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Viernes, 22 Septiembre 2023 16:01

"Casi medio país pobre y un modelo que no va más"

Volvé a escuchar el comentario editorial de Cristina Pérez en Cristina Sin Vueltas

En el debate de candidatos a vicepresidente, Agustin Rossi comenzó su exposición jactándose de la baja de la desocupación. Lo que no dijo es que, pese a la menor desocupación, hay más pobres. 1,7 millones pobres más que el año pasado según datos del Informe de Distribución del Ingreso que el Indec dio a conocer en las últimas horas y que ni siquiera incluye la última disparada inflacionaria.

Es decir que, sin la escalada de precios de agosto, la pobreza pasó de 36,5% a 40,1% en un año. Estamos hablando de 18,5 millones de personas. Estamos hablando de casi la mitad del país. Porque en los hechos este porcentaje se queda corto.

Las medidas recientes del gobierno intentan generar la sensación de recuperación del poder adquisitivo y quizás lo logre por un par de meses, pero el ritmo de la inflación es tan acelerado que todo lo sólido se desvanece en el aire. Y peor, cuando bajen las burbujas de los beneficios circunstanciales, se pagará la factura con más inflación.

El número oficial se conocerá la semana que viene, pero pueden considerarse algunos datos dramáticos. En esa franja de población más castigada por la pobreza el ingreso promedio es de 51 mil pesos, es decir una sexta parte de la canasta básica. Ese es el nivel del desastre.

Cuando se avanza al promedio general de la población total que recibe ingresos, el ingreso medio sube a cerca de 140 mil pesos. Estamos hablando de un monto que apenas alcanza a la mitad de la canasta básica.

E insisto, no sólo son números provisorios: ya son números que expiraron.

Entonces, jactarse de la baja desocupación cuando tener un trabajo no implica no ser pobre, y cuando es innegable todo lo otro, es por un lado cinismo y por otro, un signo de lo agotado de este modelo. Tanto que lo mejor a lo que pueden apelar es engañoso.

En estas horas fue noticia la decisión de las cámaras médicas de imponer un pago adicional hasta completar los 6 mil pesos por consulta cuando lo que cubra la prepaga u obra social no alcance ese monto. Las subas que el gobierno no permitió a las empresas de salud, aparecen por otro lado. Los médicos cuentan que no pueden cubrir sus gastos mínimos con esos costos y que las prepagas demoran los pagos de honorarios hasta dos meses en algunos casos. Ese valor “ético” de base de la consulta será revisado bimestralmente. Si se considera que en algunos casos lo que reciben de la prepaga es apenas una quinta parte de ese monto, queda en evidencia el tenor de la crisis que ellos resumen diciendo que “los honorarios médicos están en el nivel más bajo de la historia”.

Las empresas de medicina insisten en que estos copagos no están contemplados en la ley y no está claro si habrá reintegros por las diferencias que comiencen a llegar en las cuentas de los pacientes. La decisión suma presión al sistema privado de salud que ya venía advirtiendo por su sustentabilidad ante la imposibilidad de trasladar a las cuotas el aumento real del costo de vida. Estamos hablando de coberturas que alcanzan a unos 7 millones de afiliados.

En toda la pirámide, la inflación hace estragos. Y los intentos de controlar precios y costos por parte del gobierno son como tapar el sol con la mano, o meros maquillajes para atenuar el impacto en la medición general como pasa con los llamados Precios Justos.

En una economía sin precios ningún precio termina siendo justo y llegamos al punto de lo inocultable.

A un mes exacto de las elecciones, la realidad es la principal evidencia de todo lo que no va más. Hay un punto en que tomar aspirinas no sólo no baja la fiebre, sino que te revienta el estómago. Y no queda otra que asumir el problema de fondo. Ahí estamos, en el fondo.