hace muchísimos años, pero también hay otra que me está conociendo ahora. Y eso es un gran incentivo. El trabajo me ayudo a superar la muerte de Violeta, el tener la cabeza ocupada en satisfacer al público me salvó. Cuando ella partió, en algún momento pensé en retirarme. Pero yo sé que a ella le hubiera gustado que yo siguiera cantando como cuando nos conocimos. Y así fue que seguí. Cuando falleció Violeta, yo no sabía dónde estaba. Poco a poco me fueron llamando. Primero de Mar del Plata, después de otros lugares y finalmente, Luis Macchi, el dueño de Michelangelo. Un hombre que se preocupa por el artista y siempre me pregunta ‘¿Estás conforme?’. Y yo le contesto: ‘¡Claro que sí! En este lugar me siento y me tratan como en mi casa’. Hace más de dos años que estoy. Todos, desde el portero a los mozos, me demuestran cariño. Entonces, estar cantando aquí es maravilloso. Lo único que le pido a la vida es salud, lo demás se arregla. El espectáculo e maravilloso, están los chicos del Circo Soleil, una orquesta espectacular, una cantante excepcional, unos bailarines magníficos… Un elenco fabuloso. Hoy estoy en un lugar muy importante dentro de los espectáculos dedicados al turismo en Buenos Aires. Así que pienso que Violeta estaría muy contenta.” Aseveró Néstor que en la actualidad ocupa sus noches actuando con su vozarrón intacto, en Michelangelo, históricamente uno de los emblemáticos lugares del tango y el folclore argentino “for export”. Meca porteña de “shows para turistas” que suelen incluir la posibilidad de cenar y que hasta el legendario Astor Piazzolla, le dedicó el tango “Michelangelo 70”, en su disco “Adiós Nonino”.

 
 
José Cotelo es el verdadero nombre del artista. Nació el 30 de noviembre de 1938 y tuvo una infancia muy difícil: “Nací en Buenos Aires, en San Telmo, en un conventillo que había entonces en Humberto Primo 924. Ahí la gente era muy solidaria, ningún chico pasaba hambre, porque todos sabían las necesidades de cada familia. Éramos cinco hermanitos. Mi mamá falleció cuando yo tenía seis años y nació mi último hermanito, prácticamente se quedó en el hospital. La saludé desde el parque del hospital. Le hice un gesto con la mano y no la vi nunca más. Y mi papá falleció tiempo después, cuando yo tenía diez. Así que yo me quedé en la calle, porque mis cuatro hermanitos ya habían sido adoptados y yo no había querido. Yo era el mayor. Cuando digo adoptados, era sin papeles. En esa época era: ‘Vos vení conmigo y vos andá para allá’. Yo había quedado en una pieza de conventillo de la que se había apoderado un hermanastro, del matrimonio anterior de mi papá, que era muy requerida en aquel entonces. Pero, prácticamente, me echó. A mí me gustaba mucho la calle. Así que me quedé solo. Una cosa era la calle de antes y otra la calle de hoy. El aquel entonces no era tan problemático que un chico este en la calle. No había tantos peligros. El policía era un segundo padre. Te veía en la calle y te cuidaba. Te decía vaya para su casa. Me iba a Constitución, abría las puertas y hacía changas a cambio de comida, o me iba a la pizzería Marín. Tal vez no me daban plata, pero me daban una pizza, o una fainá. Después dormía en los vagones de los trenes en Constitución. Yo no tenía documentos y tenía miedo que me llevaran a un instituto de menores. En aquella época te llevaban allí hasta los 22 años y ese era mi mayor temor.”
 
“De mi madre recuerdo muy poco, pero la gente me comentaba que cantaba muy bien. Dicen que tenía una vos muy potente. Cuando lavaba en los piletones del conventillo, la escuchaban todos. Yo lo escuche cantar a mi papá y cantaba muy bien, tenía una voz muy dulce. De ellos heredé el amor por la música seguramente. Hasta que mi papá falleció yo me quedé con él. Trabajaba en una parada de diarios en la calle Hipólito Yrigoyen y Salta y yo le ayudaba a mi papá a buscar los diarios. Después me quedé solo viviendo más de dos años. Dormía en los vagones y me bañaba en los baños públicos. Desde que tenía 12 años, algunas personas me llevaban a cantar a las casas o a dar serenatas. Ahí me daban plata o, directamente, me daban de comer. Me apodaban Cholito, porque entonaba: ‘Qué te parece Cholito, qué te parece’. Recién, cuando me tuve que presentar para el servicio militar, a los 18, tuve documentos. Igual estuve tranquilo desde los 12 porque me crió Rosita, una mujer de Avellaneda, si no iba a parar al reformatorio. Ella me salvó la vida y fue mi madre, mi familia. Se ocupó a los 18 que me hicieran los documentos. Era una mujer muy solidaria y amiga de Aníbal Troilo, Tania y tantos más. Fue curandera y daba clases de espiritismo. A mí nunca me involucró en sus creencias. Llegué a la casa de Rosita por su sobrino, cuando yo cantaba en un teatro independiente. En el entreacto de la obra que se llamaba, ‘Virgencita de madera’, interpretaba ‘La vieja serenata’. Ahí la conocí, me invitó a almorzar, me rescató. Tenía otros chicos adoptados, llegaban pibes que les faltaba de todo y ella los ayudaba. También ayudaba al Hospital de Avellaneda, a los bomberos, ¡qué ser humano! En un momento me la vi mal y le dije: ‘Me pasa esto y lo otro’, tenía mucho miedo que sin documentos me llevaran a un reformatorio y me dijo: ‘Quedate tranquilo, que acá hay un lugar también para vos’. Y me quedé, ahí me adoptó a mí también. Me enseñó todo, pero lo más importante que aprendí fue la solidaridad y el amor a los demás.” Recordó emocionado el cantante.
 
 
“Yo seguí cantando y trabajando en una fábrica de carteras para ayudar. Trabajaba con un trio dando serenatas. Con Castro, Domínguez y Andrade dábamos serenatas para el día de la madre, despedidas de solteras, cumpleaños… Eran gente mayor que acompañaban a cantantes profesionales y yo comencé cantando con ellos. Primero los ayudaba a ensayar para los cantantes profesionales y después me fueron llevando a las serenatas. Después comencé a recorrer todas las cantinas de La Boca cantando. Se cantaba de todo y se le pedía plata a los turistas. Algo así como trabajar a la gorra, pero pasábamos la pandereta y eso se lo llevaba el acordeonista y se repartía entre los mozos y los cantantes. A los 16, hice una prueba con Aníbal Troilo. Lo que pasa es que él, muy atinadamente, me llevó al Hospital Fernández para que me viera un especialista, un otorrinolaringólogo, y determinara si mis cuerdas vocales soportaban el trabajo que iba a tener en lo sucesivo. El profesional le dijo que todavía era muy chico para tanto esfuerzo. Que podía cantar en concursos y serenatas como lo hacía, pero que no se convirtiera en un trabajo, cantando en las radios, en clubes o en giras de dos meses, porque no era conveniente. Así que, recién cuatro años después, tuve mi primer contrato que fue con Mariano Mores. Esos años cantaba igual, en las cantinas. Ahí conocí a Norberto Aroldi (actor, autor y director). Fue el que me llevó a dar la prueba con Mariano Mores, en Canal 7. Mariano me dice ‘¡Qué lindo color de voz! Ya te voy a llamar’ ¡Y me llamó, al día siguiente! Porque el sábado tenía un programa. Es decir, la prueba había sido un miércoles y me llamó el jueves porque le habían conseguido un programa para el fin de semana. Justo tras esa audición surgió, de casualidad, mi nombre artístico. Le dije que me llamaba José Cotelo, pero me contestó que tenía que cambiarme el nombre. Entonces me acordé de un hombre que se llamaba Fabián. Y le pregunté a uno que estaba al lado mío cómo se llamaba su hijo. Néstor, me contestó. Y así fue que nació ‘Néstor Fabián’” Recordó el querido artista.
 
 
La Carrera del querido Néstor Fabián siguió creciendo: “Fui el vocalista de Mariano Mores. Después hice teatro, el Coliseo, el Alvear... Como buen caradura, me transforme en galán y en actor jajaja. Me llamaban y hasta hice fotonovelas, películas, para poner la voz en algunos teleteatros… Una locura. No fue una decisión fácil dejar a Mariano Mores, pero me llamaban de todos lados y no me daban los tiempos. Tuve la dicha de trabajar con él y con Hugo del Carril. Gente maravillosa que te daba consejos, me enseñaron todo de esta profesión. Hugo me enseñaba hasta como poner las manos para no taparme la cara. Después llegó Canal 9, ‘Sábados Circulares’ y ‘Todo es amor’ con Violeta.”
 
Su vida no fue nada fácil. Y aunque alcanzó el éxito y la fama, sin lugar a dudas su gran logro fue haber encontrado el verdadero amor de la mano de Violeta Rivas, la mujer que lo acompañó durante más de cinco décadas, quien falleció el 23 de junio de 2018 tras una larga lucha contra el Alzheimer: “Fue muy difícil transitar la enfermedad. A veces le daba un beso y ella me decía: ‘Cuidado, que nos ve la gente’. Los jueves cenábamos con un grupo de amigos y ella cantaba conmigo, correctamente, sin problemas. Pero después, en otra oportunidad, directamente no se acordaba de nada, no quería comer y la teníamos que llevar al dormitorio. Por ahí tampoco podía caminar sola. Jamás quise internarla. Me ofrecieron muchos lugares muy buenos. Inclusive la residencia donde estuvo Cacho Fontana. Dije que mientras pudiera, ella iba a estar conmigo porque la iba a cuidar como nadie, y así fue. Le brindamos mucho amor en el hogar y eso fue clave. Es la única fórmula: el amor. Funciona. Mi nieta y mi hija la mimaban. Muchas veces no nos conocía, pero tenía ratos de lucidez; hacíamos reuniones con amigos en casa para que estuviera contenida y le brindaran cariño. A veces los miraba extrañada, pero no importaba, recibía de todos más y más amor. Un mes antes de morir, hubo que internarla porque en casa ya no se le podían dar las atenciones que necesitaba por más buena voluntad y amor que uno tuviera. Igual obviamente yo estaba todos los días ahí acompañándola. Ella me dio todo. Me dio una familia, la familia que yo no tenía y cincuenta y cuatro años de amor. Tres años de novios y cincuenta y uno de casados. Una hija hermosa, Analía Verónica,  que ahora ella me cuida con mi nieta Zoe. Con ellas hoy comparto la vida bajo el mismo techo y soy muy feliz.”
 
 
“A Violeta la conocí en el año 1964 y no nos separamos más. La primera vez que la vi fue en Canal 13; los dos estábamos en programas diferentes, pero con el mismo director. Fui a buscar mi libreto y nos cruzamos. Yo me presenté con admiración y formalidad: ‘Encantado’. Ella estaba ensimismada y ni me registró. Al tiempo me llama Cacho Fontana para invitarme a Radio El Mundo, justo coincidimos con Violeta. Yo ya estaba en Televisión y demás… ‘Hola, que tal, encantada…’ me dice y saluda más efusivamente. ‘Nosotros nos conocemos’, le digo. ‘¿Cómo que nos conocemos?’ me contesta ella, Entonces, le conté nuestro encuentro anterior y que ella nunca me había registrado. Ahí comenzó todo, comenzamos a salir y nos enamoramos. Después Violeta pasó a Canal 9, donde yo ya estaba trabajando. Llegó con El Club del Clan, del que fue una de las fundadoras. Después, estando en Canal 9, Romay nos juntó para hacer el programa ‘Todo es amor’ y nunca más nos separamos.” Así relato el cantante como se conoció con su gran amor y comenzó el romance que los convirtió en una de las parejas más queridas y estables del ambiente del espectáculo.
 
 
En la década del '60, el casamiento de Néstor y Violeta, fue un suceso nacional y marcó un hito masivo en nuestra televisión al ser trasmitido por canal 9: “En el año ‘65, estaba en un hotel de la Costanera santafesina, cuando salgo y veo un montón de gente que camina. Estaba peregrinando por la Virgen de Guadalupe. Me sume a esa caminata, entre a la iglesia y pedí por Violeta, que en ese momento atravesaba un problema de salud en su garganta. Prometí que si se curaba nos casaríamos frente a la Virgen de Guadalupe y así fue. En el 1967 nos casamos. Fue una locura. Fue filmado en vivo y es considerada la primera trasmisión de exteriores de Canal 13. Fue durante el programa “Sábados Circulares” conducido por Pipo Mancera y fue emocionante como lo vio el país. Creo que ahí pasamos a ser como familiares del público. Su cariño durante toda la vida es emocionante. Formamos a ser parte de su entorno, de sus afectos.”
 
 
Realizando un balance de su vida, el querido Néstor, aseguró: “La verdad es que yo nunca pensé llegar a este punto de mi vida y seguir tan vigente. Estoy actuando todas las semanas en un espectáculo y, además, la gente me llama para cantar en sus cumpleaños. Pero yo fui uno de los primeros cantantes de tango que estuvo en el teatro Colón. Y el primero en cantar el Himno Nacional Argentino en tiempo de tango. Muchos le pusieron Fabián a sus hijos por mí, Y, en una época, iban a las peluquerías a pedir el corte de pelo que yo tenía. Hoy suena jocoso, pero fue una locura. Los programas en los que estábamos tenían muchísima audiencia y el público nos demostraba su cariño en todas partes. Soy un agradecido a Dios de todo lo vivido, de tener hoy salud y de poder seguir diariamente arriba del escenario.”